“¿Jorge Molist? Tiene carta blanca para pasar”. Todo el mundo conoce al escritor barcelonés, de 74 años, en el Arsenal de la Carraca, en Cádiz. Son varias las veces que ha venido a documentarse para su nueva novela, El español (Grijalbo), recién llegada a las librerías. En esta atarazana militar, la primera construida en España, en el siglo XVIII, está encarcelado uno de sus personajes, Lorenzo, por culpa de la represión que siguió al motín de Esquilache, la revuelta popular que tuvo lugar en Madrid en 1766 por la carestía del pan y por un decreto que regulaba la vestimenta.
Pese a tener cierto peso en la trama, no es él el verdadero protagonista de sus páginas, sino Jaime, un menorquín que participó activamente en la lucha por la independencia de las colonias británicas que conformarán los Estados Unidos. “Se inspira en Jorge Ferragut Mesquida, también conocido como Jordi Ferragut o George Farragut, con a. Nació en Menorca en 1755, cuando la isla estaba ocupada por los británicos. Para mí tiene un especial interés su trayectoria vital, tanto emocional como política. Si le cambio el nombre es porque los asuntos sentimentales que narro son ficticios, pero toda la parte histórica y el recorrido que hace está documentada”, confiesa el autor a un grupo de periodistas que visitan con él el complejo militar.

El escritor Jorge Molist junto al capitán de corbeta Jesús Sánchez Ferragut, en el Arsenal de la Carraca, en Cádiz
No tarda en unirse a la charla el Capitán de Corbeta Jesús Sánchez Ferragut, uno de los pocos con los que Molist no había coincidido todavía. Solo escuchar su segundo apellido, se le agrandan los ojos. “¿Ha dicho Ferragut? Los astros parece que se han unido, pues el militar explica que su familia también lleva tiempo buscando información sobre el aventurero menorquín y su entorno. “Me agrada eso que dice, pues es un personaje al que la historia ha olvidado por completo”.
Ambientada en los tiempos en los que España era un imperio a ambos lados del Atlántico, la novela parte del apasionante aunque peligroso viaje que el protagonista hace, primero de Cádiz hasta La Habana y, luego, a Estados Unidos, mientras trata de reprimir un amor prohibido, el de Almudena, una joven casada. “Por el camino, ambos se irán dando cuenta de que un imperio no radica en sus gobernantes, sino en el pueblo que lo sostiene”.
Un imperio no radica en sus gobernantes, sino en el pueblo que lo sostiene”
El germen para escribir este relato de más de 500 páginas nació hace muchos años atrás, cuando el escritor todavía no se dedicaba a las letras y trabajaba en la productora y distribuidora Paramount. “Me llamaban el español”, recuerda, como si de un guiño a su novela se tratase. Un día, decidió dejarlo todo y dedicarse a aquello con lo que tanto había soñado de pequeño: escribir.
“Cuando me fui de allí, mis compañeros me regalaron un cajón de libros sobre las cuatro grandes guerras en las que había participado Estados Unidos: la de la independencia, la secesión y las dos guerras mundiales. Hace poco, decidí leer el primero, el de la independencia, y me molestó, y hasta me sentí ofendido, de ver que en ningún momento se menciona nada sobre España. Sin nosotros, Estados Unidos nunca hubiera sido independiente. Brindamos apoyo militar, financiero y logístico a las colonias rebeldes”.

Jorge Molist en el Arsenal de la Carraca, en Cádiz
El asunto picó la curiosidad de Molist, que se sorprendió de ver que en la ficción, tampoco se había tratado el tema demasiado, así que decidió tomar cartas en el asunto. “Me faltaba un protagonista. Primero pensé en el virrey español y héroe de la independencia de EE UU Bernardo de Gálvez. Pero justo Almudena de Arteaga acababa de publicar un libro sobre la turbulenta vida de su esposa, Felicitas. Seguí rascando y fue ahí cuando supe de Ferragut, de quien, reconozco, nunca había oído hablar”. Fue el único español voluntario que combatió por tierra y por mar a favor de los revolucionarios estadounidenses.
Me parece injusto que Ferragut esté tan olvidado, pues su vida es toda una aventura”
Quien sí pasó a la historia fue su hijo, David G. Farragut, ilustre marino que desempeñó un papel crucial en otra guerra, la de secesión. En 2018, Correos presentó un sello conmemorativo dedicado al 150 aniversario de su visita a España. “No solo eso, sino que en Estados Unidos le han dedicado monumentos de todo tipo, dos estaciones de metro, un pueblo fue rebautizado con su nombre… Y lo celebro, pero me parece injusto que el padre esté tan olvidado, pues su vida es toda una aventura. El sello debería ser para él, pues al final era menorquín. David, en cambio, ya era estadounidense”.
Antes de iniciar su periplo, Ferragut vino a estudiar a Barcelona, pues en la escuela naval impartía clases el experto marino Sinibald Mas. “De él aprendió todo lo que sabía sobre navegación, océanos y orientación. Le permitió formarse en una carrera, la que le empujó a conocer mundo y a cambiar el rumbo de la historia”. Es precisamente en ese lugar, en la Facultat de Náutica de Barcelona (UPC), en el número 18 de Pla de Palau, donde el autor presentará su novela.