Núria Busquet: salvar a una hija sin caer

Novedad editorial

La escritora y traductora narra en ‘Fam’ la odisea para superar la anorexia

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Núria Busquet en la sede de la editorial Periscopi

Miquel González / Shooting

Como madre, ya contaba con que si me tuvieran que poner una nota, no sacaría un 10, pero al menos un 7 sí, ¿no? Pero cuando te pasa algo así es como si la nota bajara al 2 ”. Cuando la escritora y traductora Núria Busquet (Cardedeu, 1974) dice “algo así”, habla de la anorexia de su hija, que narra en Fam ( Periscopi ), un ensayo literario desde la catarsis de la madre que lucha por salvar a su hija.

“El objetivo inicial, de hecho, era un retrato generacional. Tengo 50 años y una sensación muy agridulce, pero no es nostalgia por mi juventud en los años noventa, sino de una manera de ver el mundo en que había posibilidad de cambiarlo. ¿Qué ha pasado? Hemos fracasado”, reflexiona la autora. De la época le viene la pasión por Kurt Cobain y por Courtney Love, la superviviente, y también por eso ha intentado escribir un libro “que sea como una canción grunge”: “Íbamos a la discoteca a romperlo todo porque estábamos rabiosos, parecía que el mundo estaba más o menos organizado y nos rebelábamos, y ahora ya se ve que todo puede ir hacia atrás”.

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En el libro, cita a los grunge, pero también a escritores como Anna Ajmátova, Paul Auster, Anne Carson o Gabriel Ferrater, o cineastas como Terry Gilliam o James Cameron, entre muchos fantasmas que evoca y la acompañan en una escritura dura que “es vómito emocional, sí, pero con una forma muy trabajada, bonita y terrible, como me gusta la literatura. Escribo a chorro, lo dejo descansar y lo trabajo mucho, también para que salga el arte y la literatura, que no sé si cura, pero consuela. El arte es la compañía de los solitarios”.

El libro, asegura, la ha ayudado “a entender la dimensión social, saliendo de mi propio caso, para comprender que algo estamos haciendo mal todos, no puede ser que sea yo la única que lo ha hecho mal”. Por eso espera “que la gente entienda el sufrimiento solitario de una madre que se siente culpable”, pero sin renunciar a la esperanza: “Los hijos se pueden curar, y el mundo, mejorar, aunque al final la mierda acaba haciéndose evidente”. Eso también significa denunciar los problemas del sistema sanitario al que se tuvo que enfrentar: “Crees que cuando tu hijo esté enfermo, el sistema te lo curará y lo acogerá, pero con la salud mental no es así, estos trastornos no son graves hasta que son graves, es decir, que para el sistema no hay prisa, pero se tratan cuando ya reviste gravedad y entonces ya es muy grave, porque está muy instalado. Al final, la única opción que te queda es pagar, y es humillante tener que pedir un crédito para curar a una hija”.

Núria Busquet Molist (Cardedeu, 1974). Traductora y escritora. Licenciada en Traducción e Interpretación. Entrevista a l'escriptora i traductora Núria Busquet, que presenta 'Fam', en què narra la seva experiència com a mare d'una nena greument malalta d'anorèxia

Núria Busquet

Miquel González / Shooting

El libro narra la dificultad para que las atendieran y una falta generalizada de empatía y comprensión: “Me hicieron sentir que estaba chalada. Mi hija se me está muriendo, ¿cómo es posible que en el momento en que estoy más desesperada nadie me dé la mano? Al contrario, se me quitaban de encima y fue muy traumático”. “No dudo de que Sant Joan de Déu sea muy bueno en curas del cáncer y otras enfermedades, pero en salud mental faltan recursos y respeto al paciente. Allí solo se la querían sacar de encima y me la devolvían a casa y volvía a tener el mismo problema, viendo cómo iba dejando de comer hasta que volvía a ingresar, y parecía que fuera culpa mía que hubiera dejado de comer. Socialmente, la culpa de todo lo que les pasa a los hijos siempre es de las madres, es algo sorprendente”. “Es un libro sobre la desesperanza y sobre caer al fondo, tenía la sensación de que estaba en el pozo con mi hija y no podíamos salir”, insiste.

Para la autora, “estamos en un mundo infantil emocionalmente en que todo se ve blanco o negro, como si no hubiera término medio; eso es de niños pequeños y causa malestar. Todos estamos en el gris, en realidad, no hay blancos o negros, y el trastorno mental también es eso”.

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