La compra de la editorial Periscopi por parte del Grup 62 (integrado desde el 2013 en el grupo Planeta) marca una tendencia a la concentración y redibuja el mapa editorial catalán, donde hasta ahora ya uno de cada tres títulos lo publicaba el principal conglomerado del sector. Los últimos años, las cifras editoriales han sido muy buenas, de récord, incluso, con un mercado que parece que no acabe de crecer, como hace unos días recordaba el director editorial del Grup 62, Emili Rosales, que hablaba de un alza en torno al 5%. Pero esta bonanza no llega igual a todo el sector, en un sistema diverso que hoy en día se articula alrededor de tres grandes grupos y un grupo de independientes que acaba de perder a uno de sus líderes con el paso de Periscopi al Grup 62.
Tras unos años en que sus rivales se concentraban –Penguin Random House ha articulado un grupo potente con La Magrana, La Campana y Rosa dels Vents, mientras que Abacus Futur reúne los sellos de Enciclopèdia, Ara Llibres y Navona–, el Grup 62 incorporó al grupo valenciano Bromera y ahora la editorial independiente en catalán que lidera Aniol Rafel.

.
Al mismo tiempo, hace unas semanas Raig Verd hacía público que atravesaba un mal momento, con una facturación que había caído un 30% y ponía su proyecto “en una posición delicada”, hasta el punto de que anunciaron el cierre de su sello juvenil Indòmita y pedían ayuda para superar la situación. Su editora, Laura Huerga, agradece el buen recibimiento que ha tenido su SOS, porque “es difícil exponerte y decir que no estás bien, pero es una situación complicada, y la concentración editorial no es una buena noticia para la bibliodiversidad”. Para ella, la de Periscopi “es una pérdida simbólica y estructural” para las editoriales independientes, a la vez que “si creen que es lo mejor para ellos me alegro”, y señala que mantiene la esperanza de que no haya cambios en su línea editorial, como ha pasado con Arcàdia, que aunque en el 2022 fue absorbida por Suma Llibres –hoy Abacus Futur– “ha continuado con la misma manera de hacer”.
Raig Verd ha caído el 30% y ha lanzado un SOS pidiendo ayuda que ha sido muy bien recibido
Entre los motivos de la situación, Huerga apunta de un lado que “el alud de publicaciones de los últimos años dificulta que los lectores lleguen a nuestras publicaciones y a las de muchas otras editoriales como la nuestra”, y también a los cambios en los comportamientos de las redes sociales, que si bien al principio les permitían el contacto directo con los lectores, en los últimos tiempos han notado que eso ya no era así y los algoritmos priorizaban “contenido más insustancial”.
Lo mismo opina Sergio Pérez, coeditor de Mai Més, especializada en fantasía y que comparte con Raig Verd la editorial Duna, orientada a grandes títulos del género de fantasía y que ha tenido mejor comportamiento, “dentro de la precariedad, pero la sombra de la fragilidad siempre está, porque las editoriales pequeñas tiramos de optimismo y nos movemos al borde del precipicio”.
Eugènia Broggi, de L’Altra Editorial, también reconoce que “está siendo un año complicado, en el que hemos facturado mucho menos. Estamos mal pero estaremos bien, porque los pequeños asumimos que un año puede ser malo”. Broggi también señala que aunque en general se vendan más libros, “el sector ha decrecido, y la media de ejemplares vendidos por cada libro es muy baja”, un hecho que atribuye a “la sobrepublicación de los grandes grupos”, y estima que títulos que aparentemente han funcionado bastante bien “hace un par de años habrían vendido el doble o el triple”. “La edición independiente es sostenible, y aunque es verdad que somos más vulnerables, también tenemos más cintura para abrir camino, ya que nuestro deber es descubrir autores y tendencias, e incluso estar preparados para que los grandes nos los roben”.
Las ventas en catalán tienen un crecimiento en torno al 5%... pero esta bonanza no llega a todo el sector
“No estamos mal, pero tampoco bien, siempre en una línea frágil. Este Sant Jordi, por ejemplo, ha sido un poco mejor que el anterior, pero aquel no fue bueno”, explica Rosa Rey, editora de Angle, que también cree que están perdiendo visibilidad en las librerías, en parte justamente por los grandes grupos, porque sus equipos comerciales tienen más margen para ofrecer descuentos que los hace más atractivos a los libreros y les da más presencia. Al mismo tiempo, el aumento de títulos trae como consecuencia el acortamiento de la vida del libro: la novedad es más breve. Para Rey, “los editores independientes tendríamos que encontrar la manera de ganar visibilidad, y también haría falta más apoyo institucional” porque “la sensación siempre es de empezar de cero: un libro te puede ir bien, pero cuando haces el siguiente es volver a empezar”.
Ricard Planas, editor de Males Herbes, que nacieron el mismo año que Periscopi y Raig Verd, recuerda que para las editoriales independientes “las cosas siempre han sido difíciles, especialmente si quieres vivir”. La editorial sufrió una crisis fuerte hace tres años, sin embargo “este año nos está yendo bien porque tenemos artillería, aunque por suerte no estamos en ninguna guerra,” asegura, porque entiende que “hay dos maneras de hacer una editorial: encontrar un nicho, que es lo que hemos hecho, o publicar libros que compiten con los grandes grupos, y no es nuestro caso”. “Estos movimientos son cíclicos, viene una concentración y después un boom independiente, y más tarde vuelve la concentración”, pero también tiene claro que detrás de este modelo “hay mucha autoexplotación y precariedad”.
¿Cuál será la próxima adquisición?
“Estamos viviendo un momento de cambio, y no creo que el péndulo haya llegado todavía al otro lado –asegura Laura Baena, de Edicions de 1984–. Si una cosa tenemos es la experiencia de cuarenta años, ya preveíamos concentración, y creemos que habrá más. Tras un año bueno hay alguno que no lo es tanto, y al final te sientes achicando agua para que la barca no se hunda; nosotros superamos la situación gracias a un equipo pequeño y tareas flexibles”.
Por su parte, Jordi Puig, de Comanegra, también cree que la concentración todavía no se ha acabado, aunque no apunta a ningún candidato y se borra de las quinielas. “Es un momento complicado para la visibilidad del libro en catalán, si se compara con pocos años atrás”, dice, y asegura que “estamos haciendo un año bueno: hace dos años tomamos la decisión de no querer crecer y priorizar trabajar bien los libros”, aunque reconoce dificultades, porque “las ventas generales están sufriendo, no son una alegría”. Para Puig, el sector “tiene que levantar la cabeza del ombligo y ver qué proyección tiene el libro, cuál es el espacio de juego”.