Qué tiene esto que ver contigo y conmigo: la generación que acabó con la mili

Cambiando el mundo

Movimiento de Objeción de Conciencia y el colectivo Mili KK impulsaron una de las grandes movilizaciones de la Transición hasta llevar al colapso al servicio militar obligatorio

Popular imagen del colectivo Mili KK

Popular imagen del colectivo Mili KK

El pacto del Majestic que acabaría dando el Gobierno al Partido Popular en 1996 no sólo consiguió que José María Aznar hablase catalán en la intimidad, sino acabar con una institución secular: el servicio militar obligatorio, la popular –o más bien impopular– mili. Aunque más que un peaje político, la medida, que se hizo efectiva en el 2001, era la consecuencia del colapso al que había llegado el sistema tras la movilización de toda una generación que las continuas reformas legales no había logrado contener.

Desde la Transición, y particularmente en la década de los 80, la mili se convirtió en un inesperado caballo de batalla que logró organizar y poner en pie a miles de jóvenes en toda España, aunque con especial incidencia en el País Vasco y Navarra. Primero, a través del Movimiento de Objeción de Conciencia, constituido en 1977 desde los propios País Vasco y Navarra, pero también desde Catalunya, Madrid, Navarra, Valencia y Andalucía. Y a partir de 1984, cuando se aprobó la ley de Objeción de Conciencia, a través del colectivo Mili KK, creado en Barcelona y rápidamente extendido a toda España. En Euskadi y Navarra funcionó como Kakitzat.

Lee también

Pese al sinfín de artimañas que se venían utilizando históricamente para librarse del servicio militar obligatorio, la mayoría utilizando resquicios legales y otras directamente al margen de la ley, la movilización tiene sus orígenes en la primera objeción de conciencia declarada que no apelaba a motivos religiosos, como lo venían haciendo desde la década de los 50 unas decenas de testigos de Jehová. Fue en 1971 cuando el jienense Pepe Baúnza se convirtió en el primer quinto que reivindicaba su negativa a incorporarse a filas por un motivo de conciencia e inició, por su cuenta, un servicio social alternativo en el barrio valenciano de Orriols.

Baúnza fue juzgado y condenado en un consejo de guerra por desobediencia en primera instancia y, tras cumplir pena de prisión y volver a ser llamado a cumplir el servicio militar, con un segundo incumplimiento, juzgado de nuevo y condenado por deserción, lo que le llevó a un batallón de castigo en el Sáhara. Nacía un importante foco de resistencia, ya que el propio Baúnza participó en la organización del primer grupo organizado de objetores de conciencia, que impulsaron un servicio social alternativo a la mili en el barrio de Can Serra de l’Hospitalet de Llobregat.

Una de las numerosas manifestaciones por la insumisión que coincidió con la campaña de rechazo a la permanencia en la OTAN

Una de las numerosas manifestaciones por la insumisión que coincidió con la campaña de rechazo a la permanencia en la OTAN

Desde postulados próximos a la izquierda cristiana y con el apoyo del colectivo Justicia y Paz, un primer núcleo de cinco jóvenes –Ovidio Bustillo, Vicente Amurgos, Jesús Viñas, Guillermo Luis Cereceda y José Diez Faixat, a los que posteriomente se les sumarían Esteban Zabaleta y José Antonio Monteserín– iniciaron su particular servicio social y realizaron, el día de Navidad de 1975, el primer manifiesto que reivindicaba una alternativa civil al servicio militar, que ofrecemos íntegro. Acabaron encarcelados en la prisión militar de Figueres.

Fue sólo la punta de lanza de un movimiento que se multiplicó y abandonó su origen cristiano para convertirse en una reivindicación social que una parte de izquierda se hizo propia alentado por el rechazo a la intentona golpista del 23-F de 1981 y las movilizaciones de 1982 en contra del ingreso a la OTAN. En este contexto, a la reivindicación de la objeción de conciencia se sumó la de la insumisión, que creció de forma exponencial.

El primer grupo de objetores no reconocidos inició en 1975 su particular servicio social en el barrio de Can Serra de l'Hospitalet

En 1984, el Gobierno se vio abocado a legislar y crear el Consejo Nacional de Objeción de Conciencia y el 1988, el reglamento que regulaba la prestación social sustitutoria, de 18 meses, como el servicio militar. Sólo un año después llegó la “amnistía” a los más de 27.000 objetores no reconocidos sentenciados o a la espera de juicio. La vía de escape estaba abierta, y en 1992, el volumen de objetores ya alcanzó el 20% de los jóvenes llamados a filas. Una cifra que se llegó al 37% apenas dos años después. En el País Vasco, en 1992 ya pasaba la barrera del 50%.

