Cuando Roseta Mauri se cansó de posar para Manet, el pintor se enfadó y tituló el cuadro como Chica joven en rosa, un claro ejemplo de criptoginia, porque la modelo era la primera bailarina de la Ópera de París. Roseta Mauri Segura (Reus, 1850 - París, 1923) destacó en su disciplina en el momento en que el ballet tal como lo entendemos hoy se abría paso en los escenarios.
Es precisamente esta criptoginia la que ha mantenido en la sombra de nuestra historia a un personaje que rompió moldes en el siglo XIX y que ahora el TNC reivindica. Nacida en Reus, esta bailarina es la protagonista de La filla de l’aire, la obra que ha escrito y dirige Raimon Molins en la sala Petita.
Raimon Molins es el dramaturgo y director de la historia de esta mujer que rompió moldes en el siglo XIX
La directora del TNC, Carme Portaceli, destaca que “Roseta Mauri fue una pionera de las coreografías de las óperas”, y que este espectáculo nace de la colaboración con la sala Atrium, que es el teatro que gestiona Molins, porque “el TNC no puede hacer muchas giras, y con Atrium es más fácil y con esta posibilidad el espectáculo puede empezar a volar”.
Molins explica más detalles de esta historia poco conocida: “En muchos de los cuadros de Degas, la protagonista es ella. También la pintó Manet, Renoir y otros artistas de la época. Roseta es de familia pobre y va dando pasos en Barcelona, donde baila en el Liceu, y pasa a la Scala de Milán, donde su arte ya es muy reconocido. Después de un toma y daca entre la Scala y la Ópera de París, se establece en la capital francesa como primera bailarina de la ópera. Baila hasta los 42 años, y a partir de entonces pasa a ser profesora de las nuevas bailarinas”.
“Mauri se dedica plenamente a la danza, se casa con la profesión y no quiere saber nada de pareja o familia –continúa el dramaturgo y director–. Acaba siendo riquísima, con palacios y castillos en propiedad. Hablamos de una personalidad extraordinaria, conocidísima en la época. Y hace muchas cosas que entonces las mujeres no las hacían. Es de la época que aparecieron los zapatos de punta de ballet. Era una mujer excepcional, en un momento muy especial en el ballet, y ella no pide perdón por hacer lo que considera que tiene que hacer. Era una persona muy expresiva”.
La escenografía de La filla de l’aire se inspira en un estudio de danza, con un espejo, un piano de cola y un linóleo para que no resbale. “El título proviene de un ballet que hizo en Barcelona y era uno de los nombres con que era conocida”, manifiesta Molins.
En el reparto, Cristina Plazas es la Roseta profesora y también una conferenciante; Lluïsa Mallol es la Roseta ya mayor; Anna Casasola es la Roseta bailarina, y Ainet Zaragoza es la Roseta niña, que aparece en vídeo. Moïse Taxé interpreta todos los papeles masculinos y también toca el piano, “con piezas adaptadas a este género impresionista”, detalla el actor.
Raimon Molins no recuerda exactamente cómo descubrió a esta mujer que lo cautivó: “Hace quince años o más que tropecé con este nombre, empecé a estirar y descubrí que era un personaje fascinante. Lo tenía guardado en un cajón y cuando lo hablé con Carme Portaceli quise reflexionar sobre una vida vinculada a un cuerpo, a una bailarina, cómo envejece...” Y concluye: “El ballet también es una manera de explicar cómo se construye la Europa que tenemos y que ahora intentan deconstruir. La filla de l’aire es un espectáculo sobre la belleza y también sobre la vejez”.


