Marisol Schulz: la mano que mece la cuna de la FIL

Perfil

La directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, una de las mujeres más influyentes de Latinoamérica, es hija de una valenciana y de joven vivió en Barcelona compartiendo piso con Lluís Llach

Marisol Schulz, fotografiada este sábado en la FIL de Guadalajara

Marisol Schulz, fotografiada este sábado en la FIL de Guadalajara 

IGNACIO RODRIGUEZ

Es una de las mujeres más poderosas e influyentes de la cultura latinoamericana. Marisol Schulz (Ciudad de México, 1957) dirige desde 2013 el mayor gigante de la edición mundial en castellano, la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México), que se celebra estos días con Barcelona como invitada de honor. Sus vínculos con la capital catalana son más estrechos de lo que pudiera parecer a primera vista. En su casa, ya de pequeña, se hablaba valenciano, la lengua de su madre y sus abuelos: “Mi abuelo republicano salió en el último barco que pudo huir de Alicante hacia las costas de Argelia. De los campos de concentración en África, pasó a Francia y, finalmente, lo acogieron en México como refugiado político… pero tuvo que dejar a su familia en Valencia, mi abuela y sus dos hijas. Así que mi madre llegó a México a los 17 años, ya en la posguerra, conoció a mi padre, y yo soy hija de este mestizaje. Vivíamos con mis abuelos, con mi tía abuela valenciana, otra tía, era una casa familiar grande donde se oía el valenciano todo el día”.

Gran lectora desde bien joven, la “maravillosa” biblioteca de su abuelo se nutría de las librerías y puestos de segunda mano. “Conseguía auténticas joyas, pero él tenía poquito dinero, como todos los refugiados. Mi familia era muy intelectual y artística, procedían de una cierta ‘aristocracia’ cultural valenciana. Mi bisabuelo, José Manaut Nogués, era el mejor amigo del escritor Vicente Blasco Ibáñez, y del pintor Sorolla. Fue periodista, fundador de un periódico en Valencia, decano del Colegio de Abogados, escritor y crítico de arte, muy inquieto, muy republicano, muy activo políticamente. Mi tío abuelo pintor fue discípulo de Sorolla y hoy en Valencia le han dedicado el Museo Manaut. Mi abuelo, escultor, estudió con Benlliure, era de Esquerra Unida, como abogado fue el que firmó el primer divorcio en Valencia e instauró la primera escuela mixta. Obviamente, cuando entra el franquismo, es sentenciado a muerte, tiene que salir huyendo... Y ya no regresó”.

Schulz estudió en el colegio Madrid, fundado por exiliados españoles. “En clase, todos los lunes, rendíamos honores a la bandera, primero la saludábamos y cantábamos el himno mexicano y luego, siempre, el himno de Riego, que por supuesto me sé de memoria, pues lo canté de los 4 a los 17 años. Es una historia muy chistosa, porque la gente en España hoy no lo conocen pero, para nosotros, era nuestra ‘Marsellesa: ‘Serenos y alegres / valientes y osados / cantemos soldados / el himno a la lid./ De nuestros acentos / el orbe se admire / y en nosotros mire / los hijos del Cid’. Era una educación muy libre, que seguía los preceptos pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza, y eso te marca”.

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Su abuela y su madre -“como en la serie Cuéntame”, dice- empezaron a coser en casa para generar ingresos extras… “y acabaron creando un negocio importante, una pequeña fábrica textil, que en algún momento fue muy próspera”.

“A Lluís Llach lo conocí en mi casa, de jovencita”. El cantautor era, en Barcelona, compañero de piso –y de facultad- de Jesús Olazo, militante del POUM, que se había hecho muy amigo de la tía de Schulz. “Un día nos dicen que va a venir Lluís Llach a cantar a México… y se queda a vivir en mi casa. A los 15 años, conocer un cantante como él te cambia el mundo, con una manera de ver totalmente distinta al tipo de amiguitos que yo podía tener en México, conocí la 'Nova Cançó'… Para mí fue una revolución mental, y nos volvimos amigos. Siempre que íbamos a Barcelona, nos quedábamos en su casa, en la calle de Industria, cerca de la Sagrada Familia. Y luego, en 1977, por un tema personal, me fui a vivir a Barcelona una temporada y me dijo Lluís ‘pues quédate conmigo’. Y allí viví, fue una relación muy linda y muy agradable”. En esa época, “yo le acompañaba a los conciertos, venía y me decía ‘tinc un bolo a tal lloc, Marisoleta, vine amb mi!”, y pues íbamos. Y era famoso, ya era Lluís Llach, teníamos todos sus discos aquí en México pero era sobre todo un amigo. Empecé a leer mucho en catalán y a leer poetas catalanes, como Salvador Espriu. Aunque no tenga ocasión de hablarlo, para mí el valenciano, el catalán, es otra lengua materna que tengo desarrollada. Y conocí a Pi de la Serra, fuimos muy amigos”.

En la UNAM, mientras estudiaba Historia, Schulz se metió a trabajar en la gaceta de la universidad, que informaba de todo lo que sucedía en esta institución “pero que parecía una especie de agencia de noticias porque las cosas que publicabas acababan saliendo en los diarios nacionales, sobre todo los avances o descubrimientos de los investigadores. Y, en arte, estábamos en conexión con la vanguardia mexicana”.

