Pepe Viyuela es uno de los actores más reconocidos de la televisión española en los últimos 25 años. El intérprete de Logroño se ganó los aplausos y las risas del público interpretando a Chema en Aída durante más de una década, incorporando a su currículum papeles en la gran pantalla, como las películas de Mortadelo y Filemón. Sin embargo, en las últimas horas el riojano ha sido querido adelantarse a su propia muerte.
Lo ha hecho en Necrovistas, un podcast y sección correspondiente al programa Hoy por Hoy de la Cadena SER. Con la ayuda de su presentador, José Luis Sastre, los invitados elaboran su propia necrológica, sea de una forma más seria o desenfadada. En este caso, Viyuela ha reconocido que le gustaría decir adiós subido al escenario, rodeado por su familia, confesando que preferiría no retirarse de la interpretación.
“Ha muerto Pepe Viyuela, payaso. Le gustaba reír y hacer reír. La vida es una tontería, decía. Por eso pensaba que lo mejor era hacer reír, lo más bonito a lo que se podía aspirar. Hijo de José y de Antonia, tuvo la suerte de tener una familia que le dejó libertad absoluta para elegir su camino. Sus padres fueron sus referentes, también sus abuelos. Desde pequeño se dedicó al teatro, aunque parecía al principio que fuera a ser una afición”, relataba Sastre.
“Estudió filosofía por cómo le habían cautivado los profesores de esa materia. Recordó algunos de ellos, como Pepe Segovia. Pepe Viyuela subía al escenario como quien subía a jugar, igual que los niños. Por eso se hacía acompañar de una escalera, de una silla, de una mesa, porque los objetos permitían viajar. Que era, a su juicio, lo imprescindible en este oficio del teatro”, destacaba, ensalzando su cuidado por los elementos inanimados.

Pepe Viyuela en 'Encerrona'
Borrar sus recuerdos
“Decía que se podía viajar solo con cosas inanimadas a las que él daba vida y a las que trataba incluso como compañeras. Era capaz de preguntarle cosas a las sillas y hasta de que le respondieran. Pepe Viyuela murió en escena con su familia entre la platea. Murió enredado en una silla, de hecho. Fue incinerado con ella. No se ha podido saber cómo se hizo eso. El parte médico puso: desvanecimiento por risa. Las cenizas serán esparcidas en un lugar indeterminado”, confesó.
“Le preocupaba la obligación de dejar un testimonio y en realidad era muy crítico con el deseo de ser recordado. Renunciaba a su lugar en la memoria y pidió, incluso reivindicó, que se borrasen sus recuerdos digitales. Reivindicó por eso su derecho a ser olvidado, sobre todo de las redes sociales. Como última frase, Pepe Viyuela dejó: ‘Estoy hecho polvo’”, concluyó Sastre.