Santiago es un cabo de la policía argentina que está huyendo, no se sabe por qué, de otros dos agentes. Cruza la frontera hacia Uruguay y allí, con la ayuda de su uniforme, se dedica a inspeccionar puestos de comida, asesorando a un vendedor de quesos en un puesto ambulante en mitad de la nada. Para pasar desapercibido, en la aduana conoce a una dependienta que le ayuda a cargar el móvil y en su extraña huida, sin dinero, pero con astucia, va conociendo a un amplio abanico de personas variopintas que le echarán una mano.
Estos son los principales ingredientes que conforman Un cabo suelto, tercer largometraje como director de Daniel Hendler, reconocido actor uruguayo que participó en el festival de San Sebastián por partida doble: con esta road movie cómica de humor nostálgico en Horizontes latinos, e inaugurando el certamen con 27 noches, una divertida reflexión sobre la libertad en la vejez.
Hendler reconoce que el germen de esta historia protagonizada por Sergio Prina vino a raíz de una imagen que le invadió, “la de un señor vestido de policía cerca de un puesto de quesos haciendo como un falso control bromatológico”. Aunque estaba pensando en otro proyecto, esa escena “por algún motivo me llamaba” y, por el camino descubrió que aparecían cosas personales. “Yo soy un uruguayo que terminó viviendo en Argentina sin habérselo propuesto. Fui cruzando muchas veces la frontera y por cuestiones de trabajo y amorosas me terminé quedando”, explica a este diario.
Todas las fronteras son arbitrarias, son líneas imaginarias que obligan a un trámite burocrático y a la vez nos exponen ante una especie de abismo
Hendler confiesa que “hay algo de duelo de la mudanza que nunca hice y que el protagonista de repente se encuentra en un lugar desconocido y tiene que aprender la cultura para pasar desapercibido”. Cree que hay algo de ese paisaje por la frontera que es absurdo: “Todas las fronteras son arbitrarias, son líneas imaginarias que obligan a un trámite burocrático y a la vez nos exponen ante una especie de abismo, de ilusión y angustia sobre lo desconocido”.
Ese vértigo es lo que intentó contar en esta historia donde Santiago ve la posibilidad de empezar una nueva vida en otro país. “Es alguien que también está escapando de sus propios demonios y quiere reconstruirse y se encuentra con personas que, aunque sospechan de él, lo exponen a un compromiso de sacar lo mejor de sí”.

