Lildami: “¿Por qué hablar del monte Rushmore cuando tenemos Montserrat?”

Música

El rapero de Terrassa rinde homenaje a la cultura catalana a su nuevo disco, ‘Bentornat’

Versió en català, aquí

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Lildami, fotografiado hace unos días en la terraza de la librería café Laie

Andrea Martínez

No se ha ido y ya vuelve. Solo hace dos años que Lildami (Terrassa, 1994) publicó Dummy –donde estaba su hit Supermercat– y los telespectadores lo han podido ver a menudo en la televisión, pero para él publicar Bentornat (Halley Records) tiene que ver sobre todo con reconectar con su música: “Es el flow de volver a ver las cosas sin tanta presión, desde la parte que más me motivó cuando empecé, que es rapear, tirar barras –la medida de tiempo musical del rap–, tirar códigos y conceptos”.

Hay también una reivindicación de la cultura catalana, explícita en las letras del disco en temas como El ball de la civada, que a partir de la canción tradicional habla de la cultura del esfuerzo colectivo, e incluso ha colocado la reivindicación entre el merchandising con una rajola con la imagen del disco, que muestra un caballero que blande un micrófono como arma. “Con Sr. Chen –que produce un par de los temas del disco, los otros son con Genís Trani y uno con Scotty DK– queríamos darle la vuelta a un tema catalán y cuando escuchamos El ball de la civada lo vimos muy claro”. “El primero verso es egotrip –reconoce– pero el segundo hacia ya era voluntad de reivindicar, y por eso dice cosas como ‘mi abuela no pudo / estudiar catalán / y ahora su nieto llena la plaza / cantando catalán / cosecha la avena y se pone a bailar’”.

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Si el rap habla de autenticidad, no todo puede ser el barrio, a ­menu­do imaginario... “es el concepto que ha llegado aquí, y entiendo sus orígenes, la lucha de clases, y en el contexto estadounidense la lucha racial, pero tienes que adaptar la música a tu entorno. Me parece triste cuando la gente coge unas influencias que no tocan, ya sea alguien catalán que se pone a cantar con acento cubano o hispanoamericano o uno que por moda lo tira por la borda porque se piensa que sus héroes están todo el día fumando porros en el parque...”.

“Casi todo lo que escucho es rap estadounidense y mis influencias son americanas, pero intento conectar con mi verdad, no hablaré como Young Thug cuando le aplican la ley Rico, soy un pibe normal de Terrassa –señala–. En el disco he intentado que haya referencias que nos toquen, pues el rap vive mucho de samplear, pero ¿por qué hay que samplear soul, góspel o jazz, que es lo que haríamos por inercia? ¿Porque lo hacen Jay-Z o Kanye West? Sampleemos y cojamos elementos de nuestra cultura, ya sea música, frases o estilismo... ¿Por qué tienes que hablar del monte Rushmore cuando tenemos Montserrat?”.

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Lildami, recientemente en el festival Maleducats en el Parc del Fòrum

Jordi Borràs / ACN

No evita algunos de los códigos del rap, claro, pero quiere evitar los lugares comunes: “Intento decir algo más, porque siempre me ha rayado mucho del rap que a veces la gente acaba en los mismos tópicos, en las mismas temáticas y me aburre mucho cuando estoy escuchando a un artista y al quinto tema me sigue hablando del coche que se ha comprado. ¿No tienes nada más importante en la vida?”, y por eso le ha salido un disco reivindicativo y variado, de fondo y de forma, con colaboraciones de Miki Núñez, la Black Music Big Band, Galgo Lento y Cookah P, con algunos temas que lo acercan también al pop. “Mola tener una escena plural, es lo que necesitaba la mal llamada escena urbana”, dice.

Lildami afina la expresión y utiliza muchas frases hechas, porque “los refranes hacen única a una lengua, y el catalán tiene unas expresiones tradicionales que van muy bien, no hay ni que explicarlas”. “He intentado pulir mucho el lenguaje a la mínima expresión, con economía del lenguaje, algo que grupos como Oques Grasses o Manel hacen muy bien. Dentro de lo posible y de las cosas de mi género, quería intentarlo, y al final creo que en temas como El camí, Contracorrent o Bon vent i barca nova lo he logrado”.

Algunos conceptos del disco, de hecho, ya habían aparecido anteriormente, en Collin’ el blat o 10 vos guard, y el rapero de Terrassa asegura explícitamente al disco que sí, que ha vuelto y no se irá, aunque la vida es larga y nunca se sabe: “Quizá un día me levanto y digo que sería más feliz con un huerto... Entiendo que tengo una posición privilegiada y hace años que me dedico a lo que me gusta, pero no sé si es todo lo que me tiene preparada la vida, sobre todo porque soy un flipado, soy muy ambicioso y quiero probar muchas cosas, y eso que he hecho de todo, he tatuado a peña, he hecho vídeos, diseños, camisetas, y ahora hago cosas con impresión 3D. Comunicar, y eso también incluye la tele, me encanta, pero ¿y si mañana descubro que lo que realmente me mueve es ser el mejor fabricante de sillas?”. “Es un ejemplo estúpido, ¿eh?”, justifica, quizá recordando cuando Damià Rodríguez Vila estudió diseño industrial.

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