El Barça de Flick pierde su esencia

Los ecos del clásico

Los blaugrana cayeron en el Bernabéu sin una presión adelantada efectiva y sin voracidad ofensiva, las claves que les hicieron triunfar la temporada pasada

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Lamine Yamal se lamenta en el clásico junto al árbitro Soto Grado y sus compañeros Araújo y Koundé. 

Dani Duch / Propias

Que la última acción de la derrota en el clásico fuera la expulsión de Pedri, primera como blaugrana, resultó sintomática para el Barça. El canario, que aúna la idiosincracia del equipo de Flick, motor en la fase ofensiva y aplicado como el que más en la presión sin balón, vio tres tarjetas en cada una de las tres últimas temporadas y solo en el partido del Bernabéu le mostraron dos amarillas. La primera cartulina llegó por corregir, con un agarrón a Vinícius, el desorden general barcelonista en una transición, y la segunda tras una conducción al límite, sin su clarividencia habitual, que terminó con una patada a Tchouaméni tras no encontrar una línea de pase en el batiburrillo barcelonista. Dos acciones que se podrían extrapolar al decepcionante rendimiento general del Barça.

El de Tegueste, por debajo del excelso nivel mostrado en este inicio de temporada, fue un reflejo del lánguido partido de los catalanes ante un Real Madrid que se llevó los tres puntos en gran parte por su mayor pasión y energía en cada jugada, un ingrediente innegociable en los clásicos. No lo entendieron así los blaugrana, que esta temporada, sobre todo en el 'shit october', han perdido la esencia que les hizo triunfar el curso pasado. Aunque la tesitura es delicada, la situación es reversible y Flick, con recursos y sobrada experiencia, ya ha demostrado que es capaz de corregir el rumbo de sus pupilos.

Los dos goles del Madrid llegaron por lagunas defensivas de los blaugrana

Es cierto que el Barça llegaba marcado por las bajas, especialmente importantes las de Raphinha y Lewandowski, pero eso no quita que la presión adelantada tras pérdida, primordial en el libreto de Flick, fuera titubeante y sin convencimiento. El castillo de naipes empezó a caerse con los delanteros, que tampoco realizaron las coberturas necesarias en defensa, y continuó con la falta de intensidad en la medular, muchas veces espectadores  los centrocampistas blaugranas del jugador blanco que tenía el balón. Un escenario que convirtió en aún más suicida la siempre adelantada línea defensiva, como ocurrió en el primer gol del Madrid. Bellingham condujo a su antojo el esférico, primero amagando con un pase a la banda y después conectando con un Mbappé que no perdonó. El inglés tampoco encontró oposición en el segundo gol, a placer libre de marca y a un metro de la portería. Nunca podremos saber si con Iñigo Martínez, extraña salida a diez de comenzar la Liga, hubiera existido esa pasividad.

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Mbappé chuta a Szczęsny en el clásico  

Dani Duch / Propias

La función barcelonista tampoco mejoró con el balón. El Barça estuvo a merced de un intenso Madrid en la primera parte, sin profundidad y con constantes pérdidas de balón, la mayoría provocadas por los blancos. El gol de Fermín, que esta vez sí llegó con una buena presión a Güler, fue un oasis en medio de un desierto de mal juego. Los blaugrana se conformaron con una posesión insulsa que acrecentó incluso más la confianza de un Madrid en construcción y borró el miedo infundido a los merengues la temporada pasada. 

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Pese a todo, gracias al VAR y a un Szczęsny espectacular, especialmente en el penalti parado a Mbappé, el Barça llegó con vida al tramo final. Con Rashford menos entonado que en anteriores partidos y con Ferran Torres desaparecido entre los centrales madridistas, una genialidad de Lamine Yamal podría haber dado una alegría a los de Flick. Sin embargo, el de Rocafonda, que el año pasado brilló en el Bernabéu, completó en esta ocasión un mal partido, sin un solo regate decisivo ni tiros a puerta. Para colmo, fue víctima de la ira madridista tras el pitido final por sus polémicas palabras antes del clásico.

Más allá del tanto de Fermín, Courtois acabó el partido sin hacer una parada de mérito

Un raquítico chut de Ferran Torres y otros dos disparos sin peligro de Fermín, que escogió mirar a portería cuando tenía mejores opciones de pase, fue todo el bagaje atacante de un Barça que ni siquiera atosigó en los últimos minutos a un rival más cansado por el esfuerzo en la primera hora de partido. El Barça que maravilló hace unos meses devoraba a los rivales con constantes llegadas a la portería rival y numerosos efectivos preparados en el área para el remate. Este domingo, en cambio, Courtois no hizo ninguna parada de mérito.

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La pobre actuación en el Bernabéu es la culminación de una tendencia negativa que ha ido creciendo en los últimos partidos. La goleada al Olympiacos (6-1) fue engañosa, ya que hasta quedarse con uno menos los griegos pusieron en problemas a los catalanes, igual que el Girona hasta el gol in extremis de Araújo. La derrota ante el PSG se escudó en el gran nivel del campeón de Europa, pero la goleada encajada en Sevilla habla por sí sola. El Barça, aunque con síntomas diferentes, superó un 'shit november' la temporada anterior para firmar la campaña más ilusionante del club en los últimos diez años. Ahora, Flick tiene más tiempo para suturar la herida. 

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