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La princesa Aiko y la sucesión masculina al trono japonés

Familia imperial

La popularidad de la única hija del emperador Naruhito reabre el debate sobre el veto a las mujeres

La única hija del emperador Naruhito, Aiko, en un posado por su 24.º cumpleaños el lunes

HANDOUT / AFP

La princesa Aiko de Japón, única hija del emperador Naruhito y la emperatriz Masako, cumplió 24 años este lunes y su creciente visibilidad a raíz de su primer viaje oficial en solitario a Laos ha reabierto el debate sobre el estatus de las princesas japonesas en la línea de sucesión al trono del Crisantemo. En el país se mantiene vigente la ley sálica, una de las últimas monarquías constitucionales que la conservan.

El asunto incluso fue criticado por Naciones Unidas a principios de este año, y el reciente hito que supone la elección de Sanae Takaichi como primera ministra en un país con férreas estructuras patriarcales tampoco parece que vaya a cambiar la situación. Takaichi se opone a revisar las normas que rigen la casa imperial japonesa, y en concreto la cuestión sucesoria. En este sentido, periódicos y agencias de noticias japonesas han realizado sondeos que muestran que entre el 70% y el 90% de los ciudadanos japoneses apoyan la idea de que haya una emperatriz reinante.

La princesa Aiko en una imagen de su primer viaje oficial en solitario, en Laos.

AP

Mientras su agenda pública gana interés, el Gobierno nipón sigue enrocado en no modificar la ley sálica

Al contrario del clamor popular, a la princesa Aiko, una licenciada en Lengua y Literatura japonesas con aficiones como el violonchelo y el baloncesto, le espera un futuro muy diferente si decide casarse. La boda de una princesa japonesa con un hombre ajeno a la familia imperial conlleva su desvinculación de la institución y la pérdida de su estatus real.

Esta norma fuerza la fuga de princesas y genera un cisma público en la familia tras la boda de una princesa. Así habló la propia Aiko de su prima Mako, la exprincesa que actualmente reside en Nueva York, tras su boda con Kei Komuro: “Era como una hermana mayor para mí, y recordaré siempre con gratitud lo amable que era conmigo. Como prima, rezo para que sea feliz durante muchos años”.

Las princesas Kako y Aiko de Japón, ambas excluidas de la sucesión al trono. 

REDACCIÓN / EFE

No es la primera vez que se pone en entredicho la ley sálica en el país. Ya fue un tema candente ante la crisis dinástica en la que estuvo sumida la familia imperial por la falta de herederos varones. Antes del nacimiento en el 2006 del sobrino del actual emperador, el príncipe Hisahito, —segundo en la línea sucesoria tras su padre, el príncipe Fumihito— no había una línea clara de sucesión al trono.

El gobierno japonés ha debatido en varias ocasiones sobre la ley sálica, sobretodo en los años que había urgencia de garantizar un heredero, pero tras la llegada de Hisahito no se implantó ninguna nueva norma.

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A principios de este año se produjo un choque entre la ONU y Japón tras emitir un informe el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer que afirmaba que la ley sucesoria japonesa, vigente desde 1947, discrimina a las mujeres por no permitirles ascender al trono, entre otras cuestiones.

El anterior primer ministro, Shigeru Ishiba, anunció que se aseguraría de que las aportaciones voluntarias japonesas al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) no se usen para ninguna actividad del comité sobre discriminación a la mujer que emitió esos juicios. “La elegibilidad para ascender al trono no está incluida en los derechos humanos fundamentales, por lo que limitar la sucesión a los varones no es discriminatorio”, añadió el ministerio de Exterior nipón, señalando que es un asunto interno.

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