Año 2013, el ciclo combinado de Palos de la Frontera (Huelva), propiedad de Naturgy y uno de los más longevos de España, se ve obligado a detener su actividad. La escasa demanda energética del momento por el contexto de crisis se cubría con las fuentes de generación más económicas como el carbón o la nuclear. Los ciclos combinados propulsados por gas natural no entraban en el sistema.
Estaba en jaque un parque de algo más de 25.000 MW de potencia eléctrica en España por el que las empresas energéticas del país y en especial Naturgy habían apostado a principios del siglo. La compañía presidida por Francisco Reynés es la que más ciclos posee, 17 instalaciones con un total de 7.400 GW. La primera de esas infraestructuras se inauguró en el 2002. La de Huelva, que esta semana ha visitado La Vanguardia , cumple 20 años. Tras una inversión inicial de 500 millones de euros, entre el 2013 y el 2021 llegó a tener parado uno de sus tres ciclos durante casi ocho años, con un coste anual de mantenimiento de unos cinco millones de euros. Poco podían imaginar entonces los empleados que iban a celebrar el 20.º aniversario de su lugar de trabajo y aún más, que uno de los principales directivos de la compañía que paga sus nóminas, Pedro Larrea, director general de Redes de Naturgy, les iba a trasladar en ese evento la esperanza de futuro de poder “llegar a celebrar otros 20 años más de vida”.
Detrás de este cambio de expectativas, están las energías renovables, en particular la fotovoltaica, y una capacidad de adaptación tecnológica digna de la teoría de las especies de Darwin. Los ciclos combinados, que estuvieron durante años en la cuerda floja (Naturgy llegó a reclamar ante los tribunales el derecho a cerrarlos), son ahora la única fuente de producción de electricidad procedente de energías fósiles que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) mantiene sin modificación hasta el 2030. Se han convertido en elementos esenciales en la transición energética. ¿El secreto? “Damos un servicio estable, pero, sobre todo, somos muy flexibles”, explica Simón Domínguez, jefe de Explotación de la central de ciclo combinado de Palos.
Con el sistema actual, un estudio de PwC auguraba pérdidas para el sector de hasta 4.500 millones de euros hasta el 2030
Originalmente, los ciclos fueron concebidos para inyectar energía en el sistema de forma estable y continuada, como las centrales nucleares. Solo se paraba para mantenimiento. Ahora, todo ha cambiado. En el 2024, se registraron 3.500 paradas y arranques. Los ciclos funcionan cuando el resto de tecnologías de generación eléctrica son insuficientes, sobre todo a primera hora de la mañana y a partir del atardecer. “Las renovables nos han dado la vida. Cuantas más haya, más imprescindibles seremos”, apunta Domínguez.
Un ciclo combinado como el de Palos es capaz de pasar de estar parado a inyectar energía en la red eléctrica en menos de 30 minutos. Si está arrancado al ralentí, en un solo minuto puede subir la potencia de generación un 20%. Una garantía para Red Eléctrica, el operador del sistema en España. Esa facilidad de uso es la que le ha convertido en la cobertura perfecta para las renovables. Pero también tiene un gran coste. “Las revisiones se hacen por horas de actividad. Cada arranque se contabiliza como unas 500 horas de actividad y una revisión de las 100.000 horas cuesta alrededor de 18 millones de euros”, explican en el sector.
Con el sistema actual, un estudio de PwC auguraba pérdidas conjuntas para el sector de hasta 4.500 millones de euros hasta el 2030. El Gobierno ha accedido ahora a compensar esa disponibilidad a través de un “mecanismo de capacidad”. Pero la propuesta pública “no convence ni a gasistas, ni a renovables, ni a casi nadie”, apuntan desde el sector. Y es que no solo los ciclos recibirían esos pagos, también las renovables y el almacenamiento.
A falta de ese acuerdo, los ciclos afrontan una nueva mutación que les asegure larga vida. “Los nuevos gases renovables serán parte de esos próximos 20 años”, promete Pedro Larrea . Y es que la infraestructura de los ciclos combinados podría ajustarse sin problemas a funcionar con gases renovables, cuando estos sean rentables.