Coral Bistuer hurga en el maltrato al deportista: “Mi premio por el oro de Barcelona 92' fue de 25.000 pesetas”

Barcelona '92

La taekwondista, pionera en España, es una de las integrantes del grupo 'Jubilación Justa' que reclaman cotizar los años en el alto rendimiento

Estuvo nueve meses en el gobierno de Ayuso en la Comunidad de Madrid: “No les importa el ciudadano, solo su obligo y seguir cuatro años más”

Coral Bistuer.

Coral Bistuer.

Javier Valero

Coral Bistuer (Madrid, 1964) abrió la puerta del taekwondo en España. Una mujer en un deporte de fuerza y destreza en los años 80. Luchó contra todo y contra todos. Y, aunque fuera un deporte de exhibición, ganó el oro en los Juegos de Barcelona de 1992. Y fue campeona mundial. Y política con Isabel Díaz Ayuso después en Madrid. Duró nueve meses y perdió nueve kilos. Ahora lucha porque le coticen los años en los que entregó su vida al deporte.

Usted forma parte del grupo de whatsapp ‘Jubilación Justa’, donde deportistas olímpicos reclaman cotizar los años en los que estuvieron en el Alto Rendimiento. ¿Le suma algo de aquellos años?

Cero. Empecé en el año 82 y en aquellos tiempos todo esto era impensable. Estaba prohibido. Fue en 1996 cuando, más o menos, empieza a surgir un sentimiento para que los años de dedicación deberían compensarse de alguna manera. Hubo movimientos anteriores que pedían justicia en este terreno. Dimos nuestra plenitud y nos devolvieron una palmadita en la espalda, un si te he visto no me acuerdo. Estuve de los 16 a los 32 en el equipo nacional. Ahora, Almudena Cid ha cogido el rábano por las hojas y nos hemos organizado. Nos hemos unido aquellos pioneros para salir al rescate.

¿Se siente utilizada?

Siempre he comparado al deportista con un kleenex. Lo coges precioso, lo doblas, lo maltratas, lo manchas, lo arrugas y cuando ya está muy utilizado y no te da lo que esperas, lo tiras. Y ni miras dónde. Eso pasó antes y sucede ahora, con matices, pero no tengo la sensación de que haya cambiado mucho. Hay presidentes que empiezan a venir del deporte, pero mientras no quitemos a otros dinosaurios acostumbrados a utilizar al deportista como un objeto de usar y tirar, eso no cambiará. Lo que interesa es el resultado...

Usted conoce bien ese lado y no porque haya presidido una federación, sino porque estuvo en política en la Comunidad de Madrid en el gobierno de Isabel Díaz Ayuso. ¿Por qué duró nueve meses?

No lo pasé bien. Distintos objetivos, diferentes idiomas. Cuando alguien no tiene el mismo foco que tú es difícil que vayas por el mismo camino. El mío está puesto en el deportista y el del político en el propio ombligo, en mantenerse cuatro años después.

Los nueve meses en el gobierno de Ayuso

“Mi foco estaba puesto en el deportista, pero el del político, en el propio ombligo”

¿Qué vivió?

Le pondré un ejemplo que viví cuando decidí renunciar. Me reuní con dos personas y les dije que yo estaba aquí para que a los chavales no les falte tanto como me faltó a mí, pero viendo cómo actuaron ellos entiendo porque me faltó. Soy incómoda. No voy con eufemismos ni puñetas. Tengo 60 años, soy 8º Dan de taekwondo, campeona olímpica y “el culo muy pelado”, como decía el bueno de don Luis Aragonés. Les ponía un espejo enfrente de ellos, y no les gustaba lo que veían.

Te pondré otro ejemplo. Fui a un colegio con Ray Zapata, el gimnasta medallista olímpico, a ayudar a un niño que estaba sufriendo bullying porque hacía un deporte que sus compañeros lo consideraban femenino. Charlamos una hora y media y ese niño acabó siendo el héroe del colegio, todos orgullosos de apoyarlo. ¡¡Pues me prohibieron ir a más colegios!! ¿Cree que se puede trabajar con gente así?

Y decidió irse.

