Hace unos 3.500 años, grupos de cazadores-recolectores comenzaron a construir enormes montículos de tierra a lo largo del río Misisipi, en un sitio conocido actualmente como Poverty Point, en el noreste de Luisiana. “Movieron el equivalente a 140.000 camiones de tierra, todo ello sin caballos ni ruedas”, señala el catedrático Tristram Kidder, de la Universidad de Washington.
Fue una obra monumental, todavía visible con claridad hoy en día. Un trabajo “increíblemente duro”, añade Kidder. Tanto esfuerzo requería una motivación extraordinaria, una razón inapelable. Pero los arqueólogos aún siguen debatiendo cuál fue.
Comerciar, socializar, trabajar...
La teoría más aceptada hasta ahora era que esas personas formaban parte de una sociedad jerárquica muy compleja y que múltiples generaciones trabajaron para levantar esas colinas artificiales. La base para esta hipótesis eran los montículos de Cahokia, otro proyecto de movimiento de tierras masivo en lo que hoy es Illinois, más de 1.000 años después de Poverty Point.
El grupo que vivía en Cahokia estaba gobernado por un cacicazgo, por lo que era fácil suponer que los constructores de Poverty Point tenían un sistema político similar. Pero en arqueología, a diferencia de lo que propone el principio de la navaja de Ockham, las explicaciones sencillas no siempre son las correctas.
 
            Unas escaleras llevan hasta lo alto de un montículo de Poverty Point, en Luisiana
Tras revisitar el sitio de Luisiana, obtener dataciones por radiocarbono y replantear el registro arqueológico, Tristram Kidder y su equipo han descubierto miles de bolas de arcilla para cocinar y materiales de regiones distantes como cristal de cuarzo de Arkansas, esteatita de Atlanta y adornos hechos de cobre de los Grandes Lagos.
“Estas personas comerciaban y viajaban largas distancias”, afirma el catedrático de la Universidad de Washington, que propone que Poverty Point era un lugar de encuentro temporal donde miles de personas del sureste y el medio oeste norteamericano se reunían para comerciar, socializar, trabajar y practicar su fe juntas.
Según explica en un artículo publicado en la revista Southeastern Archaeology, estos cazadores-recolectores prehistóricos formaban una comunidad con un propósito compartido. “Creemos que estos individuos eran igualitarios, no súbditos de un cacicazgo poderoso”, afirma Olivia Baumgartel, coautora del estudio.
En mayo y junio, Kidder y Baumgartel volvieron a excavar fosas originalmente excavadas en la década de 1970. “Olivia y yo pasamos mucho tiempo moviendo pequeñas cantidades de tierra; hacía calor y fue agotador”, recuerda Kidder. “Es increíble pensar en el esfuerzo que hicieron esos cazadores-recolectores de hace miles de año para construir esas fortificaciones de tierra”, destaca.
 
            Olivia Baumgartel, fotografiada dentro de un montículo
Los especialistas creen que las enormes obras de tierra no serían monumentos a una clase dominante, sino un esfuerzo conjunto a lo largo de varios años para ganarse el favor de un universo impredecible. “Cuando se construyeron estas obras, el sureste era propenso a condiciones climáticas extremas e inundaciones masivas”, dice Kidder.
“Creemos que los habitantes de Poverty Point levantaron los montículos, realizaron rituales y dejaron objetos valiosos como sacrificio y ofrenda espiritual a los dioses. Si se tratara de un poblado permanente, esperaríamos encontrar sitios de entierro o restos de viviendas permanentes, pero nunca ha aparecido nada de esto”, añade.
Un significado más profundo
A diferencia de las vasijas y las cuentas, explican los arqueólogos en un comunicado, las intenciones espirituales no se pueden desenterrar ni examinar con un microscopio. Pero tienen buenas razones para creer que estas construcciones de tierra y los objetos hallados tenían un significado más profundo.
“He pasado muchos años hablando con personas de ascendencia nativa americana”, revela Tristram Kidder. Esas conversaciones, especialmente las que ha tenido como Grooms, miembro de la tribu Lumbee de Carolina del Norte, han reforzado su teoría de que los habitantes de Poverty Point tenían una motivación religiosa que no encaja con la idea actual del mundo.
 
            Varios bolas de arcilla usadas para cocinar descubiertas en Poverty Point
“La visión occidental hoy en día es que esas personas no habrían viajado tan lejos ni realizado tanto trabajo si no hubieran obtenido algún beneficio económico. Nosotros creemos, sin embargo, que sentían la responsabilidad moral de reparar un universo devastado”, concluye.
Este espacio de Luisiana no era, además, el único lugar de encuentro en la región. Investigadores de la Universidad de Washington también están estudiando los sitios arqueológicos de Claiborne y Cedarland, en el oeste de Misisipi. Aunque ambos han sido dañados por el desarrollo urbanístico y los buscadores de tesoros.
 
            Un montículo oculto bajo los árboles en Luisiana
Para no alterar aún más estos yacimientos, los expertos han usado datación por radiocarbono para determinar la antigüedad de conchas de almeja y huesos de ciervo recolectados hace unos 50 años. Las pruebas revelaron que Cedarland estuvo habitado unos 500 años antes que Claiborne o Poverty Point, lo que demuestra que tuvo su propia historia independiente.

 
            

