'Manual per a éssers vius' (★★★★✩): (Con)movidos por las palabras

TEATRO

El teatro de los sentidos y los pensamientos de La Mula despierta la capacidad de asombro del público de la Fundación Joan Brossa

Imatge de l'espectacle 'Manual per a éssers vius', de La Mula. 2025

Imagen del espectáculo 'Manual per a éssers vius', de La Mula 

ALICE_BRAZZIT / Otras Fuentes

Manual per a éssers vius ★★★★✩

Creación y dirección: Andreu Martínez y Magda Puig

Intérpretes: Andreu Martínez Costa, Magda Puig Torres, Víctor Peralta Carriqui

Lugar y fecha: Fundación Joan Brossa (11/XII/2025)

Hace unos años el Victoria & Albert Museum de Londres dedicó una gran exposición a la historia de la ópera (Ópera. Pasión, poder y política), muestra que en 2019 se instaló en el CaixaForum de Barcelona. El espacio dedicado a Händel, Rinaldo y la ópera barroca lucía como elemento central una estructura de madera que representaba una caja escénica desnuda que mostraba la tramoya de su maquinaria. Una caja mágica de cuerdas, poleas y telones pintados que manos invisibles ponían en movimiento para crear cualquier tipo de ilusión.

Una lejana heredera de esa caja se ha instalado estos días en la Fundació Joan Brossa. Sus creadores son Andreu Martínez y Magda Puig. Unidos por el proyecto de La Mula, insisten con Manual per a éssers vius en despertar en el público su capacidad genuina de asombro. Una vuelta de tuerca a la simplicidad de lo maravilloso, como pasaba en Thauma, de ver pasar un coche de juguete teledirigido y estar metido en una aventura como ninguna otra igual desde la infancia. Un Toy Story en vivo.

Y ahora, embobarse con los ojos de nuevo muy abiertos cuando comienzan a bailar en la caja unos cartelones impresos que interpelan al público con mensajes sencillos y directos. Basta un “Hola” de letras negras sobre cartón blanco para que se despliegue un mundo insospechado de sorpresas con la palabra como único vehículo. Un espectáculo que podría ser el sueño húmedo de un infante Michel Foucault. Un festival de la sintaxis, de la onomasiología, de los sintagmas. Un ir y venir de hilos que no se quieren invisibles –la imperfección preciosa de la manipulación artesanal– para hacer y deshacer significados, para viajar –con la voz interior como guía o Pepito Grillo– por un gabinete de las curiosidades de la palabra y su capacidad para generar lo mejor y lo peor del ser humano.

Mientras las ideas impresas recorren el pequeño escenario con la intención de ponernos en alerta sobre quien las fija y mueve, nos hacen dudar si callamos lo que pensamos y decimos lo que otros piensan, recorremos un laberinto mental y jugamos a una lotería de los poemas que quizá nos conduzca a un himno, los colores se cruzan en el rectángulo como un encuentro entre la paleta cromática de Rothko y la sutil superposición de las litografías ingrávidas de Chillida. Otro estímulo para un teatro de los sentidos y los pensamientos. Una función que despierta el adulto en las criaturas y la infancia en los mayores. Pocos creadores poseen esa varita mágica. Por suerte tenemos a La Mula, posiblemente uno de los proyectos más singulares de los últimos años. Búsquenlos en cualquier sitio donde instalen su teatro del asombro.

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