Despedimos el año con la boca repleta de uvas mientras besamos a nuestros allegados y balbuceamos: “¡Feliz año!”. Pero muchos se preguntan cuál es el origen de dicha tradición española. Pueden ser dos: uno festivo, vinculado a una celebración burguesa, en la que se celebraba la Nochevieja tomando uvas y champán francés. Y otro económico: en 1909, tras recogerse una muy buena cosecha de uva, sus avispados productores decidieron darles más salida vendiéndolas como “uvas de la suerte” en paquetes representando los doce meses del año. Según la tradición, simbolizan la abundancia, son la alegoría de un deseo para cada uno de los meses.
Eso sí, deben ingerirse acompasadamente al son de las doce campanadas. Resuelto el enigma, feliz año nuevo, queridos lectores.


