“Tres minutos, dalo todo”; pero el título se le escapa a Sandor Martín

Boxeo | Campeonato Mundial del peso superligero

La derrota hiere al púgil barcelonés; sin embargo, su vida va a cambiar: entre él y Alberto Puello se repartirán una bolsa de 2,4 millones de dólares

Sandor Martín esquiva un golpe de Alberto Puello, este domingo en el Barclays Center de Brooklyn

Sandor Martín esquiva un golpe de Alberto Puello, este domingo en el Barclays Center de Brooklyn 

Al Bello / GETTY

Un púgil, igual que un escritor, debe defenderse por sí mismo

La dulce ciencia, AJ Liebling

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Rafa Martín es un hombre pausado, un hombre de mundo.

Rafa Martín lleva el palillo en la boca y a diario venda las manos de su hijo y pupilo, Sandor Martín, el mejor púgil español de los últimos tiempos, un boxeador empeñado en cambiar la percepción de esta disciplina, acaso venida a menos en este siglo XXI.

Sandor Martín propone el calor del hogar en contrapunto a las historias malditas del boxeo, a las historias de gigantes con pies de barro arruinados por almas sin escrúpulos, luchadores poderosos en el cuadrilátero y vulnerables en los despachos.

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Su padre le venda las manos en el gimnasio KO Verdún, en Nou Barris, donde todo empezó. Su mujer, Naiara, le acompaña en sus aventuras por el mundo, empezando por este combate en Brooklyn por el título superligero (entre 61,2 y 63,5 kg). Y la hija de ambos, la pequeña Jimena (un año y medio), va a tener una vida mejor.

La bolsa es notable. 

Alberto Puello y Sandor Martín se repartirán 2,4 millones de dólares. 

Cuando piensa en ello, a Sandor Martín se le ilumina la mirada. 

Tiene 31 años y un cuerpo marcado a cicatrices. Es el saldo de una vida en el cuadrilátero, tirando guantes a su sombra, a su padre o a un sparring ocasional, en los últimos tiempos un zurdo, pues zurdo es Puello, el dominicano que le ha impedido acariciar el cielo.

He sentido que he ganado esta pelea, pero yo no soy parte de los jueces"

Sandor MartínBoxeador

Sandor Martín es un púgil diferente porque fue a la universidad: estudió cuatro cursos de CAFE (Ciències de l'Activitat Física i l'Esport) y lo dejó para centrarse en el boxeo, pero piensa retomarlo todo cuando su aventura termine.

-Lo retomaré -me insistía días atrás, antes de volar a Nueva York.

Por el camino, ha ganado 42 combates (15 por KO) y ha sufrido cuatro derrotas, la última esta noche en Brooklyn, en una decisión que ha incomodado a parte de la audiencia, pues los jueces no iban a la par.

113-115 ha marcado el primer árbitro, que se decantaba por Sandor Martín.

115-114 ha dicho el segundo, casi empate técnico.

116-112 ha decidido el tercero: victoria de Puello, el defensor del título (24 victorias, cero derrotas), incredulidad en la mirada de Sandor Martín y resignación en el padre, Rafa Martín, el mismo que minutos antes, en el duodécimo asalto, voceaba desde su rincón:

-Tres minutos, tres minutos, lo tienes que dar todo.

El mismo Rafa Martín que días atrás, en una charla en Rubí, me describía cómo se diseña el cinturón del campeón del mundo de WBC (World Boxing Council):

-A un lado, el botón dedicado a José Sulaimán, el hombre que humanizó el boxeo. Al otro, el de Muhammad Alí, el padre. Y en el centro, el rostro de los dos aspirantes: el de Puello y el de mi hijo.

-¿Y si no lo gana?

-Sé que lo va a conseguir. Hemos esperado este momento como los cazadores. Pero a estas alturas de la vida...

Sandor Martín encaja un derechazo durante su duelo ante Alberto Puello

Sandor Martín encaja un derechazo durante su duelo ante Alberto Puello 

Frank Franklin II / AP

La vida le deja ahora un regusto agrio a Sandor Martín, reconfortado financieramente aunque herido en su fuero interno: se le ha escapado el título.

(Entre bastidores, hay quien considera que el veredicto ha sido casero: al fin y al cabo, se dice que Nueva York es la tercera ciudad de República Dominicana por su número de habitantes; otros expertos opinan que el estilo de Sandor Martín no es del gusto de los estadounidenses: es estratégico, jamás sale a bocajarro, no abre los guantes, espera y espera).

-He sentido que he ganado esta pelea, pero yo no soy parte de los jueces y claramente ellos lo han visto de una forma distinta. No sé que me falta, pero no estoy por bajar los brazos -decía Sandor Martín cuando todo había acabado, con el rostro amoratado y la respiración congestionada.

(El cronista escribirá sobre boxeo, pero jamás se subirá a un ring: no sería feliz encajando un derechazo).

En estos días, la familia paseará bajo la nieve en Nueva York, se repondrá de las heridas y luego regresará a Barcelona. Sandor Martín no piensa alterar su filosofía ni su forma de hacer. Y tampoco lo hará su padre y entrenador, Rafa, el fundador del KO Verdún en los años ochenta:

-Mi padre pasa de mí. Cuando me toca entrenarme, está por mí. Pero luego está por los otros muchachos, como tiene que ser -me contaba el púgil, días atrás.

Eso le toca ahora: le toca esperar, esperar de nuevo.

Es posible que, en el futuro, vuelvan a llamarle para aspirar al cinturón. Mientras tanto, vamos a verle en programas televisivos, entrevistas a tutiplén y proyectos mediáticos. Igual que Ilia Topuria en el MMA, Sandor Martín está popularizando el boxeo entre la muchachada de nuestro país.

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