Junto a ello, la insumisión a cualquier servicio crecía al mismo ritmo y las campañas de Mili KK, ya abiertamente por la insumisión, impregnaban la cultura juvenil. Lanzado en 1985, el tema Querida Milagros, de El Último de la Fila, se convirtió en uno de los himnos del movimiento. Y en 1988, el recopilatorio Rock Anti Mili, llevó a cantar por la insumisión a grupos como La Polla Records, Tijuana in Blue, Tarzán o Ultimátum. Se les sumaron otros como Ska-P, Obús, Barricada o Soziedad Alkoholika. Además de Lluís Llach.

Lee también

La profesionalización de las Fuerzas Armadas y la supresión de la mili era una necesidad perentoria que llegó a las Cortes en 1987 a través de una comisión mixta Congreso-Senado. Así como dar una solución a la prestación social sustitutoria, que se situó al borde del colapso a mediados de los 90. En 1991, de los más de 92.000 objetores de conciencia reconocidos, apenas 4.500 realizaban la prestación. En 1995 ya eran más de 200.000 los que esperaban destino.

Sin embargo, el fin de la mili no llegó hasta que el PP alcanzó el poder. La despenalización del delito de insumisión se demoró hasta el 2002, con una reforma penal retroactiva que “amnistió” a más de 4.000 insumisos y siete desertores. El 25 de mayo de ese año salieron de prisión los cuatro insumisos que aún permanecían encarcelados.

El manifiesto

“Un camino hacia la paz: manifiesto de los objetores de conciencia.

”A todos vosotros, en esta noche de Navidad, os queremos enviar nuestro mensaje de paz, aunque al hacerlo corramos el riesgo de ser detenidos.

”Somos unos jóvenes en edad militar que, desde el mes de agosto, estamos trabajando en el barrio de Can Serra de L’Hospitalet, uno de tantos que carecen de los servicios más necesarios. Estamos llevando a la práctica esa idea que tantas personas e instituciones han reclamado: que se cree un servicio civil que pueda hacerse en lugar del servicio militar.

Llevamos a la práctica lo que tantas personas e instituciones han reclamado: un servicio civil que  sustituya al militar

”En estos meses, a pesar de poner todo nuestro entusiasmo y trabajo, las dificultades (falta de apoyo oficial, poco tiempo de adaptación entre la gente, dificultades económicas, falta de medios, etc.) han impedido un trabajo más efectivo. Dentro de estas limitaciones, nuestras aportaciones concretas al barrio han sido: 20 días de colonias infantiles en el barrio, con asistencia de más de un centenar de niños; arreglo de un local para los ancianos y animación del mismo durante cuatro meses, colaboración con la escuela de adultos, dando clases de artesanía y alfabetización y organizando la biblioteca; creación de un jardín de infancia con asistencia de 25 niños; arreglo de locales comunitarios al servicio del barrio.

”El mes de mayo pasado solicitamos del Gobierno, por medio de la Comisión Nacional Justicia y Paz, y junto a otros 1.200 jóvenes, que nos diese la oportunidad de organizar este servicio civil durante dos años. El Gobierno nos dio largas. Pero, ante la obligación que se nos impone de incorporarnos al servicio militar, no podemos esperar a que el Gobierno se pronuncie para dar el paso: ir a la guerra, sí, pero a la guerra contra el analfabetismo, contra la falta de guarderías y hogares de ancianos. Hemos sido llamados a servir a la patria y hemos acudido a nuestro modo.

Decidimos ir a la guerra, sí, pero a la guerra contra el analfabetismo, contra la falta de guarderías y hogares de ancianos

”Queremos deciros que, a menos que seamos encarcelados, continuaremos trabajando en este barrio durante dos años, llevando adelante los servicios en los que estamos y aceptando una inspección del Gobierno. Somos conscientes de que al hacer esto desobedecemos la ley constituida actualmente y no rehuimos la posibilidad, que a partir de hoy será inminente, de ser encarcelados. Esperamos que nuestro testimonio hará avanzar a la legislación hacia el reconocimiento de la objeción de conciencia.

”Confiamos en que nuestra acción despertará y animará a muchos a defender el derecho de la objeción de conciencia. Confiamos sobre todo en aquellos que por encontrarse solos, desanimados, sufren las consecuencias de no poder ser fieles a su conciencia. Confiamos en que la imaginación fecunda del pueblo descubrirá otras formas de lucha por la justicia diferentes a las que ahora nos llevan al desastre nuclear.

Confiamos en que nuestra acción despertará y animará a muchos a defender el derecho de la objeción de conciencia

”Confiamos en que la colaboración y el respeto entre todos conducirá a una sociedad sin clases y sin guerras, a una sociedad de hermanos. Y aunque no negamos la buena voluntad de quienes creen que la mejor defensa es la de las armas, con nuestra acción lanzamos un grito de esperanza en un mundo nuevo, cuyas bases debemos ir preparando desde ahora. Por ello nos negamos a participar en el servicio militar, preparación de la guerra, empezando por nosotros mismos el desarme universal.

”Si queremos la paz, no preparemos la guerra, construyamos la paz.

”A todos, en esta noche, nuestro abrazo de paz.

”Año de Reconciliación 1975”

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...