Llueve, ha llovido y seguirá lloviendo durante horas en Hamburgo, y cuando no llueve el cielo sigue pesado y gris. Aunque solo eso no justifica la excelente acogida que ha tenido la presencia catalana en el Elbphilharmonie de Hamburgo, el “place to be, el lugar donde estar porque lo que pasa aquí importa en el mundo”, en palabras del director general del Palau de la Música, Joan Oller, junto al río, expuesto al frío y la humedad ambientales.
El público alemán no solo ha respondido con entusiasmo a este Focus Catalunya coorganizado con el Institut Ramon Llull, sino que se ha emocionado con lo que ha visto, como pudieron vivir ya el viernes los integrantes de la Cobla Sant Jordi-Ciutat de Barcelona cuando la plaza del emblemático edificio se llenó para bailar sardanas guiadas por la coreógrafa Anna Romaní. Cuando se animaban en los llargs, algunos parecían más bien bailadores de cancán, pero la mayoría bastante tenían con seguir el ritmo sin tropezar, como Antonia y Luka, que fueron porque estudian catalán en la universidad.
Sardanas en la Plaza del Elbphilharmonie con la Cobla Sant Jordi-Ciutat de Barcelona
La Cobla Sant Jordi triunfó primero con una ‘ballada’ popular y al día siguiente en el gran auditorio
Después, en la sala grande del Elbphilharmonie, conocido por la espectacularidad del espacio y por un sonido seco que permite escuchar a la perfección cualquier matiz de la orquesta, la OBC presentó un programa tanto reivindicativo de la catalanidad como interesante para el público germánico, empezando por una suite poco habitual de Isaac Albéniz, The magic opal, y, ya con la soprano Núria Rial, una selección de canciones de Frederic Mompou –orquestadas por Albert Guinovart– y Els ballaires dins un sac de Robert Gerhard que emocionaron al público.
La segunda parte, más sinfónica, tras arrancar con Prelude à l’après-midi d’un faune de Debussy, sorprendió con Pluja, pieza encargada por L’Auditori al compositor Miquel Oliu inspirada en un poema de Antoni Clapés, con mucha dinámica repartida entre los instrumentos, para acabar con el gran crescendo orquestal del Bolero de Ravel que entusiasmó, y que extraordinariamente hizo que saliera a saludar el solista de percusión Marc Pino, que con su caja aguanta toda la estructura. Las 2.100 personas que llenaban el auditorio reventaron en una larga ovación.
Tarta Relena, durante su concierto
Luego el público, rejuvenecido y más alternativo, quedó boquiabierto gracias a las Tarta Relena, Helena Ros y Marta Torrella, con cuya música sale del canto coral y a cappella pero con electrónica y experimentación, y lo demostraron ya abriendo con Amvrosías, con la dupla palindrómica Odniramat/Tamarindo, hablando del aumento de la temperatura del mar a partir de datos concretos en Galenismós o actualizando en Beata viscera, un tema del siglo XI.
Además de la tradición, el Cor de Cambra del Palau puso de relieve la nueva generación de compositores corales
Ayer, antes de que sonara la música se quiso presentar la cultura catalana en una mesa redonda en que alemanes como Erianni y Klaus aprendieron de dónde viene la tradición musical catalana, de la que no sabían nada hasta que el miércoles fueron a escuchar el concierto del Hespèrion XXI de Jordi Savall y salieron encantados. Entre Oller; el director del Cor de Cambra del Palau, Xavier Puig; la directora de Creació del Institut Ramon Llull, Maria Lladó, y el periodista musical Albert Torrens, moderados por Vincent Dahm –todo en inglés, sin traducción–, pusieron algunos fundamentos para los dos centenares largos de personas que les escuchaban, empezando por la lengua y pasando por la música coral, Pau Casals o la nueva canción y llegando a la actualidad. Y sí, también salió el nombre de Rosalía.
La Cobla Sant Jordi interpreta 'La Santa Espina' en la sala grande del Elbphilharmonie
Más tarde, la sala grande se volvió a llenar –hacía semanas que habían agotado las entradas– para escuchar a la Cobla Sant Jordi, con un repertorio entre la evolución de la sardana y el concierto, con piezas de Morera, Garreta, Toldrà, Lamote de Grignon, Pau Casals, Joan Albert Amargós o Xavier Pagès-Corella. El público descubrió las texturas de una música con una sonoridad de raíz, pero exportable y más variada de lo que parece, y la ovación fue también clamorosa. Quisieron acabar con un bis, como no podía ser de otro modo, con La Santa Espina, pero el respetable pidió más, y repitieron con más éxito si cabe Juny de Garreta.
‘Pluja’, el encargo de L’Auditori al compositor Miquel Oliu, fue recibida con sorpresa y emoción
Xavier Puig dirigiendo el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana
Ayer, la música catalana acabó en el Elbphilharmonie con el concierto del Cor de Cambra en la Kleiner Saal, y puso de relieve el peso de la tradición con piezas emocionantes como el Cant de la senyera o L’emigrant, pero también de la generación C –compositores, corales, catalanes y contemporáneos– como Bernat Vivancos, Joan Magrané, Josep Vila, Carles Prat, Josep Ollé, y dejaron para el final una serie de adaptaciones del cancionero popular de Anna Campmany –que, como Prat, es además cantante del coro–, el mismo director del coro, Xavier Puig, Arnau Tordera, Josep-Lluís Guzmán y Feliu Gasull, un animado fin de fiesta con un emocionante Cant de la senyera que habría puesto punto final a su actuación, pero ante la insistencia optaron por volver a interpretar Tota la gent de Rupit –versión Campmany– con una nueva gran ovación del medio millar largo de personas que llenaban la sala hasta los topes.
Hoy, ya el cierre, también todo vendido, con Sílvia Pérez Cruz y Salvador Sobral, porque la música catalana sale de Catalunya y llega allí donde quiere.


