Una de las peores situaciones que nos enfrentamos los seres humanos es el duelo por la perdida de un ser querido. En medio de este proceso de aceptación, desolación y aflicción, la muerte no solo deja un vacío emocional; muchas veces llega acompañada de una serie de trámites y gestiones legales, para los que uno no siempre está preparado lo suficientemente para afrontar la herencia.
Este es el caso de Carmen Rocío, una vecina de Sevilla y madre de un bebé de 6 meses, quien se ha visto obligada a hacerse cargo de una deuda de 600.000 euros. Su historia se ha dado a conocer gracias al programa ‘Y Ahora Sonsoles’ de Antena 3.

Carmen Rocío explica su situación actual.
En España, heredar, muchas veces, puede ser más una carga que una bendición, ya que puede convertirse en un proceso complicado, costoso e incluso traumático. Carmen Rocío cuenta que su padre falleció en 2010 y desde entonces su vida ha sido un infierno.
Su padre era propietario de una pequeña tienda familiar que incluía una casa, donde siempre han vivido, y tres terrenos que usaba para sembrar hortalizas. “Un día, llegó un inspector de Hacienda y nos dijo que firmáramos un papel, en el cual se formalizaba la herencia de mi padre”, explica.
No ha venido un perito a mi casa para evaluar el coste real de la propiedad
En ese momento, pensaba que se trataba de un simple trámite, que solo debía firmar para recibir la propiedad que le pertenecía. Nadie le informó de que debía pagar unos impuestos de sucesión, ni del importe final. Poco después recibió una carta en la que se notificaba el pago de 210.000 euros a Hacienda.
Rocío no podía creer lo que estaba ocurriendo. “No podíamos pagar ese dinero, porque incluso vendiendo lo que teníamos, nos quedábamos en la calle. Era una barbaridad. Al no poder pagar, empezamos a recibir multas y más multas hasta alcanzar los 600.000 euros”, explica desolada.
La cantidad inicial ya era impagable, y con las sanciones por impago la deuda se ha triplicado. De esta situación, Carmen afronta con dos situaciones: la injusticia de tener que pagar un valor que considera que está muy encima del real, con contar con los suficientes recursos económicos para hacerlo; y, por otro, la sensación de soledad y abandono, al sentirse desinformada y desprotegida por el sistema, ya que dieron por entendido que conocían el procedimiento legal de la herencia de sucesión.
Roció siente impotencia por la cantidad que le piden, ya que considera que no se ajusta a su valor real, y que, además, asegura que en ningún momento ningún profesional vino a inspeccionar el valor real de la vivienda: “No ha venido un perito a mi casa para evaluar el coste real de la propiedad. Han puesto el valor que ellos han querido. Por eso vale tanto dinero, porque mi casa no vale eso”, confiesa.
Mi padre ha trabajado mucho para que ahora te lo quiten y te quedes en la calle
“A nosotros no nos informaron del impuesto de sucesiones, nos hicieron firmar ese papel y ya después, una vez ya firmado, descubrimos lo que es el impuesto de sucesiones”, añade. Si hubieran tenido conocimiento del proceso, al menos habrían podido renunciar a la herencia, lo cual les habría eximido de pagar los impuestos, aunque eso significara perder su vivienda actual. Hoy en día, vive angustiada sabiendo que en cualquier momento podría quedarse en la calle. “Mi padre ha trabajado mucho, para que ahora, encima, te lo quiten y te quedes en la calle. No puedo comprar una casa porque me la embargan, no puedo tener nada a mi nombre”, explica llorando.
La situación de Carmen Rocío no es un caso lejano. Lo cierto es que es la realidad de muchas familias españolas, especialmente las más vulnerables, que no saben cómo actuar ante situaciones como esta. En estos casos, muchas familias optan por declararlo como beneficio de inventario, que ante la ley permite para rechazar la herencia una vez se conozca el impuesto total a pagar.