Tragedia

Cuando Raúl Padilla apareció muerto en su casa junto a una pistola, Schulz asumió las riendas

La edición universitaria y científica, que extendió en publicaciones de diversos centros de investigación, “fue una excelente escuela de edición. Si tú pasas por eso, sabes editar cualquier otra cosa, porque los que escriben no son escritores profesionales, sino el profesor que publica un libro, con el que tienes que trabajar mucho la sintaxis, la gramática, el estilo…”.

En 1993, Sealtiel Alatriste la llamó para trabajar junto a él como editora literaria en Alfaguara México. “Éramos tres personas, y lo hacíamos todo, hasta lo infantil, y otros sellos como Aguilar, Altea, Taurus…”. Cuando nombraron a Alatriste cónsul en Barcelona, Schulz se convirtió en directora editorial, “En el grupo Santillana trabajé 17 años en Alfaguara, 10 de ellos como directora”. Ahí trabó amistad con varios grandes autores, como Arturo Pérez-Reverte, “con quien trabajamos el lenguaje de la parte de La Reina del Sur que sucede en México”, así como con Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti, Augusto Monterroso, Sergio Ramírez, Elena Poniatowska, Carlos Fuentes… “Me sentaba con ellos a trabajar los textos”.

En el 2010, se tomó un año sabático, pero la llamó Raúl Padilla, el presidente de la FIL, para encargarle montar una feria del libro en español en Los Ángeles (EE.UU.). “Así que me fui a vivir a California, era necesario entender lo que se vivía ahí, no llegar en plan conquistador para decirles ‘esto es lo que ustedes necesitan’”. La feria se sigue celebrando, dirigida aún por Schulz.

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Una plaza literaria, el pabellón de Barcelona en la FIL de Guadalajara

IGNACIO RODRIGUEZ / Otras Fuentes

En el 2013, tras la marcha de Nubia Macías, Padilla nombra a Schulz directora de la FIL de Guadalajara, la segunda más grande del mundo, solo superada por Frankfurt. El momento más duro fue -si exceptuamos la pandemia del 2020, en que se perdió mucho dinero - en 2023, cuando Padilla, omnipotente presidente del evento desde que lo fundó de la nada en 1987, apareció muerto en su domicilio junto a una pistola y una carta de despedida. En medio de la conmoción por el suicidio, y los nubarrones de dudas que se cernían sobre la FIL, Schulz asumió nuevas competencias en su función de directora y, tras algo más de un año, se nombró al hermano menor del fallecido, José Trinidad Padilla, nuevo presidente. Desde entonces, la FIL ha ido batiendo sus marcas de asistentes y facturación. “Yo marco las líneas –afirma- pero no soy la que lo hace. Lo ejecuta un gran equipo de profesionales. Yo soy la directora de orquesta, per no hay concierto sin los músicos, cada uno es un virtuoso de su propio instrumento”.

La FIL ha hecho que México asuma, durante unos días de noviembre y diciembre, la capitalidad literaria en español, que el resto del año sigue ostentando Barcelona, por número de editoriales y publicaciones.

Los primerizos en la feria suelen preguntar por la violencia, en un estado, Jalisco, con récords de desaparecidos. Schulz responde: “Es como si dijéramos que en todos los colegios de Estados Unidos hay gente matando niños. Eso no es cierto. En México hay violencia, pero hemos visitado Tequila con el jurado del premio FIL, rodeados de gente borracha, y nadie nos ha agredido. O sea, vivimos una vida relativamente tranquila, que hay violencia no lo puedes soslayar, pero es en lugares específicos y a menudo entre grupos criminales que se agreden entre sí. Puedes tener la mala pata de que te toque a ti, como si estás en una iglesia rezando en Estados Unidos, y entra un tipo loco y te mata. En una calle principal de Los Ángeles, hubo una balacera y la gente se tuvo que refugiar dentro de la librería, un autor, escondido entre libros, pensó que le iban a matar. Eso nunca nos ha pasado en México, la feria se celebra en paz y seguridad. No nos estamos matando todo el tiempo, yo no tengo blindaje, y voy por la vida tranquilamente”.

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Schulz, conocida por mirar con escepticismo el plato que aquí en México llaman paella - “siendo de familia valenciana, yo solo como la que hacen en casa”- se siente orgullosa de lo construido: “Y más porque es una pelea de una universidad pública mexicana, que es la organizadora de la feria, y por tanto nuestro principal objetivo no es vender libros, aunque lo hagamos y seamos autosuficientes, con 5,7 millones de ingresos, sino generar debate intelectual y amor por la lectura”.

La directora se ha implicado en organizar, entre otras cosas, un homenaje a la agente literaria Carmen Balcells (1930-2015), con quien tantos contratos negoció como editora. “Invitar a Barcelona, con lo que significa para el mundo del libro, fue una idea mía, se la propuse al teniente de alcalde Jordi Valls, de modo informal, y enseguida montó una comida con el concejal Xavier Marcé, me tomaron la palabra al minuto. Hemos tenido una gran relación con ellos, empezando por la comisaria Anna Guitart. Para mí, es un modo de prolongar mi amor juvenil por Barcelona, a la que llegué por primera vez con 14 años, en un viaje con mi abuela. Cada que podíamos juntar dinero, nos íbamos para Valencia y Barcelona”.

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