Esa gente sólo puede estar en puestos que no afecten a nadie; ni saben, ni quieren saber, son muy envidiosos, no tienen empatía... Estuve nueve meses y perdí nueve kilos. Trabajaba 14 horas. Consideraba que mi labor no era ir a los palcos (Bernabéu, Metropolitano, Caja Mágica...). Prefería apoyar a aquel deporte base que necesitaba promoción: hockey femenino sub 15 en Alcalá de Henares, cross de Alcobendas, espeleología (la primera vez que acude a uno de sus eventos el Director de Deportes de la Comunidad de Madrid), competiciones de deporte adaptado,… Todo allí es una dejadez consentida.

No sólo me demostraron sino que lo viví y padecí, que no les importaba lo más mínimo el ciudadano (deportistas), y sí el pastoreo, el cargo y, por supuesto, el sueldo. Me ofrecieron seguir en otro departamento y me dijeron que la chica que estaba en ese puesto ya la echarían. Daños colaterales, dijeron. Preferí la segunda opción: mi cese.

Y en las federaciones hay política.

Claro, les tienen cogidas por las subvenciones, la mayoría de ellas no son capaces de generar ingresos por ellas mismas. Al deportista le “llegan” migajas… si le llegan. Le pondré un ejemplo. Un día recibí a un chaval de MMA, ese deporte al que ellos denominaban agresivo, de “patadas y puñetazos” pero que ahora con el buen hacer de Topuria, es otra cosa, necesitaba 300 euros para ir al europeo. Me dijo ‘me queda mi perro por vender’. Llamé al subdirector y me dijo que no, que si le ayudábamos vendría todo el mundo. Que para eso están las federaciones (la que ya se lo había denegado). No me lo podía creer. ¿No puedes tener empatía con un deportista de alto rendimiento que se ha dejado la vida entrenando para clasificarse? Insisto, ellos ni lo saben, ni quieren saberlo. Terrible.

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¿Y usted no encontró esa empatía ni esa ayuda cuando competía?

La primera vez que me echan del equipo nacional es por pedir: un fisioterapeuta que nos recupere y que le pagaran el dentista a una compañera que necesitaba que le quitaran una muela. Fue en Seúl’88. Les digo que si no nos lo dan me voy de la concentración. Pues eso, no tenía sentido ni humana ni deportivamente hablando, hice la maleta y me fui. Rafael Cortés Elvira, para mí uno de los mejores Presidentes del CSD, puso el grito en el cielo, llamó a la federación y regresé. Si ya el día a día era muy difícil como para introducir más cuestiones. Las concentraciones eran un sin sentido: malísimos alojamientos, poca e inadecuada comida, desplazamientos imposibles, ninguna remuneración… y a cambio de qué. Cada día una hacía la maleta y decía que se iba entre lágrimas. La compañera de habitación se la deshacía y le decía que aguantara. Al día siguiente era lo mismo, pero con los papeles invertidos. Nadie te iba a echar de menos, ya vendría otra. Nosotras éramos nuestras propias psicólogas, casi médicos, nutricionistas… y familia.

Usted llegó a los Juegos de Barcelona y ganó el oro aunque el taekwondo fuera un deporte de exhibición. ¿Qué ganó de todo aquello?

Barcelona es una ciudad fetiche para mí. Allí gané mi primer Mundial, hice las concentraciones en el CAR de Sant Cugat y pusimos la primera piedra de casi todo en el taekwondo. La gente no sabía ni pronunciarlo. Fuimos pioneros y nos convertimos en una potencia, luchamos mucho por aquello. Llegué gracias a la ‘beca Bistuer’. Mis padres me lo pagaban todo.

Me dieron 25.000 pesetas (150€) por el oro en Barcelona ‘92. Además, aguantamos muchos feos al no ser un deporte oficial. Un medio de comunicación regaló a los olímpicos trozos de la bandera gigante utilizada en la inauguración, pero no a nosotros. Aunque estuvimos invitados a ese acto de entrega, allí supimos y nos prometieron que a nosotros se nos mandaría en un sobre por correo. Nunca llegó. Tampoco fuimos reconocidos en las entregas de las insignias olímpicas. Eso sí, obligaciones, como todos.

Coral Bistuer Contra

Coral Bistuer Contra

Dani Duch / Propias

¿Algún privilegio deberían tener?

