Procedían de Alemania, Austria, Polonia y Francia. No les quedaba nada más que la esperanza de llegar a Portugal para atravesar el Atlántico y refugiarse en América. Unos 8.000 judíos huyeron de los nazis a través de los Pirineos entre los años 1942 y 1943. Ahora la cineasta catalana Judith Colell ha llevado su historia a la gran pantalla en Frontera, una cinta que ha pasado por el festival de Valladolid y que llegará a las salas españolas el próximo mes de diciembre.
Colell se adentra en este drama del exilio a través del personaje de Manel Grau, a quien da vida Miki Esparbé, un funcionario encargado de administrar la frontera entre España y Francia en la zona pirenaica cercana a Sort. Manel vive con su familia en una pequeño pueblo fronterizo. En 1943, llega a su aduana un grupo de judíos, pero recibe la orden de que no los deje pasar. Los nazis aparecen en el otro lado de la valla y detienen a los refugiados.
Cuando esta situación se convierte en algo habitual, Manel decide tomar medidas y ayudar a los exiliados a cruzar la frontera por caminos alternativos con la complicidad de un maqui francés, la tabernera del pueblo y el responsable de la Guardia Civil. El equipo de rescate se topa con el alcalde de la localidad, aliado de los nazis. Asier Etxeandia, Bruna Cusí, María Rodríguez Soto y Jordi Sánchez completan el reparto de esta producción rodada en las inmediaciones de Sort, donde Colell veraneaba de pequeña.
“Cuando me ofrecieron el guion, me pareció muy interesante porque me obligaba a salir de mi zona de confort. Frontera es una película grande, con muchos personajes, de acción, de thriller y a la vez me pareció muy interesante porque dialoga con el presente al hablar de gente que huye de la guerra y del hambre”, señala Colell en una entrevista con La Vanguardia.
Miki Esparbé, Maria Rodríguez Soto, Judith Collel y Asier Etxeandia en la Seminci
Y añade que cuando los refugiados llegan a un lugar, la gente local “toma tres posiciones, unos los quieren denunciar, otros los quieren acoger y unos terceros miran para otro lado como diciendo esto no va conmigo”. “La mayor parte de la gente opta por lo último, por girar la cabeza y son justamente esos personajes grises los que en la película deciden implicarse y ayudar a la gente aunque eso suponga correr un riesgo”.
Frontera transcurre en 1943, pero los paralelismos con lo que sucede ahora en muchos lugares del mundo son inevitables: “La película está en este momento más vigente que nunca porque hay un genocidio en marcha. En Gaza están matando a las personas simplemente por ser palestinos”, señala la directora. “Una vez leí un poema que nunca he olvidado, decía algo así como que nadie se adentra en el mar a no ser que la tierra sea más peligrosa que el propio mar”, concluye la realizadora.


