El abrupto final de la historia de amor de 5 años que Juan y Medio y Lolita trataron de mantener en secreto: “Me dio celos que tuviera una moto tan grande”

Lo que no fue

El comunicador y la primogénita de Lola Flores mantuvieron durante cinco años una relación sentimental que evitaron hacer pública y cuyo final, más simbólico que escandaloso, saldría a la luz dos décadas después

Juan y Medio y Lolita Flores fueron pareja entre 1999 y 2004.

Juan y Medio y Lolita Flores fueron pareja entre 1999 y 2004.

GTRES / Paula Sama

Durante años, se miraron en silencio. No de esos silencios vacíos, sino de los que se llenan de risas a media voz, bromas que nadie más entiende y promesas no del todo rotas. Juan y Medio y Lolita Flores compartieron algo más que un romance: compartieron una complicidad de las que no se apagan con la distancia ni con los años. Fue una historia vivida en el fuera de plano, donde el foco no alcanzaba y solo quedaban ellos dos, como en una película sin guion.

Su amor comenzó a finales del siglo pasado, cuando la discreción era su mejor aliada y el misterio, su escudo. Cinco años duró esa relación, sin titulares ni exclusivas, más allá de algunas miradas cruzadas en platós y galas. Ahora, más de veinte años después, el velo ha caído por fin. El propio Juan, invitado a Lo de Évole, lo dejó caer entre frases con más fondo que forma: “Me tendría que haber sentado con esa persona a preparar un modo de vida en común. Con el paso de los años me doy cuenta de que el fallo no está en ellas, sino en mí. Con eso me acuesto muchos días”.

Juan y Medio, empresario y presentador de televisión, en 'Lo de Évole'

Juan y Medio en 'Lo de Évole'.

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Lolita lo contó sin rodeos. Fue en Gente Maravillosa, el programa de Toñi Moreno, donde habló con la franqueza de quien ya no teme a las heridas. “Querer a Juan y Medio es muy fácil, aunque él diga lo contrario. Enamorarse de él también es muy fácil”, confesó la cantante. La suya no fue una ruptura escandalosa ni una guerra de reproches. Fue más bien un “hasta aquí”, sin portazos, pero con un nudo en la garganta.

Pero no todo fue tan suave como parece. En la misma entrevista, la hija de Lola Flores dejó caer la frase que destaparía el secreto a medias: “Tendría que haber aguantado un poco más a que estrechara la moto”, dijo, entre risas que sabían más a melancolía que a chiste. Y añadió, sin filtro: “Me dio celos que tuviera una moto tan grande y corté”. No hablaba solo de una moto real, claro. Hablaba de lo que simbolizaba: esa libertad de él para ir y venir, para no quedarse del todo. Una metáfora sobre lo que no llegó a ser.

Juan, por su parte, fue menos directo, pero no menos claro. Con Jordi Évole, se le notaba en la mirada que esa historia seguía viva, aunque fuera en forma de recuerdo. “No te estaba hablando de nadie en concreto, pero ella también podría ser esa persona”, respondió, visiblemente tocado. Y abrió una puerta, por pequeña que fuera: “Esperamos tener una vida un poquito más larga y que confluyan nuestros caminos y seguir en compañía”.

Lolita en 'Gente Maravillosa'.

Lolita en 'Gente Maravillosa'.

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Han pasado más de dos décadas desde que tomaron caminos distintos. Lolita, con sus propios tropiezos sentimentales, llegó incluso a casarse de nuevo, aunque reconoce que quizás, si no hubiera cortado con Juan, “él hubiera sido mi segundo marido. O quizás, si no me hubiese casado con él, habría sido mi pareja de por vida”. Lo dice sin nostalgia forzada, como quien ya ha hecho las paces con lo que no fue, pero sigue llevándolo dentro. Y es que ni el tiempo ni la distancia han conseguido borrar lo que vivieron.

“A Juan le tengo que agradecer muchísimas cosas. Que sigue estando presente, que sigue estando a mi lado. Que no me suelta la mano, aunque yo tenga mi vida y él tenga la suya”, dijo la artista, mirando a cámara como si le hablase directamente a él. Y cerró con un guiño íntimo, casi infantil: “Yo te estoy esperando también. Tampoco me voy a acostar hasta que vuelvas”. Por ahora, ninguno ha cerrado del todo la puerta. Él aún sueña con desayunar con ella, con pasear al perro y con que le diga qué falta en la lista de la compra. Ella lo llama “un amor eterno”. Puede que no haya boda ni vuelta atrás. Puede que la moto siga siendo demasiado grande. Pero hay recuerdos que, aunque ya no arranquen, siguen rugiendo por dentro.

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