Martí Domínguez: “El último hallazgo del PP es el valenciano de pueblo”

Novedad editorial

El escritor y biólogo recrea en ‘Ingrata patria mía’ las últimas horas del único rector universitario fusilado tras la Guerra Civil, Juan Bautista Peset

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Martí Dominguez, escritor presenta

Martí Domínguez, este martes en la librería Ona

Ana Jiménez

“Nunca se había visto nada parecido, tanto odio condensado”. Lo escribe Martí Domínguez en Ingrata patria mía (Destino, Proa en catalán), y no es exactamente su opinión, sino la del juez militar presente en la lectura de la sentencia antes de ejecutar, el 24 de mayo de 1941, a Joan B. Peset, valenciano ilustre, médico, profesor y rector de la Universitat de València, pero también diputado por el Frente Popular. Fue el único rector condenado a muerte después de la Guerra Civil.

Como profesor universitario, a Domínguez le impresionó que fueran una docena de compañeros de facultad los que denunciaron a Peset, y aún más su insistencia: tras de una condena a muerte conmutable a treinta años, tres compañeros hicieron reabrir la causa aportando como prueba una conferencia en que defiende la República: “El mundo académico es feroz, causa más muertes que la mina, es peligrosísimo, una selva”. El resultado es sabido, y en la novela Domínguez recrea polifónicamente las últimas tres horas del condenado con alguna sorpresa, pero siempre fiel a los hechos.

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El escritor y biólogo, sin embargo, no piensa solo en el pasado: “El gran motivo de la novela no es una reconstrucción, sino ver cómo resuena en la actualidad, cuando de golpe un mandatario como el presidente de Estados Unidos pone a Harvard, Berkeley o Columbia contra las cuerdas, ataca el libre pensamiento, la libertad de cátedra y de investigación y es un negacionista furibundo. Eso me inquieta”, alerta, porque le da miedo que pase como en el nazismo, “cuando el 90% del mundo académico alemán y austriaco participó en él”. “Me preocupa que vuelva a pasar algo así, la historia es cíclica, va por oleadas, y quizá tendré que esconder mis libros”, reflexiona.

“Hoy hay mucho odio, en Valencia ahora quieren prohibir a los autores catalanes en los libros de texto, o el último hallazgo del PP, que quieren que se escriba y se hable en valenciano de pueblo... ¿De qué pueblo? El valenciano académico es literario. Lo que no quieren es que se escriba en valenciano, sino que para las cosas importantes se pase al castellano”, asegura.

“La historia es cíclica, va por oleadas, y quizá tendré que esconder mis libros”, reflexiona el escritor

“¿Por qué la derecha tiene que conducirnos al negacionismo y a estas violencias tan extremas?”, se pregunta Domínguez. Para él, Peset representa el deseo de una derecha liberal e ilustrada, porque “es un librepensador, un renovador de familia valencianista, de la Escola Lliure d’Ensenyança, que participó en el primer homenaje en Darwin y también en el Congrés de Metges i Biòlegs en Llengua Catalana en la Universitat de València, y muchos no le perdonaron haber abandonado el conservadurismo y haber buscado una vía progresista de cambio social a pesar de pertenecer a la alta burguesía valenciana”. La novela, de hecho, también retrata como sus compañeros de cautiverio lo rechazaban por su origen burgués, convencidos de que su clase lo salvaría. 

“En ese momento de polarización extrema, un ideólogo de la República como es Peset produce unos odios infinitos entre sus propios compañeros”, dice, a la vez que señala que “era muy ingenuo, no creía que le podía pasar aquello, pudo haber huido tres veces y no lo hizo, solo tenía el deseo de buscar el bien, no lo ajusticiaron por lo que hizo sino por lo que habría podido hacer, por sus ideas, porque inquietaba a la nueva España, pero protegió a monjas y a eclesiásticos e incluso cuando un pelotón de milicianos quería quemar la Geperudeta, los paró, y eso encima le fue a la contra en el juicio porque le reprocharon que habría podido hacer todavía más”.

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Martí Domínguez, este martes en la librería Ona

Ana Jiménez

Aunque actualmente Peset es reconocido –una de las principales avenidas valencianas, un colegio mayor y un hospital llevan su nombre–, Domínguez cree que “es muy desconocido por la ciudadanía”. Aun así, peor suerte corrió el recuerdo de uno de sus denunciantes, Francisco Marco Merenciano: llegó a colaborar con Vallejo-Nájera en la investigación del gen rojo, publicó algunos manuales médicos que le reportaron cierto reconocimiento y le dedicaron calles en València o en su natal Llíria, honores que le fueron retirados gracias a la ley de Memoria Histórica. 

Como muestra de que a pesar de los 50 años de posfranquismo todavía queda mucho por hacer, Domínguez también incluye en el libro a los tres compañeros fusilados con Peset, entre los que está Antoni Agustí Gil, que fue alcalde de Sagunt, pero “en el Ayuntamiento hay fotografías de todos los alcaldes, menos él”. Silenciado, no sale en ninguna parte. Hasta ahora.

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