Julia Roberts era la única del olimpo de Hollywood que no había debutado en La Mostra ¿Por qué ahora?

Venecia no es Cannes

En su rivalidad histórica con Cannes, Venecia ha logrado consolidarse como el verdadero trampolín hacia los Oscar

US actress Julia Roberts attends the red carpet of the movie

Los fans desafiaron lluvia, viento y todo tipo de molestias en el Lido para ver de cerca a la diva Julia Roberts, este viernes en el Lido veneciano  

AFP

Los fans de Julia Roberts desafiaron este viernes lluvia, viento y todo tipo de molestias en el Lido para ver de cerca a la diva. Martina llegó desde Milán solo para un selfi. Se plantó en primera fila frente al Palacio del Cine “hacía dos días” y lo consiguió: Julia Roberts le sonrió y se inclinó para entrar en el encuadre junto a la chica y sus amigos. “Eres guapísima, Julia”, le dicen en italiano, quizá sin que lo entienda. Una última sonrisa magnética y después se aparta para posar con el resto del reparto. La emoción es grande, aunque, en el fondo, aquí ya están acostumbrados.

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Y es que la actriz de Notting Hill era prácticamente la única entre sus colegas del olimpo de Hollywood que todavía no había pasado por la alfombra roja, que ayer atravesó en una pausa de las tormentas veraniegas. El día anterior fue el turno de George Clooney y Emma Stone; el domingo le tocará a Jude Law, y la lista podría seguir mucho más. El caso es que el certamen se ha convertido en los últimos años en la pasarela preferida de las figuras de Hollywood. La razón es sencilla: en su rivalidad histórica con Cannes, Venecia ha logrado consolidarse como el verdadero trampolín hacia los premios de la Academia. Quien de verdad quiera aspirar a la estatuilla debe estrenar aquí.

La señal de que algo había cambiado, tras años de declive a principios de siglo, fue la larga serie de títulos que después acabaron nominados y premiados por la Academia

La señal de que algo había cambiado, tras años de cierto declive a principios de siglo, fue la larga serie de títulos que después acabaron nominados y premiados en los Oscar, también gracias a una cuestión de calendario. El primero en impresionar a las grandes majors estadounidenses fue Gravity (2013), seguido de Birdman (2014), Spotlight (2015), La La Land (2016), The Shape of Water (2017), Roma (2018), Nomadland (2020). Mientras, en esos años, en Cannes, salvo alguna ilustre excepción como Parasite, el impacto fue menor.

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El círculo así, cuentan en la Bienal, se volvió virtuoso: la vitrina para los Oscar atrae a los grandes nombres, y estos arrastran patrocinadores, público y, en consecuencia, dinero. Lo que aún no tiene el Lido es un verdadero mercado cinematográfico; en ese terreno, la distancia con Cannes es enorme: allí se cierran las grandes ventas internacionales, con el Marché du Film que atrae a miles de profesionales. En resumen: en Venecia se lanza la obra y la marca del autor; en Cannes se compra y se vende.

Lo que aún no tiene el Lido es un verdadero mercado cinematográfico: en Venecia se lanza la obra y la marca del autor; en Cannes se compra y se vende

Es también una cuestión de espacios: en el Lido no hay sitio para todos. El representante italiano de una major cuenta que desde Los Ángeles le piden reservar decenas de habitaciones ya en invierno “sin ni siquiera saber qué película llevarán. Están aterrados de no encontrar alojamiento”. Y plazas no faltarían: el hotel Des Bains, a menos de un kilómetro del corazón de la Mostra –un templo del liberty donde Thomas Mann ambientó Muerte en Venecia y Anthony Minghella rodó El paciente inglés– permanece cerrado desde 2009 por las deudas acumuladas, aunque el fondo propietario ha alcanzado recientemente un acuerdo con los bancos para su rehabilitación. Mientras esperan los andamios, George Clooney toma una lancha y se va a dormir a la isla de la Giudecca. Ni siquiera los divos encuentran cama en el Lido

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