La búsqueda de la felicidad se ha convertido en una constante; más aún, si hablamos de un contexto como el actual, marcado por el acelerado ritmo de la vida cotidiana. En este sentido, es inevitable relacionar el bienestar emocional con un mayor poder adquisitivo. Tener la posibilidad de comprar una casa, un coche o viajar, así como de disponer de cierta holgura para sobrellevar imprevistos, hará que las preocupaciones sean mucho menores en términos generales. Pero ¿hasta qué punto?
¿Existe una cifra, a partir de la cual, el dinero sea solo dinero? José Elías Navarro, empresario multimillonario y presidente de Audax Renovables S.A., parece considerar que sí y tiene claro de qué cantidad estaríamos hablando. “Siempre he pensado que hay un punto donde el dinero deja de darte la felicidad”, asegura en su perfil de LinkedIn. “Y ese punto son los 20.000€ netos recurrentes al mes”.
El dinero y la felicidad
Una compleja relación
Publicación de José Elías
“Tener más de 20.000€ fijos al mes no tiene sentido. A partir de ahí, no eres más feliz”, sostiene el empresario de manera tajante. Su explicación es simple: “Pienso que, por lo general, no hay huevos para gastarte más de esa cantidad al mes”. Precisamente, hablamos de una cifra que “ya te da tranquilidad” al poder cubrir una serie de necesidades tales como mantener la casa, comprar comida, hacer viajes o adquirir los eventuales caprichos que puedan surgir. “Más de eso no te cambia la vida”, puntualiza.
Claro que, en su caso, el sueldo que percibe sobrepasa este límite. “Pero lo cierto es que podría vivir igual con menos”, asegura al tiempo que ilustra una realidad latente: “Lo importante es entender hasta dónde el dinero suma felicidad y a partir de qué momento solo suma en el banco”. Por lo tanto, la cantidad que marca esta línea divisoria es subjetiva, como también lo es el propio concepto de la felicidad.
El estudio de Daniel Kahneman y Angus Stewart Deaton
¿Puede el dinero comprar la felicidad?
Un estudio analiza si realmente el dinero puede comprar la felicidad y ofrece una respuesta algo compleja
La Real Academia Española (RAE) define felicidad como el “estado de grata satisfacción espiritual y física”. Ahora bien, cada persona puede darle un sentido diferente a estas palabras, en función de aquello que, a falta de un término mejor, le haga feliz. Además, la salud, la familia, el trabajo y la vida social son factores determinantes que, junto a la situación económica, conforman el cómputo global de lo que podríamos considerar el bienestar personal.
Sobre este mismo asunto, el reconocido psicólogo Daniel Kahneman y el galardonado economista Angus Stewart Deaton realizaron conjuntamente un estudio titulado High income improves evaluation of life but not emotional well-being (Los ingresos elevados mejoran la evaluación de la vida pero no el bienestar emocional), cuyos resultados sugieren una respuesta compleja a la pregunta de si el dinero puede comprar la felicidad.
“Los ingresos altos compran satisfacción con la vida, pero no la felicidad. Por su parte, los ingresos bajos se asocian tanto con una baja evaluación de la vida como con un bajo bienestar emocional”, concluye el estudio publicado en la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences).


