Una interminable sequía que duró hasta 13 años paralizó el Imperio maya hace un milenio y contribuyó al colapso de su civilización

Arqueología

el análisis de los isótopos de oxígeno en una estalagmita de una cueva en Yucatán ha permitido saber la lluvia que cayó entre el año 871 y el 1021

Los investigadores de Cambridge visitaron el sitio maya de Labná, en Yucatán, que probablemente fue abandonado durante el Clásico Terminal

Los investigadores de Cambridge visitaron el sitio maya de Labná, en Yucatán, que probablemente fue abandonado durante el Clásico Terminal

Mark Brenner

Hace 1.000 años, las ciudades mayas de piedra caliza del sur del Imperio fueron abandonadas. Longevas dinastías llegaron a su fin a medida que una de las grandes civilizaciones del mundo antiguo se desplazaba hacia el norte y perdía gran parte de su poder político y económico.

“Este período de la historia maya ha fascinado a los historiadores durante siglos”, asegura el doctor Daniel H. James, de la Universidad de Cambridge. Junto a su equipo, acaban de descubrir que una interminable sequía de 13 largos años y varias otras que duraron más de tres años cada una habrían contribuido al colapso de los mayas en el periodo Clásico Terminal.

Cataclismo maya

Teorías sobre las causas del cataclismo maya ha habido muchas, desde los cambios en las rutas comerciales hasta las guerras. La posibilidad de sequías severas siempre estuvo sobre la mesa. “En las últimas décadas, combinando datos arqueológicos con evidencia climática, hemos aprendido mucho sobre lo que les sucedió y por qué”, añade James.

La clave de su investigación, según explica en un artículo publicado en la revista Science Advances, fue un análisis detallado de los isótopos de oxígeno en una estalagmita de una cueva en Yucatán que permitió determinar los niveles de precipitación para las estaciones húmedas y secas entre el año 871 y el 1021.

Los turistas exploran la Cúpula de la Catedral, la cámara más grande de las Grutas Tzabnah (Yucatán, México). El pozo artificial

Los turistas exploran la Cúpula de la Catedral, la cámara más grande de las Grutas Tzabnah (Yucatán, México). El pozo artificial “La Noria” ilumina la cueva.

Mark Brenner

Este período coincide con el Clásico Terminal de la civilización maya, momento en el que ciudades como Tikal, Palenque y Copán experimentaron una rápida decadencia, se desplazó el poder hacia el norte, hubo un declive social y cultural y se dejaron de construir monumentos, incluso en la famosa Chichén Itzá.

En la década de 1990, los investigadores empezaron a combinar registros climáticos con los que dejaron los mayas, como las fechas que marcaron en monumentos clave, para demostrar que una serie de sequías durante el Clásico Terminal probablemente contribuyó a la masiva agitación sociopolítica en la sociedad maya.

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Los datos de la estalagmita estudiada ahora por el equipo de la Universidad de Cambridge mostraron que la época del Clásico Terminal hubo ocho sequías durante la temporada de lluvias que duraron al menos tres años, siendo la más prolongada la que afectó la región durante 13 años consecutivos.

Las estalagmitas se forman cuando el agua gotea del techo de una cueva y los minerales que contiene se acumulan formando grandes depósitos en el suelo. Al datar y analizar las capas de isótopos de oxígeno dentro de la estalagmita, los expertos extrajeron información muy detallada sobre el clima en ese período.

Daniel H. James instala un monitor de tasa de goteo sobre una colada en las Grutas Tzabnah para monitorear la cueva

Daniel H. James instala un monitor de tasa de goteo sobre una colada en las Grutas Tzabnah para monitorear la cueva 

Mark Brenner

Análisis anteriores ya habían medido los isótopos de oxígeno contenidos en sedimentos lacustres para determinar la gravedad de la sequía, pero estos sedimentos no contienen suficiente detalle para identificar las condiciones climáticas en un año determinado en un sitio en particular, dicen los autores del estudio.

“No ha sido posible comparar directamente la historia de los sitios mayas individuales con lo que conocíamos previamente sobre el registro climático”, dice James. “Los sedimentos lacustres son excelentes para obtener una visión global, pero las estalagmitas nos permiten acceder a los detalles más precisos que nos faltaban”, añade.

Datos de estaciones húmedas y secas

Su investigación ha roto barreras aislando datos de estaciones húmedas y secas gracias a las capas anuales relativamente gruesas (de aproximadamente 1 milímetro) en la estalagmita utilizada. Los isótopos específicos de oxígeno en cada capa son un indicador de la sequía durante la temporada de lluvias.

“Conocer la precipitación media anual no revela tanto como saber cómo fue cada temporada de lluvias”, señala el investigador. “Poder aislar la época de precipitaciones nos permite rastrear con precisión la duración de la sequía, que es lo que determina el éxito o el fracaso de los cultivos”, apunta.

Los investigadores de Cambridge instalan un sistema automático de agua para analizar los cambios estacionales en la química del goteo

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Mark Brenner

Incluso con las técnicas de gestión del agua que poseían los mayas, una sequía tan prolongada como la que duró 13 años habría tenido un gran impacto en la sociedad. En ese período de sequía prolongada y severa, la inscripción de fechas en sitios como Chichén Itzá cesó por completo.

“Esto no significa necesariamente que los mayas abandonaran Chichén Itzá durante estos momentos, pero es probable que tuvieran preocupaciones más inmediatas que la construcción de monumentos, como el éxito de los cultivos de los que dependían”, afirma Daniel H. James.

La punta del iceberg

La estalagmita de este estudio podría ser apenas la punta del iceberg en este campo, ya que hay otras muchas en diferentes cuevas de la región que podrían ser vitales para reconstruir el rompecabezas del período Clásico Terminal. “Además de lo que pueden revelarnos sobre este período de la historia maya, también podrían explicarnos cosas sobre la frecuencia y la severidad de las tormentas tropicales”, concluye.

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