Para Javier Gurruchaga (San Sebastián, 1958), subirse a un escenario es la mayor de sus fortunas. “He tenido la suerte de hacer lo que me gusta”, reflexiona en una charla con Guyana Guardian mientras hace balance de las casi cinco décadas que lleva sobre los escenarios. “Es una profesión dura, eso también hay que contarlo. Ha habido un tiempo en que el teléfono no sonaba. Pero estás luchando por algo que es tan bonito y maravilloso como poder llegar a la gente, entretenerles y hacerles pasar un buen momento”, añade. Y eso es precisamente lo que harán él y un amplio cartel de artistas en el espectáculo Debajo de mi sombrero , un festival que reunirá a leyendas del pop rock español como Seguridad Social, Rafa Sánchez de La Unión, Jaime Urrutia de Gabinete Caligari o Javier Ojeda de Danza Invisible, entre otros, el próximo 12 de diciembre en el Palacio Vistalegre de Madrid.
Presentado por el incombustible Fernandisco, este festival no será solo un concierto, sino que se convertirá en película con la participación de rostros conocidos del cine que aún están por desvelar. “Es un homenaje a los ochenta, una década fundamental y de más libertad. Salíamos de una dictadura, aunque ahora haya gente que diga que con Franco se vivía mejor…”, reflexiona con cierto pesar.
Además de cantante de la Orquesta Mondragón ha trabajado en el cine, el teatro y la televisión
A pesar de este viaje en el tiempo para recordar una época vital de su trayectoria, Javier Gurruchaga sigue siendo un todoterreno del sector artístico. Televisión, cine, doblaje, radio, teatro, conciertos… prácticamente, no le queda palo que tocar. “Empecé como botones a los 14 años, era un trabajo horroroso. Me trataban como un pelele, de un lado a otro todo el rato. A los 18 formé la Orquesta Mondragón y nos fue bien. Me gusta ganarme la vida inventando, creando y haciendo reír a la gente. Lo bueno de interpretar es que puedes dejar de ser tú, como cuando hice de Conde Duque de Olivares en El rey pasmado [nominación al Goya incluida] o interpreté a un anciano en Historias para no dormir bajo la dirección de Nacho Vigalondo”, recuerda.
Con el director cántabro también ha trabajado recientemente en Superstar , la miniserie sobre el ascenso mediático de Yurena (antes Tamara) producida por Los Javis. “Estoy contento con que las nuevas generaciones se acuerden y me llamen para hacer estos trabajos. Para esto no hay edades y a mí me encanta”, comenta.
Desde La bola de cristal a Viaje con nosotros , pasando por E l huevo de Colón , son innumerables los proyectos de éxito en los que se ha involucrado, aunque eso, a veces, le haya llevado algún disgusto. “Esta profesión tiene mucha envidia, celos, zancadillas, porque todos quieren llegar a lo alto. A veces es un poco miserable, aunque en todas las profesiones uno se lleva decepciones. No me olvido de lo que hay que luchar y de que hay ocasiones en que hay que hacer de tripas corazón”, se sincera antes de confesar que “hace unos años tuve un mánager que me robaba. Hacía talones e imitaba mi firma. Es terrible que te pasen estas cosas”.
Y es que ya se sabe, son muchos los que quieren beneficiarse cuando el dinero y la fama llaman a la puerta. A propósito de esta última, el artista admite que “al principio te hace gracia. ‘Qué bien que me reconocen, me quieren’. Pero luego termina siendo un poco cansina, pesada”. El argumento es comprensible: “Al final, la gente te exige como si fueras un objeto suyo o un muñeco, que les hagas el bufón, que les diviertas, ‘ahora un selfie, tócame esa canción’… Aunque también existe el factor de que las generaciones van cambiando y puede que no te reconozcan. Y dices ‘vaya, ahora no saben quién soy’, y te jode”. Javier Gurruchaga resume así su relación con la fama: “La fama es bienvenida, pero un poco coñazo”.
A pesar de la exposición mediática, siempre ha logrado mantener firme la línea que separa su profesión de su vida privada. “Hago una barrera. Mi vida es mi vida. Además, trato de no exhibirme en sitios ni fiestas como las Kardashian. Publicito lo que estoy haciendo, pero luego llevo una vida tranquila. En Madrid me gusta pasear por la Cuesta de Moyano; en Barcelona siempre me acerco al Mercado de Sant Antoni donde me conocen todos los libreros. Hay que tratar de hacer una vida un poco más privada, darse unos márgenes, aunque sea más difícil”, admite. A sus 67 años, el donostiarra aprovecha los momentos en los que no trabaja para “leer y ver películas de conciertos. Siempre trato de aprender para mejorar y superarme”.
Con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes concedida en 2021, Javier Gurruchaga se siente satisfecho al echar la vista atrás: “No me puedo quejar. He recibido premios que son dados con cariño, aunque a veces son la tarjeta de jubilación, así que hay que seguir mirando hacia adelante, no para atrás”. ¿Piensa este artista multifacético en el retiro? “Quiero cantar, quiero rock and roll, quiero blues, estar ahí. Mientras tenga salud, me pueda comunicar y la gente se divierta, ahí estaré dando el callo”, sentencia. Así que, parafraseando al propio Gurruchaga con las palabras que marcan el inicio de sus shows: “ Ladies and gentleman , tenemos diversión para rato”.
