De puntillas, pero sin esconderse del todo

OSCARS 2025

De puntillas, pero sin esconderse del todo
Manuel Huerga
Director de cine

Las expectativas eran muy altas después de que Hollywood sufriera unos graves incendios hace pocos meses, que hicieron tambalearse la viabilidad de la edición de este año, pero sobre todo ante los primeros Oscars bajo el terror Trump. Y se ha notado. Solo dos excepciones han roto un silencio vergonzoso sobre la nueva situación política en los Estados Unidos de América. Darryl Hanna pidiendo ayuda para Ucrania y el triunfo de No Other Land, que ha permitido ver sobre el escenario a un palestino (no de Gaza) y un judío pidiendo el fin del genocidio. El resto ha sido un poco menos divertido que otras veces, tal vez por la imposibilidad de hacer bromas sobre según qué. Sintomático el silencio sobre los dos protagonistas nominados de The Apprentice, película perfecta para aplicar aquello del ‘eso no se toca’ que decía aquél. En Hollywood hay mucho judío y mucho demócrata, y ahora mismo eso no se conjuga muy bien, y porque por encima de ellos han aparecido unos payasos en la farándula mediática con un poder devastador mucho peor que el incendio que sufrieron en Los Ángeles.

Sebastian Stan, como Donald Trump, en 'The Apprentice'

Sebastian Stan, como Donald Trump, en 'The Apprentice'

Gidden Media

Aparte de eso, era muy difícil hacer pronósticos esta noche porque las películas en competición tenían todas un notable nivel (sí, una buena cosecha) y en muchos casos nos hemos quedado con el corazón dividido. Sensaciones agridulces al ver que Anora ganaba a The Brutalist, cuando podría haber sido perfectamente al revés, y entonces habríamos dicho lo mismo. Lamentar que Demi Moore pierda, quizá para siempre, la oportunidad de ganar un Oscar que ha ido a parar a manos de Mickey Madison, una actriz mucho más joven que ella (toda una metáfora de aquello que explica The Substance) y que no deja de ser merecidísimo. Adrian Brodi le gana el pulso a Timothée Chalamet, pero donde yo me he emocionado mucho más es con el Dylan de James Mangold, porque lo consigue sin AIrtificios, y porque aquellas canciones de Newport tienen más vigencia que nunca. Suerte que teníamos el excelente Ainda Estou Aquí (Aún estoy aquí) para salir del paso del problema Emilia Pérez, que a pesar de todo se ha llevado dos estatuillas, eso sí, ninguna pera la bicha Karla que finalmente fue, pero sin pasar por la alfombra roja.

Todos los directores de estas pel-lícules me gustan, y me gustan mucho. Suponen claramente una re-generación después de ver, año tras año, a los popes de siempre.

Sean Baker es deslumbrante en todo lo que hace, Brady Corbet, de actor sádico en el remake de Funny Games, se estrena como director ni más ni menos que con The Brutalist, RaMell Ross, el admirable autor de Nickel Boys, uno del títulos más ignorados de la noche, pero también de los más innovadores con su película sobre un caso real de racismo.

Vertical

Adrien Brody abraza y besa a Brady Corbet, director de 'The Brutalist' 

Kevin Winter / Afp)

Practican su oficio con una mentalidad independiente, escribiendo, dirigiendo e incluso editando su película. Reivindican la vuelta al apoyo fotoquímico (es como volver al vinilo en el cine) e incluso a la VistaVisión en el caso de The Brutalist.

El cine norteamericano está renovando el talento. Esta edición de los Oscars ha moderado su acostumbrada frivolidad y ha ofrecido una ceremonia impecable y elegante, con un control del tiempo y el ritmo perfecto que no la ha hecho pesada en ningún momento. Ha pasado de puntillas por muchos temas espinosos, sí, pero tampoco se ha escondido del todo, y el público aplaudía cosas comprometidas. Por primera vez ellos no representan el Olimpo de los dioses, están tan trastocas como el resto del mundo.

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