Laporta, el hombre más feliz del mundo

Barça, campeón

La sala presidencial del Barça tiene ese silencio espeso que solo conocen los templos después de la procesión. Sobre la mesa de Joan Laporta, una especie de bodegón que lo dice todo sin decir nada: un ordenador apagado, un bote de gel hidroalcohólico que resiste como testimonio pandémico, una foto de familia de su junta directiva y, lo más sorprendente, fuera de cualquier vitrina la Supercopa de España ganada por Xavi en el 2023… y una bufanda roja del Mónaco, un souvenir de la primera derrota (2-1) en la Champions esta temporada. Más que una mesa del presidente del Barça recuerda un escaparate de El precio justo .

Es viernes. 13 horas. Joan Laporta está afónico, con una voz rota que no es por enfermedad, sino consecuencia de la felicidad extrema. “He dormido poco”, confiesa. Debería añadir “y he bailado mucho”. Laporta llegó a casa a las seis y media de la mañana, de la mañana siguiente de ganar la Liga, “cuando ya cantaban los pajaritos” y después de pasar por el Luz de Gas (vodka con tónica y el himno del Barça en bucle) y rematar la noche en Twenties (champán, reguetón y espadas láser). Sí, espadas láser que usaron jugadores, técnicos y el propio presidente para improvisar un rito de paso: una barra de luz por debajo de la cual debían deslizarse contorsionando el cuerpo. Con traje, con bufanda, con corbata blaugrana (una de las decenas que tiene)... Arquear el cuerpo hacia atrás con la mirada en el techo e intentar que la barriga no tocara el láser. ¿Laporta? Sí, Laporta. La juventud culé se de­sató con reguetón, pero el presidente se desmelenó con el Viva la vida de Coldplay. Hay quien cita a Churchill en los momentos de gloria. Laporta canta a Chris Martin y hace coreografías de TikTok contorsionándose bajo la luz de una espada láser.

El presidente celebra los títulos como si el Barça le saliera del alma y le bajara por los pies

La entrevista con La Vanguardia , planificada con obsesión suiza por Anaïs y Juan, promete diseccionar los vértices del mandato con 39 preguntas que observo en dos folios de uno de los periodistas: 19 sobre el bloque deportivo, 8 del bloque social y Camp Nou, 7 del bloque económico y 5 del futuro (en genérico). Pero Laporta responde como vive: a ráfagas. Se extiende, se emociona, se acelera. Contesta una docena de las preguntas, pero en su verborragia generosa responde treinta más sin que nadie se lo pida. Cuando apenas llevamos siete minutos de conversación hace ademán de llorar. El motivo no es una remontada ni un título. Es su gente, cuando cita a su equipo de confianza: Enric Masip, Alejandro Echevarría, Jordi Finestres, Manana Giorgadze...

Habla con una mezcla de alivio y exaltación. “Ha sido la temporada más dura de todas”, repite liberado, y en sus ojos no hay dramatismo, sino algo más profundo: el dolor del invencible. Es Peter Sellers en el inicio de El guateque , cuando, mientras rueda una película en el desierto, toca la corneta avisando de que llegan los malos pero le disparan una, diez, cuarenta veces. Y el tío sigue soplando la corneta .... Y no muere.

Entrevista a Joan Laporta presidente del Fútbol Club Barcelona tras la consecución del título de liga 2025

Joan Laporta posa para el fotógrafo de ‘La Vanguardia’ después de una larga noche de celebración tras la consecución del título de Liga

Xavi Jurio

En la sala presidencial, Finestres, Masip y Manana observan la entrevista. Son los fieles, los escuderos, los que estaban allí cuando la fiesta aún era incertidumbre. Y en ese momento, uno entiende que Laporta no solo preside un club, encabeza una forma de estar en la vida con suerte, con intuición, con caos, con locura...

Puede que la historia le juzgue por los balances, las obras o los entrenadores. Pero en esta mañana de voz rota se ve a un tipo que ha conseguido algo más que tres títulos esta temporada: ha ganado el derecho a emocionarse sin esconderse, a reírse con los suyos, a dejarse llevar cuando suena Viva la vida bailando locamente junto a Robert Lewandowski mientras los focos de la discoteca iluminan una espada láser que pasa sobre su cabeza mientras contorsiona el cuerpo como si fuera Cubarsí, Lamine Yamal, Pedri, Gavi, Casadó o Balde. Porque hay presidentes que firman temporadas, y luego está Joan Laporta, que las celebra como si el Barça le saliera del alma y le bajara por los pies.

El presidente del Barça se ha liberado. Solo hay que mirarle
este mediodía las ojeras. Son las ojeras del hombre más feliz del mundo.

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