Colin Farrell ha sido la gran estrella de este jueves en el festival de San Sebastián, donde ha venido a presentar a competición Maldita suerte, una película en la que encarna a Lord Doyle, un derrochador empedernido acuciado por las deudas que se esconde en Macao en busca de un último golpe de suerte en lo casinos de la ciudad. Allí es como una especie de fantasma que se hospeda en un hotel de lujo simulando que tiene dinero a mansalva cuando en realidad está en las últimas.
Cuando una noche se acerca a un casino para jugar al bacarrá, conoce a Dao Ming, una misteriosa empleada que podría ser la clave de su salvación. O no. “El juego es una adicción que nunca se me ha acercado. Me alegro de decir que nunca ha afectado ni mi cerebro, ni mi cuenta bancaria ni mi cuerpo”, ha declarado a la prensa el actor irlandés, que en el pasado tuvo problemas con las drogas.
Si conociera a Lord Doyle, me daría la vuelta y saldría corriendo de la habitación
”No tienes que ser un adicto para interpretar a un adicto. Si conociera a Lord Doyle -el falso lord inglés que dice ser-, me daría la vuelta y saldría corriendo de la habitación”, ha incidido sobre su personaje, que realiza un descenso a los infiernos mientras se mueve con ojos vidriosos y con un par de guantes amarillos por las luminosas y brillantes salas de juego de la vibrante Macao, ciudad que se convierte en un personaje más de la película, basada en la novela de Lawrence Osborne.
Fala Chen, Colin Farrell y Edward Berger durante la sesión de fotos
Maldita suerte está dirigida por el alemán Edward Berger, el mismo que el año pasado vino al certamen donostiarra con Cónclave, uno de los fenómenos de la temporada de premios. Sin embargo, en esta ocasión, la jugada no le ha salido tan redonda. Si bien vuelve a demostrar su maestría en una puesta en escena colorida y ágil, la narración va por otros derroteros.
Dice Berger que a la hora de rodar su mayor influencia ha sido el cine oriental de directores como el chino Wong Kar-wai: “No es una película de juego, aunque suene raro”, sino sobre la búsqueda de “una paz interna, una verdad o tu camino en un mundo lleno de cosas”. Y ha añadido: ”En esta realidad y en esta película, los fantasmas existen como existen en la cultura china. Para mí esto fue muy educativo y realmente ha cambiado mi forma de ver las cosas”.
No es una película de juego, aunque suene raro, sino sobre la búsqueda de una paz interna, una verdad
Farrell, que tiene ahora en cartelera la comedia romántica Un gran viaje atrevido y maravilloso, se inspiró en la observación de jugadores en los lugares reales donde fue rodada la película, en Macao y Hong Kong, y asistió a escenas como una partida entre dos jugadores en la que la banca del casino ganó 24 millones de dólares en solo cuatro horas, según ha asegurado. Para el intérprete, de 49 años, su personaje representa “la perdida del alma en un entorno externo con una energía muy alta” y está “muy perdido en su camino”.


