La tecnología ha avanzado tanto que forma parte del día a día de la mayoría de la población y ha permitido agilizar miles de gestiones y trámites que antes requerían mucho tiempo presencial. También ha facilitado la comunicación instantánea con personas de cualquier parte del mundo y el acceso a información de manera muy sencilla y rápida. Sin embargo, su uso también ha aumentado las estafas, un problema que cada vez parece más común.
El uso de la tecnología nos expone constantemente a estafas digitales, los fraudes y otros riesgos si no se utiliza de manera consciente y responsable, por lo que algunas de sus consecuencias no solo pueden ser la pérdida de dinero, sino también afectar la salud mental.

Los estafadores son profesionales en identificar a persona vulnerables.
Aunque ser estafado puede ocurrirle a cualquiera con el simple hecho de hacer clic en un enlace o introducir datos personas en una web fraudulenta, hay un colectivo especialmente vulnerable al que los estafadores suelen dirigirse: los jubilados y las personas mayores. Este es el caso de María teresa, una vecina de Berga a la que le estafaron 8.000 euros a través de una transferencia, hecho que dio a conocer recientemente a través del medio 324 Notícies.
Los estafadores son profesionales en identificar a personas que no comprenden bien cómo funciona Internet o que viven solas. En el caso de Maria Terersa, En su caso, se hicieron pasar por su entidad bancaria mediante un SMS en el que le alteraban de que habían intentado estafarla. Así que llamó al número que le indicaban en el mensaje y allí le comentaron que eran el servicio antifraude de la entidad bancaria.
Le comentaron que el procedimiento siguiente era realizar diferentes transferencias a una cuenta que ellos le proporcionaban para “proteger su dinero”: “Me sentí engañada, estafada y tonta. Me daba vergüenza contárselo a alguien”, confiesa María Teresa. “Me han estafado casi 8.000 euros, estoy jubilada y para mí esto es mucho dinero”, lamenta.
Me sentí engañada, estafada, tonta. Me daba vergüenza contárselo a alguien
Las instrucciones que debía seguir María Teresa eran muy sencillas, y en todo momento los estafadores le daban soporte moral para que no sospechara, sabiendo que así tenían más probabilidades de que la víctima no hablara del caso con nadie más. En ese momento se encontraba en la montaña y tuvo que conducir durante una hora y media para acudir al cajero, sacar el dinero y depositarlo a nombre del estafador, con la promesa de que en pocas horas lo recibiría de vuelta.
Para convencerla, justificaron la operación como un nuevo método del banco para evitar fraudes. “Una de las instrucciones era que yo tenía que desplazarme a un cajero. Estaba a una hora y media aproximadamente de Berga. Entonces ellos me iban guiando y me decían: ‘Yo ya sé que usted es muy mayor y que necesita ayuda, y yo quiero ayudarla”, relata.
“Y entonces, allí en Berga, me dicen que harán un traspaso de dinero a otra cuenta a nombre de otra persona. Pero yo tenía que coger el dinero, sacarlo en efectivo e ingresarlo en esa cuenta a nombre de esa persona”, señala.
María Teresa no quiso involucrar a sus hijos, ya que en esa hora trabajaban y creía que podía solucionarlo sola, pero al pasar las horas no recibió el dinero y entonces allí se dio cuenta de que había sido estafada. Confiaba en el servicio 'antifraude' que la acompañaban en todo momento. “Me decían: 'No se preocupe, que en dos horas, esto estará solucionado’. Entonces se me destapó la cabeza… Y vi que me habían estafado y que ellos eran los estafadores”, concluye.
Actualmente, los bancos generalmente no se hacen responsables de transferencias que la propia persona realiza voluntariamente, aunque hayan sido inducidas por estafas. Para evitar estos casos, las entidades financieras recomiendan nunca realizar operaciones solicitadas por SMS, correo electrónico o llamadas no verificadas. Además, aconsejan desconfiar de cualquier mensaje de remitente desconocido, especialmente si incluye datos como teléfonos, enlaces o datos personales.