Tercera residencia

POR LA ESCUADRA

Domingo marcado por la suspensión de la última etapa de la Vuelta a causa de lo que en términos futbolísticos sería una invasión de campo agravada por la violencia hooligan . En términos de derecho a la protesta, sin embargo, se confirma que la famosa frontera entre política y deporte es un chiste. En la calle, el orden público depende de factores como una planificación policial discutible y los matices entre la ejemplar legitimidad del activismo pacífico, la impunidad del sabotaje y el reto de compaginar grandes negocios deportivos con la indignación humanitaria. Una indignación que ha encontrado en la guerra de Gaza el argumento para, al amparo de las mejores intenciones, activar el oportunismo par­tidista más indecente y explotar sermones y acusaciones de exterminio que, por la misma regla de tres, deberían aplicarse –¿huelga general?– a cualquier otra actividad.

La Liga, sin embargo, ni se suspendió ni fue saboteada. El Barça pudo adaptarse a su tercera (la segunda es Montjuïc) residencia. Ferran y Fermín tardaron veinticinco minutos en encarrilar una victoria a la altura de las circunstancias. En el 2019, cuando se inauguró el estadio Johan Cruyff, el alcalde de Sant Joan Despí, Antoni Poveda, pronunció un discurso protocolario. Acompañado por varias autoridades, vaticinó que el estadio sería una referencia mundial que proyectaría Sant Joan Despí por todo el mundo. El presidente del club era Josep Maria Bartomeu y, como embajadores del equipo, asistieron Piqué, Sergi Roberto, Busquets, De Jong y Messi.

Las leyendas aplican una verosimilitud diferente de la que rige la realidad

La fiesta incluyó los elementos habituales de estas ceremonias: gigantes, diablos, acróbatas, photocall, y un partido entre los juveniles del Barça y del Ajax –ganó el Ajax–. El momento más emotivo fue cuando Danny, viuda de Johan Cruyff, descubrió una placa conmemorativa y cuando, acompañada por sus hijos y sus nietos, salió al césped para que Jordi Cruyff hiciera el saque de honor después de que la megafonía, fatídicamente atronadora, repitiera la consigna “¡Salid y disfrutad!”. Es una frase que se atribuye a Cruyff el día de la final de Wembley, aunque algunos de sus jugadores la desmienten, resignados a que las leyendas apliquen criterios de verosimilitud diferentes de los de la realidad.

Hoy Poveda ya no es el alcalde y el único titular de aquel equipo que sigue allí es De Jong; los otros se han distanciado voluntariamente o a la fuerza del club. Bartomeu cultiva una ausencia preventiva y la proyección mundial del estadio la ha defendido el equipo femenino, que entonces representó Marta Torrejón. La propaganda de aquel día incluyó una definición de lo que tenía que ser el nuevo estadio: moderno, eficiente y funcional.

14 - 09 - 2025 / Barcelona / Partido entre el FC Barcelona y el Valencia en el estadio Johan Cruyff / Foto: Llibert Teixidó

Los jugadores del Barça y el Valencia saludando antes de empezar el partido

Llibert Teixidó

Es una definición que podría servir para describir el estilo del Barça de Flick. Moviendo con audacia las piezas de las que dispone, Flick mantiene los principios ofensivos del cruyffismo pero simplificando, en parte, su sintaxis. A causa de una planificación discutible, el partido tuvo que jugarse en el Johan Cruyff, haciendo equilibrios improvisados que ponen a prueba la infinita paciencia de los abonados. Unos abonados que mantienen su fidelidad al club, sobre todo si, como ayer, el equipo (y Fermín y Raphinha) les corresponde con una victoria estimulante.

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