No se pondrá alarma. Dormirá hasta que el cuerpo le aguante. Se levantará bajo el sol tórrido y húmedo de Singapur, comerá e irá a la piscina del hotel a relajarse. No piensa ponerse nervioso ni presionarse. Seguramente, tendrá la visita de su padre, Adolf y de su madre, Mireia. Y hablará con su entrenador, Sergi López. El triángulo mágico de Carles Coll, quien tras sus 2m08s49, récord de España, peleará este viernes (13:00) por una medalla en la final de los 200 braza.
Su padre fue un gran velocista: mundialista en 1989 y 1991 y plusmarquista español de 50 y 100 libre durante nueve años. Su madre subió a podios nacionales en espalda y fondo. Estaba claro que el hijo no le podía salir alpinista. “Al comienzo jugaba al fútbol y nadaba, pero cuando pasó al fútbol-11 (12 años) tuvo que decidir. Aquello era correr mucho y se decantó por la natación”, cuenta. Su vida transcurrió en Tarragona, recuerdos que siguen formando parte de él (“mantiene a los amigos de siempre”) aunque su camino virase con 17 años. En ese momento emigró al CAR de Sant Cugat.
“Nunca tuvo dudas, no se planteó dejarlo”, admite su padre. El apellido Coll empezó a resonar con fuerza en la natación española. Su padre le enseñó todo lo que aprendió y lo pulió José Antonio del Castillo, exdirector nacional: “Tiene un carácter muy positivo, lo analiza todo. Dominar la braza le permite nadar pruebas de estilos y tiene una buena coordinación”, explica.
Un nadador convencido que superó los socavones de la transición de júnior a absoluto y una operación de escafoides en la pandemia y en pleno aterrizaje en Estados Unidos. “Es maduro, pero entiendo que ahí lo pasaría mal”, dice su padre, que niega la fama de “despistado” que tiene su hijo. Allí, en el paraíso de la natación, surge el otro hombre importante en su vida, Sergi López, quien se lo llevó con una beca a la Universidad de Virginia Tech.
Sergi López es de los mejores técnicos, y en la braza te da un plus, él fue top”
“Sergi es de los mejores entrenadores del mundo, además te da un plus en la braza, puede darte consejos porque fue uno de los top de su época”, cuenta Coll ya en el hotel después del subidón de emociones de las semifinales. Sergi López, que bajó las escaleras apresurado para ver a su nadador después de la prueba, sonriente y feliz, fue medallista de bronce en los 200 braza en los Juegos de Seúl 88. Conoce los secretos de un estilo peculiar. Para Carles, Sergi es cómo un padre en Estados Unidos, ligado a la familia Coll desde que compartía relevos con Adolf. Ambos llegaron a ser séptimos del mundo con Martín López-Zubero, oro en Barcelona '92 en espalda.
“Lo importante es estar tranquilo y hacer la carrera que él ha entrenado. No se debe dejar llevar, porque si no puede perder el estilo. Tiene que nadar como en semifinales, ser paciente y estará ahí hasta esos últimos 50 metros”, explica el entrenador, que al margen del tarraconense tiene a otro nadador en la final, amigo de Coll, el estadounidense AJ Pouch. “En la eliminatoria no me vacié, pero en las semifinales tienes que darlo todo para asegurar la plaza. No sé si nadaré con el mismo tiempo o no, pero en las finales siempre hay sorpresas”, dijo el nadador que tiene licencia del CN Sabadell.
Coll tiene “la mejor patada de filipina del mundo”, en palabras del director técnico español, Santi Veiga. Esta es la que te propulsa y te hace mantener la velocidad en los subacuáticos. A ojos del espectador se aprecian sus virtudes. Una salida explosiva y unos subacuáticos que ni Léon Marchand. Hasta lo dice el propio Coll. “Creo que soy el mejor del mundo en esa faceta en la braza, Marchand está ahí, ahí. Soy humilde. Sé que en el nado hay mejores que yo, pero tengo que aprovechar mis puntos fuertes, incluso mejorarlos”, explicó.
La final está tan abierta que hasta el chino Qin Hayang por la calle 8 o el ruso Kirill Prigoda, en la 1, estarán en la carrera. Coll saldrá por la 2, buena colocación.
Creo que soy el mejor del mundo en ese subacuático, Marchand está ahí, ahí”
Este sueño fue durante un mes una pesadilla. Los Mundiales peligraron. No pudo participar en las pruebas clasificatorias españolas porque necesitaba un visado especial del gobierno estadounidense para poder regresar después al país. El tarraconense había acabado sus estudios tecnológicos, pero quería regresar un año más a seguir entrenando con Sergi López y a empezar las prácticas. Necesitaba un permiso especial que no llegó hasta mediados de julio. “Fue difícil, pasé semanas complicadas a nivel mental, por la incertidumbre de qué será de mí. Iba entrenando y pensaba ¿para qué? Quizás no voy al Mundial”.
Pero sí fue al Mundial. Su Mundial. Y esta noche tendrá un gran día, aunque no será el último. “Mi reto son los Juegos de Los Ángeles”, proclamó. Y va siguiendo los pasos marcados. Campeón del mundo de piscina corta en diciembre, finalista y quizás algo más en piscina olímpica apenas ocho meses después. Si suena la alarma, Coll, en el menú de los españoles.