Cómo donar dinero a buenas causas
Gestión | Solidaridad
Que la guía sea un equilibrio entre moral, libertad y eficacia
Una mujer mira las acciones solidarias en Europa de una entidad
Estamos en la temporada de las donaciones. Casi dos quintas partes de los estadounidenses responden en las encuestas que, en la época navideña, dedican a causas benéficas una mayor parte de sus ahorros que en cualquier otro momento del año; más de dos tercios de los británicos afirmaban que iban a donar dinero en estas fiestas. Sin embargo, desenvolverse en el laberinto de las organizaciones benéficas, las buenas causas y las personas necesitadas puede resultar tan difícil como hacerlo en la reunión familiar propia de estas fechas. ¿Cómo dar bien?
Por desgracia, la idea de que hay que tratar las donaciones benéficas de forma metódica se ha visto empañada por la idea del altruismo eficaz, un movimiento con el que estuvo asociado Sam Bankman-Fried (conocido por sus iniciales SBF), un criptoestafador convicto que se justificó insistiendo en que su iniciativa fraudulenta tenía como fin último hacer el bien. Afortunadamente, la noción de que existe una forma sensata de dar tiene una larga y noble historia. Aristóteles señaló que la virtud emanaba de dar correctamente: a las personas adecuadas, en las cantidades adecuadas, por las razones adecuadas y en los momentos adecuados.
Una donación rigurosa exige reflexión y juicio, pero maximiza el beneficio
Tres consideraciones podrían servir de guía al donante moderno. La primera debería ser atenerse a las propias prioridades morales. Tanto una donación para rescatar lenguas que mueren como para salvar a niños que mueren tienen un valor intrínseco. La religión y la filosofía pueden ayudar a equilibrar demandas contrapuestas. En última instancia, la importancia que uno conceda a una buena causa en comparación con otra es una cuestión de elección personal.
Otra consideración es el grado de libertad que se debe conceder a los destinatarios elegidos para que decidan por sí mismos entre diferentes cosas buenas. Alguien puede sentirse movido por la misión de sacar de la pobreza a los más necesitados. Sin embargo, estos quizás prefieran gastar ese preciado dinero en el funeral de un ser querido antes que invertirlo en una vaca en tanto que fuente de ingresos futuros. Es preciso decidir en qué medida se aferra uno a los propios deseos. Esta forma de pensar ayuda a comprender la gran aceptación en los últimos años de los planes que ofrecen transferencias de efectivo. GiveDirectly, una organización que ofrece ese tipo de donaciones en los países pobres, ha recaudado más de 500 millones de dólares en los últimos tres años.
La tercera consideración es la eficacia. Ya se trate de prevenir la oncocercosis, mejorar los niveles de alfabetización o repartir dinero en efectivo, algunas organizaciones son mejores que otras en su actuación.
Ahora bien, no siempre es posible saber hasta qué punto son eficientes las organizaciones benéficas. A veces, las ganancias en dólares por cada dólar gastado son difíciles, cuando no imposibles, de medir. ¿Cómo cuantificar el éxito de un programa de apoyo a la democracia? Si un autócrata acaba en el poder, se puede llegar a la conclusión de que el esfuerzo ha sido inútil; aunque también se puede pensar que valió la pena evitar el colapso democrático al menos durante un tiempo. Las organizaciones benéficas más pequeñas pueden enfrentarse a dificultades en la tarea de recopilar los datos que necesitan para evaluar su trabajo. Eso no significa que las organizaciones que intentan resolver problemas complejos o que carecen de datos sean peores; sólo que su éxito a la hora de obrar bien es una mera conjetura.
Si es posible obtener pruebas sobre la eficacia de las organizaciones benéficas, ese factor debería entrar en los cálculos. Un objetivo definido, como cavar pozos para obtener agua potable, debería ser algo susceptible de ser medido. Y también los programas que prometen resultados rápidos. Dado que algunas organizaciones benéficas consiguen realmente más por dólar invertido, a quién se dona puede ser tan importante como cuánto se dona.
GiveWell, un evaluador de organizaciones benéficas, dedica miles de horas a ese tipo de cálculos y elabora una lista de las mejores organizaciones benéficas. Basándose en los criterios que sustentan el altruismo eficaz (al margen de asociaciones con SBF), GiveWell se centra en las organizaciones que tienen muchos datos y concede especial importancia al hecho de salvar vidas infantiles. Las propias organizaciones benéficas podrían dedicar más esfuerzos a la transparencia en materia de eficacia con el fin de ayudar a los donantes a tomar decisiones más informadas.
Obviamente, hay más de una forma de medir la eficiencia, y las distintas metodologías reflejan prioridades diferentes. Una donación rigurosa exige reflexión y juicio. Puede parecer mucho trabajo, pero el esfuerzo ayuda a los donantes a maximizar el beneficio de lo que se da. Y, como sostenía Aristóteles, también hace mejores a los que dan.
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Traducción: Juan Gabriel López Guix