No es excepcional que un anuncio cultural reúna en una misma foto a políticos catalanes de partidos irreconciliables. Pero no es algo habitual. Ha sucedido hoy a 9.500 kilómetros de la plaza de Sant Jaume.
El alcalde socialista de Barcelona, Jaume Collboni, ha posado junto junto con el presidente del grupo municipal de Junts, Jordi Martí, y con los concejales de Barcelona Comú y ERC Pau González y Jordi Castellana, respectivamente, en el pabellón de Barcelona en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). Anunciaban la concesión de la medalla de oro de la ciudad al mérito cultural para Marisol Schulz, la directora de la FIL y cómplice de Barcelona para que la ciudad pudiera ser la invitada en la edición de este año.
El alcalde Jaume Collboni y el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Xavier Marcé
Más allá de las polémicas, la literatura en catalán tiene buena acogida en la FIL
La ocasión merecía esta imagen de unidad. De la mano de Schulz y del Ayuntamiento, la literatura barcelonesa está teniendo una gran proyección en la feria. La FIL es un evento gigante (el equivalente en público a nueve MWC) que puede tragarse e invisibilizar a cualquier invitado que no haga bien su trabajo. Pero no ha sido el caso. Al contrario. Las presentaciones, incluidas las de autores catalanes menos conocidos, atraen al público local y la lengua catalana fluye con una maravillosa naturalidad en los parlamentos y en las conferencias. Desde la delegación oficial se apunta que cerca del 70% de los autores incluidos en ella escriben en catalán.
Otra cosa es que las mayores afluencias de público las registren autores muy populares (ésta no es una feria de profesionales, sino del público lector) que escriben en castellano, como Eduardo Mendoza o Javier Cercas. Y que haya una enorme expectación ante el próximo aterrizaje de Joan Manuel Serrat.
El alcalde Jaume Collboni y los grupos del PSC, Junts, Comuns y ERC anuncian que Barcelona otorgará la medalla de oro al mérito cultural a Marisol Schulz, directora de la FIL de Guadalajara
Jordi Martí, que ha estado elegante en su parlamento de homenaje a Schulz, se ha sumado al acabar el acto las críticas que han surgido desde Barcelona (el malestar se larvó en la red X) contra el programa de residencias puesto en marcha por el Ayuntamiento para autores latinoamericanos dispuestos a escribir sobre Barcelona. Su grupo intentará frenar la iniciativa.
De hecho, este tipo de programas para autores extranjeros son habituales en otros países. En el caso Barcelona, además, es una propuesta que refuerza el vínculo con el mundo libresco americano, que se había debilitado en los últimos años. Una estrategia de diplomática latinoamericana, en esencia. La prueba es la expectación que generó entre los medios locales el anuncio de la beca. Y los elogios escuchados estos días en el recinto.
El asunto es delicado. Aunque la crítica al programa se formule desde sectores minoritarios y desde la más legítima discrepancia (aunque no haya sido así en todos los casos) es muy factible que en América Latina se hagan lecturas de la polémica que pueden ser preocupantes para la imagen de Barcelona como una ciudad abierta. Algunos representantes del sector cultural mexicano ya han mostrado esta mañana su desconcierto por la polémica a los enviados especiales de la prensa barcelonesa.
El catalán, decimos, circula con naturalidad por la FIL. La propia Marisol Schulz lo ha utilizado -vivió una temporada en Barcelona- en su parlamento de esta mañana, durante el acto en el que se ha visibilizado esa imagen de unidad de la ciudad en su agradecimiento a la directora por la gran acogida que le ha deparado la feria
Pero hay otra fotografía que no formará parte del álbum del viaje de Barcelona a la FIL. Una imagen que hubiera fortalecido aún más ese vínculo renovado entre la ciudad y América Latina. Es la foto que hubiera podido hacerse en Guadalajara de los autores latinoamericanos que viven en Barcelona, muy poco representados en la FIL.
Solo Juan Pablo Villalobos, Jordi Soler y Paulina Flores, que han viajado por diferentes vías, representan estos días en Guadalajara a la excelente generación de escritores llegados a Barcelona desde diferentes países de América Latina. No puede hablarse con propiedad de un segundo boom literario, porque el que lideraron Mario Vargas Llosa y García Márquez es irrepetible, pero la hornada de narradores que siguen sus pasos medio siglo después tiene el talento necesario para elevar la autoestima de cualquier ciudad que quiera asociar su nombre a la cultura.
La mayoría de los autores presentes en Guadalajara son excelentes, pero quedará pediente esa foto en la que, además de los tres que sí han viajado a México, aparezcan escritores y escritoras de América Latina como Santiago Roncagliolo, Rodrigo Fresán, Pola Oloixarac, Matías Néspolo, Eduardo Ruiz Sosa, Flavia Company, Fernanda García Lao y algunos otros. Sin olvidar a la premio Cervantes Cristina Peri Rossi, aunque en su caso no pueda viajar. Autores que no están, pero sí son.

