En la nave Bostik de la Sagrera, hoy se ha podifo ver a Ramon Llull disertando sobre su Ars magna, un primer intento de saber absoluto, que enlaza con la inteligencia artificial. Y también a Luther King, en un perfecto catalán, explicando lo que él habría hecho para luchar contra la discriminación racial si hubiera existido la IA.
La razón de estos prodigios era la celebración de Mutare, jornadas que cada año abordan la cultura transformadora, y que hoy ha analizado la relación de la cultura con la IA, prestando atención a las oportunidades para los derechos culturales. Con esta edición “ya van siete más la de la pandemia”, recordó Marta Esteve, directora de la Fundació Carulla, que las organiza en alianza con Domestic Data Streamers y la Generalitat de Catalunya.
Idoia Salazar: “No tenemos que personificar la IA; solo es una herramienta de ayuda a las personas”
Dos centenares de personas se han reunido durante todo la mañana para reflexionar sobre los retos “de este futuro que ya es presente”. Y uno de esos retos es precisamente la ética en la IA. La conferencia central la ha dictado Idoia Salazar, referente como especialista en este campo, que pidió desmagnificar la IA: “No la tenemos que personificar, solo es una herramienta de ayuda a las personas, una herramienta que gestiona datos”, porque “hay una tendencia a darle apariencia humana, como los robots”.
“Si queremos que las soluciones de la IA sean éticas, tenemos que convertir la ética en datos –ha continuado–. Pero, claro, ¿qué es lo que está bien o mal? Hay que hacerlo a escala internacional, para acordar esta ética que hay que aplicar a la IA”. Y ha concluido: “Cualquier algoritmo que pueda tomar una decisión que afecte a los derechos humanos fundamentales debe tener una persona que sea responsable”. Si es así, “la IA puede ayudarnos a tomar mejores decisiones”.

Nara is Neus y Nicholas Evans interpretando música con ayuda de la IA en la jornada Mutare 2025
El fuego lo ha abierto Jordi Sellas, periodista y gestor de empresas culturales, que, respondiendo a Philip K. Dick, ha anunciado que “los androides ya sueñan con ovejas eléctricas”. El problema es que “no hay una visión europea de la IA, con valores europeos, como sí la tienen EE.UU. y China”. Y este es “el reto que ahora mismo tiene Europa”.
La jornada se ha completado con la exposición de Albert Cañigueral sobre la posición del catalán en la IA; Patricia Tejero ha defendido que “la IA puede ayudar a detener el cambio climático, pero tenemos que ser conscientes de su impacto ambiental”, que ahora mismo es altísimo; Sergi García ha explicado cómo se usa hoy la IA como herramienta de prevención del suicidio en la Fundació Ajuda i Esperança, “pero siempre con un orientador humano”; y Nara is Neus y Nicholas Evans han demostrado in situ cómo la IA puede ayudar a la composición musical sin necesidad de plagiar, de un modo ético. El futuro ya es el presente.