El mismo día en que aparecieron las primeras vallas publicitarias para despedir a Charles Krantz, internet desapareció de forma definitiva. También dejaron de emitir las radios y las televisiones, aunque en algunos momentos muy puntuales pasaron anuncios y cuñas para decir adiós a Krantz.
Poco después se desató el caos circulatorio. Y el ferroviario. Parte de California quedó anegada en el mar. Se registraron terribles tormentas y otros desastres en buena parte del mundo y los científicos vaticinaron el inmediato fin del mundo. Pero, ¿quién era Charles Krantz? Un simple contable, un hombre común y corriente.
Fotograma de 'Bulk'
Mike Flanagan dirige La vida de Chuck, basada en un relato de Stephen King. Una de las películas más emotivas y bonitas de este año, que ha pasado por el festival de Sitges y que llegará a la cartelera española el próximo fin de semana. Flanagan cuenta la vida de Chuck de final a principio y va desvelando poquito a poco como ese simple contable fallecido a los 39 años era también un amante del baile y un niño que hacía feliz a quienes le rodeaban.
La propuesta de Flanagan, amigo íntimo del certamen, cuenta con unos bailes espectaculares, que emulan a los inolvidables números de Fred Astaire y Rita Hayworth en películas como Bailando nace el amor (William A. Seiter, 1942) o Desde aquel beso (Sidney Lanfield, 1941). Y por si fuera poco, el realizador estadounidense ha tenido el acierto de recuperar al gran Mark Hamill, el inolvidable Luke Skywalker de Star Wars, para encarnar al abuelo del protagonista de esta cinta que no pasará desapercibida y que ha brillado en un Sitges no siempre tan terrorífico.
Imagen de 'Honey bunch'
Nada tiene que ver la belleza de La vida de Chuck con Honey Bunch, la inclasificable propuesta de los canadienses Madeleine Sims-Fewer y Dusty Mancinelli. Cuenta la historia de Homer y Diana, una pareja que sufrió un accidente automovilístico en el que ella quedó incapacitada. A Homer no se le ocurre otra cosa que internar a Diana en una siniestra clínica aislada en medio de un bosque y regentada por una señora no muy agradable que recuerda a la señora Danvers de Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940).
Cualquiera que haya visto algo de cine de terror saldría escopeteado del extraño centro de rehabilitación, pero Honey Bunch está ambientada en los años 70 y sus protagonistas aún no han padecido las suficientes sagas de miedo como para desconfiar del lugar, de la doctora que lo pilota y de los extraños experimentos que acontecen en su interior.
Mucho más original es la propuesta del japonés Genki Kawamura Exit 8, basada en un popular videojuego. Un joven, al que da vida Kazunari Ninomiya, que ya es uno de los candidatos a hacerse con el premio al mejor actor en esta 58 edición del festival, viaja en metro escuchando con sus auriculares el Bolero de Ravel y ajeno a lo que sucede a su alrededor.
Camina por el túnel de trasbordo para tomar la calle en la salida 8, pero no consigue encontrarla. Entra así en un bucle infinito: solo conseguirá llegar al exterior si es capaz de detectar las anomalías que aparezcan en ese recorrido al que se somete una vez tras otra. Unas anomalías que, en palabras de Kawamura, pueden ser “cosas cotidianas como pequeñas violencias, como cuando en un vagón ves a un hombre maltratando a una mujer y el resto de la gente hace como que no se da cuenta y continúa mirando fijamente su teléfono móvil”.
Uno de los personajes del metro de 'Exit 8'
Y en este Sitges de contrastes se ha presentado también Bulk, lo nuevo de Ben Wheatley, una carta de amor al cine de bajo presupuesto con toques lynchianos. El cineasta británico, que triunfó por estos lares con el folk horror de Turistas (2012), y que en esta edición ha sido galardonado con una Màquina del Temps, dijo ante la prensa que le gusta trabajar con diferentes presupuestos: “No creo que haya un buen filme con más dinero o un mal filme con menos dinero”.
Bulk, que compite en la sección oficial fantàstic, cuenta cómo un científico lleva sus experimentos demasiado lejos, una trama que le ha permitido ser “realmente libre y tener mucha diversión” en el set. “Me gusta la ciencia ficción de los 60, la franquicia de Marvel o jugar a videojuegos. Me lo paso bien con todo”. Su heterogénea filmografía, que incluye Megalodón 2: la fosa, da fe.



