Simone Biles no necesita presentación. La gimnasta más condecorada de todos los tiempos, con 37 medallas olímpicas y mundiales, volvió a colocarse frente al público. Esta vez no sobre la barra de equilibrio, sino ante cientos de universitarios en su discurso de graduación en Washington University, en St. Louis. Habló de salud mental, de presión y de valentía. Y tras su intervención, se sentó con la periodista Nina Giraldo para profundizar en lo que sigue doliendo cuando se apagan los focos.
Del oro a la pausa: cuando retirarse también es ganar
Biles recuerda cómo priorizar su salud mental en Tokio fue la decisión más valiente de su vida
Biles, que se retiró parcialmente de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 por sufrir los twisties (pérdida repentina de conciencia espacial durante el ejercicio), compartió que aquel gesto, tan criticado como aplaudido, sigue siendo uno de los momentos más valientes de su vida. “Puse mi salud mental por delante y recibí la ayuda que merecía. Eso fue lo más valiente que he hecho nunca”, reconoció.
Detenerse en mitad del mayor evento deportivo del mundo fue su forma de decir basta. “Obviamente fue difícil, pero sabía que era lo mejor para mí. La presión te empuja a seguir, pero a veces lo valiente es parar, tomar aire y cuidarte”, confesó. Aquel parón marcó un antes y un después no solo en su carrera, sino también en el modo en que la sociedad empieza a mirar a los atletas de élite: como personas, no como máquinas.

La gimnasta, con 27 años y cuatro Juegos Olímpicos a sus espaldas, ha hecho de su vulnerabilidad una bandera para toda una generación
Durante la conversación, Biles explicó que ha encontrado apoyo en su entorno más íntimo. “Mis padres, mis entrenadores, mis médicos… Siempre supe que me apoyarían al cien por cien, tomara la decisión que tomara”, señaló. “Creo que muchos jóvenes se sienten presionados a hacer cosas para las que no están listos. Y eso está bien. Hay que tomarse un respiro, dar un paso atrás, pensar. Todos estamos intentando encontrar nuestro camino”.
Con una mezcla de naturalidad y sentido del humor, Biles quiso desmontar también la idea de perfección que suele rodear a las figuras públicas. “Nos ponen en un pedestal, pero al final del día, soy humana. No llegué aquí en jet privado. Dejé a mis perros en la guardería, fui al aeropuerto y ya está”, bromeó. Y aunque reconoce que ser reconocida en la calle es “una bendición y una maldición”, también lo vive como una oportunidad para inspirar a otros: “Si yo lo he logrado, alguien que se parezca a mí también puede hacerlo”.
Nos ponen en un pedestal, pero al final del día, soy humana. Lo único que se me complica de verdad es hacer la compra”
Habló de ansiedad, de técnicas que la ayudan a manejarla, como los ejercicios de respiración que descubrió en terapia y que usa incluso antes de competir. “En mi discurso hice que todos respiraran conmigo. Sabía que estaban nerviosos, igual que yo, así que lo hicimos juntos. A mí me ayuda a bajar revoluciones”.
Biles insiste en mostrarse tal como es. Lejos del estereotipo de la estrella inalcanzable, dice que comparte contenido sobre su día a día —aprender a cocinar, hacer recados, fallar— para que la gente entienda que tiene más en común con ellos de lo que parece. “Quiero que entiendan que soy humana. Intento ser abierta y honesta con lo que vivo”.
Su mirada al pasado no solo se queda en Tokio. También recordó con cariño sus primeros Juegos en Río 2016, cuando tenía 19 años y todo era nuevo. Y la experiencia más reciente, París 2024, en la que se prometió a sí misma vivir el proceso. “Grabé TikToks, me hice muchas fotos. Me divertí. En 2016 estaba tan estresada que solo quería que terminara. Esta vez, me dio pena que acabara”, confesó.
La campeona olímpica no esquiva ninguna pregunta, ni siquiera las que la alejan del deporte. Cuando le preguntan qué habría hecho si no hubiera sido gimnasta, responde sin rodeos: “Quería ser enfermera, trabajar en una UCI neonatal. Pero si soy honesta, creo que habría acabado dejando la universidad. Me iba bien, tenía buenas notas, pero creo que no habría encajado. Gimnasia me llevó por el camino correcto”.
Simone también compartió a quién admira. “Mis padres, sin duda. Han estado casados 47 años, tienen sus propios negocios, hicieron muchos sacrificios por mí y por mi hermana. Nos adoptaron, y gracias a ellos estamos donde estamos”, recordó emocionada. También mencionó a figuras como Serena Williams, Kobe Bryant, Tiger Woods o LeBron James. “Me inspiraban porque se parecían a mí. No quería ser la mejor solo en mi deporte, sino hacer cosas buenas también fuera de él, como mi trabajo con niños en acogida”.
Para cerrar la entrevista, dejó un mensaje dirigido a quienes se enfrentan ahora al vértigo de la vida adulta: “En este momento puedes sentirte perdido, sin rumbo. Pero eso también está bien. Respira, para, escucha lo que necesitas. A veces, lo más fuerte que puedes hacer es reconocer que no estás bien y pedir ayuda. No estás solo. Todos estamos intentando descubrirlo”.