El Barcelona saltó al terreno de juego con la idea clara de que la intensidad en cada una de sus acciones le iba a permitir ganar el encuentro. Durante la primera mitad observamos en alguna jugada que los alemanes saltaban en la banda a la altura del mediocampo aprovechando la línea adelantada del Barcelona, pero hasta cuatro azulgrana llegaban a aislar al delantero de Eintracht. El mensaje de Flick había calado en la mente de sus jugadores. Pero la intensidad, clave en el fútbol actual, tiene una derivada que a veces es muy negativa en referencia a las acciones ofensivas. Porque si un equipo quiere aplicar intensidad es porque busca una resultante que es la velocidad en su juego, como elemento que sorprende al rival. Pero tal como decía, tiene una derivada equivocada y es cuando se confunde velocidad en el juego con precipitación. Y eso le ocurrió durante la primera parte, donde se quiso llegar al área contraria demasiado rápido, que es la manera más lenta de llegar, porque simplemente no llegas nunca.
Existe una intensidad que se expresa en su máxima magnitud en defensa pero en ataque debe ser menor.
Con otro jugador de banda como Rashford el Barça pudo utilizar los dos costados y ensanchar el campo
Los ataques azulgrana realizados a través de la precipitación generaban balones al área donde solo había un rematador, lanzados desde posiciones muy lejanas dando tiempo al defensa rival a medir las distancias. Pero saltar al terreno de juego con la mentalidad de jugar con la máxima intensidad siempre te acerca a ofrecer tu mejor juego. Defensivamente siempre vas a estar a gran nivel y solo una pequeña modulación a la baja de la intensidad te acercará a la velocidad adecuada. En cambio lo que es imposible es modular la intensidad cuando tu mente no la tiene presente. En la segunda mitad mejoró el Barça con la presencia de otro jugador de banda, en este caso Rashford, que permitía utilizar ambos costados y por lo tanto ampliar el ancho del terreno y con ello más transición de juego. Me gustó el comentario de los locutores cuando dijeron que en la segunda mitad el Barcelona había puesto una marcha más, cuando lo que ocurrió es que pusieron las mismas marchas que en la primera o incluso alguna menos. Lo que pasó es que bajando la velocidad de las acciones individuales consiguieron que la jugada global fuese más rápida.
Y al hacerlo de esta manera se pasó de balones enviados al área donde solo estaba Lewandowski a conseguir que el hombre que marcara dos goles de cabeza fuese un lateral como Koundé. Elaborar algo más una jugada acaba dotándote de más rematadores en el área.