Jaime Higueras, millonario a los 22 años: “El 95% de la gente más rica e influyente del mundo no lleva barba ni bigote. Si hubiese una ventaja estratégica de tener pelo en la cara, lo harían”

Apariencia física

Quienes lideran el mundo económico tienden a proyectar una imagen pulcra

Las tendencias le dicen adiós a la barba, ¿vas a quitártela?

Jaime Higueras en la grabación de un podcast

Jaime Higueras en la grabación de un podcast

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Jaime Higueras, fundador de Growth Partner y referente entre los jóvenes creadores de contenido sobre negocios, a sus 22 años ya ha amasado una fortuna que le permite hablar sin tapujos. Una de sus declaraciones más virales tiene poco que ver con Excel, y todo que ver con el estatus. Según Higueras, el 95% de la gente más rica e influyente del mundo no lleva barba ni bigote. Su razonamiento se basa en lo que él llama una “ventaja estratégica de percepción”.

Un patrón que se repite en la élite

Asegura que, en el mundo de los negocios y las ventas, la confianza visual lo es todo. “¿Te has fijado en los presidentes de Estados Unidos de los últimos cien años? Ninguno lleva barba. Ni Clinton, ni Obama, ni Biden”, plantea. Venderse ante millones requiere algo más que carisma: también es cuestión de parecer fiable. Y el vello facial, como él defiende, suele percibirse como una barrera.

No se trata sólo de líderes políticos. Según Higueras, si uno repasa la trayectoria de las estrellas de Hollywood o grandes empresarios del Fortune 500, descubrirá que la mayoría no lucía barba al comienzo de su carrera. “Quizás ahora sí, porque ya tienen la autoridad ganada. Pero cuando empezaron y estaban peleando por un sitio, iban afeitados”, comenta el joven empresario.

Un rostro bien afeitado genera mayor sensación de limpieza, transparencia y cercanía. La atención al detalle en el afeitado es un arte que se vincula con la autoconfianza, el autocuidado y, en definitiva, con una imagen de éxito. Un hombre que entra a una reunión con el rostro bien cuidado proyecta seguridad y compromiso. El afeitado no es simplemente estético, sino parte de un código no verbal en entornos competitivos.

Un mensaje psicológico tras la barba

El bello facial o la ausencia de él es un símbolo de estatus.

El bello facial o la ausencia de él es un símbolo de estatus.

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Ahora bien, la barba también tiene su legión de defensores. Estudios recogidos por SensaBien señalan que el vello facial puede transmitir madurez, estatus y autoconfianza. De hecho, se estima que una barba bien cuidada puede añadir hasta dos años de apariencia, algo buscado especialmente por hombres jóvenes que aspiran a verse más maduros.

Otras razones de peso son la sensación de poder, la diferenciación o el deseo de marcar una etapa vital. La barba puede ser un símbolo de cambio interno. Dejarla crecer a veces coincide con cierres de etapas, rupturas o decisiones importantes.

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Aun así, Higueras insiste: si la barba fuese realmente una ventaja estratégica universal, los grandes magnates ya la habrían adoptado. No es una cuestión de estética personal. Es que, en ciertos entornos, afeitarse sigue siendo una declaración de intenciones. La batalla entre barba y rostro afeitado no es nueva, pero en entornos donde las apariencias importan, apostar por una cuchilla sigue siendo, para muchos, una jugada ganadora.

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