El Girona, aún sin fichajes, aunque ya con la aprobación de la UEFA para obtener cesiones del Manchester City, perdió (2-0) en Andorra ante un Olympique de Marsella rocoso y mejor trabajado que apenas dio opción a los blanc-i-vermells. Dos goles de penalti, el primero que no era de Greenwood, sentenciaron a un conjunto catalán que cada día que pasa evidencia más la necesidad de refuerzos.
El equipo de Míchel está queriendo este verano reencontrar ese fútbol preciosista que perdió durante demasiado tiempo la temporada pasada. El problema es que en el tercer partido de pretemporada se topó contra un conjunto que tiene aún más interiorizado el fútbol ofensivo de posesión y posición.
El conjunto de Roberto De Zerbi presiona alto como un bloque y no regala un balón, un escenario que incomodó al equipo gironí. Pese a ello, la primera ocasión fue de Blind en un encuentro sin tregua que no parecía un amistoso, jugado a un ritmo más propio de plena temporada.
El Olympique, jaleado por una mayoría de aficionados franceses en la grada de Encamp, vivió más cerca de la portería de Gazzaniga en la primera parte. El gol marsellés se pagaba mucho menos en las apuestas, especialmente tras un cabezazo a bocajarro de Murillo en un córner que se marchó fuera.
El primer tanto marsellés llegó finalmente en un penalti inventado por Greenwood, desmayado ante Krejci
El tanto marsellés llegó finalmente en un penalti inventado por Greenwood, desmayado ante Krejci, que el propio jugador inglés transformó desde los once metros. Míchel tenía deberes al descanso, pero sin fichajes y con varios lesionados la única solución fueron unos canteranos aún verdes y sin experiencia para plantar cara al segundo clasificado de la Ligue 1.
Contra un once más joven e inexperto, el OM estuvo más cómodo en la segunda parte y acabó sentenciando el duelo sin demasiada oposición. En una jugada coral de quilates, con dos lujos de tacón, Arnau acabó cometiendo penalti a Harit, éste sí era. Gouiri, con pausa, engañó esta vez a Krapyvtsov para anotar el segundo gol.
Con el partido dominado, el Olympique bajó el ritmo ante un Girona manso, cada vez con más canteranos en el campo, que solo inquietó al portero De Lange en los minutos finales con un chut de Joel Roca y un cabezazo de Francés. Los de Míchel se enfrentarán el miercoles al Alavés en Torremirona, quizá ya con caras nuevas en el equipo.