Del paintball al “humor amarillo”: la historia de Carlos Navas, el creador que transformó un bosque en un parque de juegos para todas las edades
Aventuring
Aventuring es un parque de aventuras en plena naturaleza que diseña y fabrica sus propios juegos para que cada grupo disfrute sin esperas

Aventuring diseña y fabrica sus propios juegos para que cada grupo disfrute sin esperas
“Queremos reírnos, no nos hagas pensar y que sea divertido, no competitivo”. Un par de frases en una conversación con una persona cercana bastaron para que Carlos Navas, fundador de Aventuring, entendiera lo que llevaba tiempo imaginando: la gente no busca ganar, busca reírse. Aquella charla distendida fue el punto de partida de un proyecto que acabaría cambiando su vida, un espacio donde los adultos pudieran volver a jugar sin presión, sin cronómetros y sin miedo al ridículo.
Así nació Aventuring, un parque de aventuras en pleno bosque de Girona, entre árboles, agua y caminos, donde cada prueba está pensada para disfrutar sin pausa: escaleras imposibles, dados gigantes, combates de almohadas sobre el agua y cañones de espuma que garantizan risas y chapuzones. Todo diseñado y fabricado por su propio equipo, con un objetivo claro: que nadie se quede fuera de la diversión.

Aventuring empezó en 2005 con partidas de paintball y con la finalidad de ofrecer algo distinto los fines de semana. Pero el paintball solo no bastaba. Carlos Navas probó con fútbol humano, orientación y quads, hasta que un día dio con la clave: traer a España los hinchables tipo “humor amarillo”, reinventados con seguridad para adultos. “Nunca quise copiarlos; quería un estilo propio, más divertido y más seguro”, recuerda.
Fue el primero en todo el país en apostar por este formato y, con el tiempo, también en diseñar y fabricar sus propios juegos. “Hay que pensar la idea, buscar los materiales, construirlo, probarlo y adaptarlo al terreno. Nada es rápido, pero todo lo que hacemos tiene nuestra firma”, cuenta.
Nunca quise copiar a Humor Amarillo; buscaba un estilo propio, más divertido y más seguro
La idea funcionó. Los grupos se multiplicaron, llegaron las despedidas mixtas y Aventuring se transformó en lo que es hoy: un parque de juegos dentro del bosque donde nadie se queda fuera. Aquí no hay explanadas ni pistas artificiales; las pruebas se integran entre los árboles y los distintos espacios, incluido el circuito acuático conocido como el Camino del Río Loco, creado por el propio Navas y su equipo para recrear el espíritu de un río entre toboganes, espuma y chapuzones.
“Lo bonito es que todo está integrado en la naturaleza. No hemos talado ni un árbol”, explica el emprendedor con orgullo. Ese respeto al entorno los llevó a conseguir la certificación de turismo sostenible Biosphere, alineada con la Agenda 2030: una garantía de que la diversión también puede ser responsable.

Pero Navas no solo fue pionero en los juegos. También lo fue en la forma de gestionarlos. Aventuring ha desarrollado un sistema propio de organización y colas que permite que los grupos pasen de una prueba a otra sin esperas. “Parece sencillo, pero nos ha llevado meses de trabajo. Ahora todo se coordina desde la web: los horarios, las reservas y la rotación de actividades”, explica. El resultado es un flujo continuo que permite atender a centenares de personas cada día sin que nadie sienta que está esperando turno. Una innovación que hoy marca la diferencia en el sector y que muchos intentan replicar.
El circuito cuenta con más de 20 juegos activos y este sistema propio de gestión de colas que sincroniza horarios desde la web. “Así, los grupos llegan, entran, juegan y salen sin esperas”, explica Carlos. La fórmula es tan eficiente que pueden pasar por el recinto hasta 400 personas al día sin sensación de agobio.
La clave, dice, está en la experiencia compartida. “No vendemos campeonatos; vendemos recuerdos de grupo. Reírse del tropiezo del amigo —y del propio— une más que cualquier marcador.”
Juegos con sello propio
El catálogo de Aventuring es una mezcla de ingenio y humor como el Everest, una escalera casi vertical que exige equilibrio y valor; Los Dados, dos cubos gigantes donde los participantes ruedan dentro como ratones; el Tragabolas, una piscina de espuma con arneses elásticos y una misión: atrapar las pelotas de tu color o el combate de almohadas, el clásico reinventado para caídas seguras y muchas risas.
El espíritu de Aventuring es claro: aquí nadie gana ni pierde. Las pruebas están pensadas para que todos disfruten, desde quien salta sin pensar hasta quien duda antes de lanzarse. “Nuestro reto es que nadie pare la cadena. Si alguien se queda bloqueado, el ritmo se rompe. Por eso las actividades se adaptan: tienen que ser dinámicas y accesibles para todos”, destaca. Esa filosofía ha convertido el parque en un espacio perfecto para cohesionar equipos o romper el hielo. Empresas que buscan reforzar la comunicación interna, colegios que quieren empezar el curso con energía o grupos de amigos que solo quieren reír: todos encuentran su sitio.

Tras veinte años de recorrido, Aventuring no busca abrir franquicias ni crecer sin medida. Su plan es renovar uno o dos juegos cada año, eliminar los que se repiten en otros parques y seguir mejorando la experiencia. “No se trata de tener más gente, sino de que cada grupo se vaya feliz. Eso vale más que cualquier expansión”, resume.
El equipo también quiere seguir afinando su sistema de turnos y mantener el equilibrio con el entorno. Y aunque el invierno es más tranquilo, la actividad no se detiene: los hinchables, los juegos de tierra y las pruebas bajo los árboles mantienen la diversión viva todo el año.
Lecciones de Vanguardia
“Constancia y claridad. Me arruiné dos veces, pero tenía un plan de empresa y lo seguí. Las ideas pueden ser muy buenas, pero llevarlas a cabo siempre cuesta. Lo importante es insistir, aunque no veas el resultado inmediatamente”.
