“Si las mujeres siguen siendo solo el 20% en la formación ejecutiva, algo no está funcionando”: cinco años de AMBS, la escuela de negocios que democratiza el acceso a la educación ejecutiva
AMBS
Aula Magna Business School cumple cinco años consolidando un modelo online que combina formación ejecutiva, crecimiento empresarial e impacto social
AMBS ha crecido como una escuela especializada en formación ejecutiva flexible, práctica y orientada a la acción
En plena pandemia, con el mundo encerrado y la formación ejecutiva intentando adaptarse a un terreno desconocido, Clara Lapiedra tomó una decisión que marcaría un rumbo distinto al del sector. Con la experiencia de un MBA en ESADE, un PDG en IESE y años de consultoría estratégica, vio una oportunidad en lugar de un freno: crear una escuela de negocios diseñada desde el inicio para el entorno online, con programas pensados para mujeres con carreras exigentes y agendas complejas. Así nació Aula Magna Business School (AMBS), un proyecto que ahora cumple cinco años en un momento de madurez y expansión.
En este lustro, AMBS ha crecido como una escuela especializada en formación ejecutiva flexible, práctica y orientada a la acción. Sus programas se estructuran de forma asíncrona para permitir que cada alumna avance a su ritmo, con contenidos creados por profesoras en activo y puntos de encuentro puntuales —como el kick-off anual— que mantienen viva la sensación de acompañamiento. La comunidad que se ha formado alrededor de la escuela es hoy uno de sus rasgos más reconocibles: mujeres de distintos países que se conectan, comparten oportunidades, colaboran entre sí e incluso se visitan cuando coinciden viajando.
Lo que empezó como una propuesta dirigida sobre todo a profesionales individuales se ha transformado en una oferta cada vez más demandada por empresas. Hoy, gran parte del crecimiento de AMBS proviene del ámbito B2B. Organizaciones de distintos tamaños recurren a la escuela para formar a sus equipos en liderazgo, management, pensamiento crítico, diversidad o gestión inclusiva, áreas donde la actualización constante es clave.
Además, todos los programas son subvencionables, lo que ha facilitado su implantación en compañías que buscan mejorar habilidades directivas y dar respuesta a nuevas obligaciones, como la información no financiera o los planes de igualdad. A esto se suma la reciente creación de una academia de idiomas —inglés, francés, castellano e italiano— que complementa la formación y permite que más profesionales puedan asumir proyectos internacionales.
Las mujeres sabemos que no nos regalan nada. Cuando necesitamos algo, nos lo trabajamos
Paralelamente, AMBS ha consolidado una línea de impacto social que se ha convertido en parte esencial de su identidad. La escuela financia becas para mujeres en Ecuador, Kenia o Camboya, y ha impulsado proyectos educativos en Nairobi, en una de las barriadas más vulnerables de la ciudad. Allí han colaborado en la rehabilitación de aulas deterioradas para que niñas y jóvenes puedan estudiar en un entorno seguro.
También han puesto en marcha programas dirigidos a mujeres de países en desarrollo que quieren emprender desde casa, centrándose en habilidades digitales y negocios que pueden gestionarse únicamente con conexión a internet. La vocación internacional del modelo online ha permitido que la formación llegue allí donde no llegan los recursos.
Cinco años después de aquel inicio en plena pandemia, la escuela acumula historias que ejemplifican su impacto. Entre ellas destaca la de Belén, una alumna de más de 50 años que se había quedado sin empleo y decidió formarse en Big Data. Antes de terminar el programa ya tenía varias entrevistas y el día de su graduación celebró su primera nómina en un nuevo trabajo. Casos como este muestran la intención de AMBS de convertirse en una herramienta real de progreso profesional.
La escuela de negocios encara ahora una etapa más global, ampliando su presencia en empresas y reforzando el impacto social que ha ido construyendo edición tras edición. El proyecto avanza porque ha encontrado su lugar. Y ese lugar sigue justificado por una cifra incómoda: en muchas aulas ejecutivas, las mujeres continúan sin pasar del 20%.
Ese dato, que Clara Lapiedra vio repetirse durante años, recuerda por qué una escuela como AMBS tenía sentido entonces y lo sigue teniendo ahora. Acercar la formación directiva a mujeres que no podían encajarla por horarios, por carga mental o simplemente por geografía no es un reclamo comercial: es un hueco real que nadie había cubierto del todo. “Las mujeres sabemos que no nos regalan nada. Cuando necesitamos algo, nos lo trabajamos”, concluye Lapiedra.
Lecciones de Vanguardia
“Demasiados emprendedores arrancan sin analizar qué existe ya o por qué otros proyectos similares no prosperaron. La documentación previa es tan necesaria como la idea inicial”