Cuando en la escuela se explican las primeras nociones de ortografía, una norma básica para saber cuándo hay que escribir una palabra con mayúscula o con minúscula es distinguir si se trata de un nombre propio o de un nombre común. El nombre de una persona, de una ciudad o de una marca comercial son nombres propios, por lo tanto la mayúscula deviene necesaria: Ariadna, Vilafranca, Mango. Pero los sustantivos en general son nombres comunes y se escriben con minúscula, como un medio de transporte, un cubierto o una fruta: bicicleta, cuchara, manzana.
Sin embargo, entre los nombres propios y los nombres comunes hay, como entre el blanco y el negro, una infinita gama de grises que complican la clasificación, y es lógico que el baile de mayúsculas y minúsculas sea constante al escribir. Cuando una institución o una empresa escribe un texto, las mayúsculas proliferan como una plaga. Cualquier sección, subsección o infrasección es merecedora de lucir una mayúscula innecesaria. Pero en un texto canónico, la mayoría desaparecerían.
Las siglas que se usan para ‘inteligencia artificial’ provocan la aparición de mayúsculas innecesarias
Hay quien se empeña en poner mayúsculas diacríticas cuando escribe palabras como historia, prensa o justicia. Es un uso antiguo que se desestimó hace años, pero todavía hay quien lo mantiene, aunque esas mayúsculas hoy no tienen ningún sentido. Incluso la expresión con mayúsculas, que se usa con el sentido de algo muy relevante, hace que más de un escritor aplique la mayúscula a la palabra calificada. En la frase: “El cine con mayúsculas”, la palabra cine no necesita de mayúscula alguna.
Hoy que la inteligencia artificial ( IA) ocupa titulares y todo tipo de reflexiones, proyecciones e incluso ficciones, no es extraño que más de una persona opte por escribir esas dos palabras con mayúsculas, aunque se trate de un nombre común. Creo que hay dos razones que intervienen en esta decisión. De una parte, la importancia que está adquiriendo este concepto en todos los ámbitos de nuestra vida. De la otra, el hecho de que se suela resumir en unas siglas: IA.
Sin embargo, la importancia de un concepto no tiene que ver con el uso de las mayúsculas. Y tampoco con respecto a las siglas. Que el impuesto sobre el valor añadido (IVA), la declaración unilateral de independencia ( DUI) o el documento nacional de identidad (DNI) sean también conocidos por sus siglas, no significa que se hayan convertido en nombres propios. Son nombres comunes que abreviamos en siglas, pero que, desarrollados, no tienen que incorporar ninguna mayúscula. La inteligencia artificial ( IA) es muy importante, está cambiando nuestra vida y nuestra sociedad, pero en ningún momento ha dejado de ser un nombre común. Por lo tanto, con minúsculas.