Más allá de verlos en acción en pantalla, ¿qué gusta más a los curiosos que conocer cómo es la vida privada de los rostros más conocidos de la televisión de nuestro país? Dudas y más dudas que refieren a la faceta más personal de cantantes, actores e incluso presentadores. Para muestra el caso de Carlos Sobera, que aunque se cuela en la casa de los telespectadores de forma recurrente, no acostumbra a compartir demasiados detalles sobre su vida privada.
Y es que aunque es cierto que el vasco sí que publica fotografías en sus redes sociales en las que eventualmente aparece su mujer u otros miembros de su familia, así como algunos de los rincones más especiales del hogar en el que reside a las afueras de Madrid, normalmente es en conversación con la prensa cuando se descubren los aspectos más desconocidos sobre ese lado que no se ve en la pequeña pantalla. Para muestra, las declaraciones que hizo sobre qué alberga su frigorífico.
Por su mujer y sus hijas
En casa del presentador nunca faltan las salsas
Porque pudiera sonar alocado para algunos, pero lo cierto es que descubrir que guarda alguien en la nevera es casi tan representativo de su personalidad como conocer cómo ha decorado su habitación. Con esa premisa hablaron con Sobera los periodistas de EL ESPAÑOL en el año 2021, en una entrevista donde los lectores pudieron deleitarse con particularidades de las que nadie sospechaba hasta la fecha.
Comenzando por algo básico como la relación de Carlos con la nevera, que admitía que “lo cierto es que cada día la abro menos”. ¿El motivo para proceder de este modo? “Tengo que cuidar la salud, ya que soy diabético tipo 2”, explicó. Una referencia a la enfermedad que es de dominio público que padece desde hace años y que, inevitablemente, condiciona su alimentación en muchos momentos.

Carlos presenta las galas especiales de 'Supervivientes: TIerra de nadie'.
También sus compras, claro está, de ahí que explicase que adquiere muchos productos “en Mercadona” puesto que “son especialistas en helados para diabéticos (…), son magníficos: no tienen azúcar, aunque sí hidratos de carbono, pero los metabolizo bien”. Sea como fuere, y dejando de lado básicos como la fruta, la verdura, la carne o el pescado, o la revelación de que “no me gustan los lácteos”, la charla también se centró en algo muy sabroso y que nunca puede faltar: las salsas.
Sucedió en Perú
Su picante favorito lo descubrió durante un viaje
“Mi hija de 20 y mi hija de 12 consumen salsas a tope, pero mi mujer, además, también es muy salsera”, argumentó para dar sentido a todas esas salsas que acumula en el frigo. No obstante, él tiene una única predilección en este caso. “Solo como picante porque me gusta mucho (…), pero no consumo el resto de salsas. Por ejemplo, cuando como hamburguesa en casa, la emplato sola y nunca le pongo ni ketchup, ni mayonesa, ni nada”.
Entonces, ¿de qué picante se vale? “Suelo tener un picante que mi mujer y yo conocimos hace muchísimos años cuando fuimos a Perú: el ají”, destacaba. Eso y que “entonces, era poco conocido en España y no estaba de moda y ahora ya lo puedes encontrar en cualquier establecimiento”. Una alegría para Sobera, que no necesita viajar al otro lado del charco para disfrutar de ese sabor “que me gusta incluso más que el tabasco, ya que es un picante más difuminado y no le resta sabor a la comida”.