Sí, los premios de La Caixa. Se portaron fenomenal con la Libreta Campeones. Contaron con nosotros, como uno más, reconociendo nuestro esfuerzo y dedicación. Al cumplir 50 años, nos dieron el dinero pactado. Sin duda, una gran ayuda de una entidad privada. Hubo otras que se “pusieron la medalla”: Leche Pascual se supone que te enviaba producto durante un año, SEAT prometió a los oros un coche,… En nuestro caso, quedaron en eso, promesas.

Con todo lo que cuenta, ¿se arrepiente de haber vivido lo que vivió?

Al 99% que le preguntes te dirá que volvería a hacerlo. No sacrifiqué nada porque quería hacer eso. ¿Vacaciones en la playa o estar concentrada? Estar concentrada. Lo que recibía me compensaba. Es verdad que dejas de hacer otras cosas propias de la edad que tienes, no eres como la gente normal, pero también es verdad que esperas que te pasen cosas excepcionales. Y yo las viví.

Pero aquellos deportistas que se hacían hueco en un mundo profesional, con escasas ayudas en un país poco preparado, debían renunciar a muchas cosas...

Hablaré por mi deporte. Cuanto más difícil lo tenía, si lo superaba y llegaba al podio, quién me va a decir que no soy capaz de hacer lo que me proponga. Hicimos tanto con tan poco... Me considero una mujer fuerte, creo que aquellos deportistas éramos muy fuertes, competíamos a diario contra federaciones, nuestras dudas y muchas deficiencias. No tuve becas. Me pagué la carrera. Nadie me ayudó. Me daban 3.000 pesetas (18€) si ganaba una medalla de oro y mi federación te retenía el dinero todo lo que podía. Las pasé canutas. Un dirigente me dijo una vez que dejara de pedir ayuda porque además era mujer. ¿Te imagina eso hoy? Los avances de hoy vienen del sacrificio de otros. En el deporte uno es lo que es porque ni se puede copiar ni ser hijo de. El propio deporte te echa.

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¿Y qué pensó el día siguiente de retirarse?

La angustia te la causa el ¿ahora qué? Has empezado a entrenar con 12 años y te retiras con 30. Todos tus amigos han hecho colegio, instituto, universidad y trabajan. Tú eras la envidia, pero ahora todos son arquitectos, abogados, fontaneros, periodistas o tienen una tienda de flores. ¿Y tú qué eres? Pasas de campeona a excampeona en “la misma jugada”. ¿Qué pasa ese día que no te levantas a las siete y no sabes lo que debes hacer? Hay que prepararse en la paz para la guerra. Por eso hay que formarse, da igual si tardas cinco o diez años, eso nadie lo pregunta. Si no lo haces vendrán momentos muy complicados de superar.

Pero usted no lo fue.

Estudié Derecho. Fue durísimo. Mientras mi compañera dormía, yo daba cabezazos en la mesa. Al retirarme dije que nunca más daría una patada, pero a los “dos minutos” no entendía mi vida sin ellas. Soy profesora y tuve una familia que fue y es un pilar, es la base del éxito. Ni instituciones ni nada. He hecho pasarela, relaciones públicas, televisión, radio, doy clases de defensa personal a empresas,... Y tengo varios gimnasios donde soy profesora. Quise hacer Ciencias de la Actividad Física y el Deporte pero en aquel momento tampoco existían las ayudas, que hoy sí tienen los deportista de alto rendimiento.

¿Es optimista con que ahora lograrán esa compensación?

Sí, porque somos un grupo de más de 60 deportistas liderado con nombres como Jordi Sans, Almudena Cid, Fernando Romay, Dori Ruano, Abel Antón, Chema Martínez, Rafa Pascual... Hay voluntad, están haciendo números porque somos más de los que esperaban. Las cosas de palacio van despacio, pero van. Lo que sí debemos hacer entender al Gobierno de turno que esto no va de derechas ni izquierdas, sino de personas que dejaron a nuestro país en lo más alto cada uno en su deporte, que hicimos vibrar a generaciones y que pusimos a España en el escaparate. Va de deporte, de deportistas y de hacer justicia. Va de aquellos que hicieron que pasáramos como país del “jugamos como nunca y perdimos como siempre” al “soy español, ¿a qué quieres que te gane?”.

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