La relación de la Rusia post-soviética con Europa.
Fuentes primarias
Tras la firma del Acuerdo de Asociación y Cooperación entre Bruselas y Moscú en 1994, la Unión Europea comenzó a depender de los recursos naturales de Europa del Este.

En diciembre de 1993, el presidente ruso Boris Yeltsin efectuó una visita al Parlamento Europeo, varios meses antes de que se ratificara el acuerdo entre Rusia y la Unión Europea.

Desde la instauración de los Tratados de Paz de Westfalia en 1648, que establecieron las bases de las interacciones entre los imperios europeos, Rusia ha sostenido una relación ambivalente con el resto del continente. Esto se remonta a principios del siglo XVIII, cuando Pedro I modeló el país inspirándose en las potencias occidentales, eligiendo San Petersburgo como símbolo de esta transformación.
La implicación significativa del imperio zarista en disputas continentales, tales como la Guerra de Sucesión Austríaca o la Guerra de los Siete Años, también se reflejó en la consolidación de otras potencias en el territorio de Rusia. La incursión napoleónica y la Guerra de Crimea, ocurridas en el siglo XIX, cimentaron en la sociedad rusa una profunda desconfianza y animosidad hacia Occidente, que perdura hasta nuestros días, junto con el desarrollo de una distintiva identidad paneslavista con Rusia a la cabeza.
Durante más de setenta años, el dominio soviético separó a Rusia de las naciones occidentales. Tras el colapso del bloque del Este, se produjo un acercamiento a Europa. Por un lado, Rusia buscaba ponerse al día y anhelaba el modelo de estado de bienestar occidental. Por otro, Europa vio una oportunidad de negocio tanto en la desaparecida Unión Soviética como en su vasta esfera de influencia, particularmente dentro del continente.
Con las transacciones económicas priorizadas sobre las relaciones diplomáticas, el programa de ayuda técnica a la Comunidad de Estados Independientes, que surgió de la URSS en su camino hacia la democracia y el sistema de mercado libre diseñado —y financiado— por la Comunidad Europea (TACIS) en 1991, representó la primera manifestación de esta renovada relación entre Europa y Rusia.
Si bien fue el Acuerdo de Asociación y Cooperación rubricado en Corfú en junio de 1994 entre el mandatario ruso, Boris Yeltsin, y los líderes de los doce estados miembros de la Unión Europea, el instrumento que estableció los cimientos para una etapa inédita en las relaciones económicas y la consolidación de lazos comerciales intensos en un lapso de tan solo tres años, lo que eventualmente condujo a que Europa se volviera dependiente de las riquezas energéticas y naturales rusas, y a Rusia de los productos manufacturados y la tecnología europea.
Antes de que la situación volviera a deteriorarse en unas relaciones que han sido tradicionalmente complicadas y sin poder prever las repercusiones de un futuro desacuerdo, la Comisión Europea expresó su satisfacción con el pacto en el resumen que difundió tras su rúbrica, el cual reproducimos en su totalidad.
Detalles del acuerdo
“Diálogo político.
El pacto busca fortalecer las relaciones políticas entre la UE y Rusia mediante la instauración de una conversación continua entre las dos entidades. El mandatario ruso sostendrá encuentros con el líder del Consejo Europeo y la Comisión de forma semestral; adicionalmente, los ministros y representantes gubernamentales se congregarán con regularidad. También se promoverá la comunicación a nivel legislativo. Asimismo, se crea un comité de colaboración que vigilará el convenio y facilitará a ambas partes la alineación de sus posiciones en asuntos globales de interés compartido, además de intensificar su colaboración para asegurar la adhesión a los preceptos de la democracia y los derechos humanos.
”Relaciones comerciales.
El pacto crea un esquema que facilitará la incorporación de Rusia a un mercado económico europeo de mayor envergadura. El año 1998 ha sido señalado como el momento para que las partes analicen los avances en la reestructuración económica y consideren la viabilidad de un tratado de libre comercio. El acuerdo no busca la abolición inmediata de todos los gravámenes, dado que los obstáculos arancelarios rusos son actualmente superiores a los de la UE (el promedio de aranceles rusos para la UE se sitúa en el 15%, contrastando con el 1,1% en la dirección opuesta), lo que implica que el sector industrial ruso requerirá un período de adaptación para la eliminación completa de los aranceles.
El pacto busca fortalecer las relaciones políticas entre la UE y Rusia mediante el establecimiento de una conversación continua.
El Acuerdo de Asociación y Cooperación considera además la futura incorporación de Rusia al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y a la Organización Mundial del Comercio (OMC), una medida que recibe el pleno respaldo de la UE. Dicha asistencia se manifiesta en ciertas alusiones a estipulaciones del GATT y en el sistema de examen del Acuerdo diseñado para su ajuste a medida que Rusia adopte los preceptos del GATT.
El Pacto de Asociación y Cooperación contempla la eliminación de todas las cuotas y otras limitaciones cuantitativas para las exportaciones rusas hacia la Unión Europea, exceptuando ciertos artículos de textil y acero.
Actualmente, Rusia no aplica límites numéricos a las importaciones provenientes de la Unión Europea. Sin embargo, el Acuerdo de Asociación y Cooperación permite que Rusia implemente ciertas limitaciones, considerando la profunda transformación que atraviesa su economía. Por lo tanto, bajo circunstancias específicas, Rusia podría introducir algunas restricciones en sectores que están en proceso de reestructuración, que enfrentan dificultades sociales significativas, donde las compañías rusas corren el riesgo de perder su participación en el mercado, o en aquellos donde se están desarrollando nuevas industrias.
El pacto contempla la eliminación de todas las cuotas y demás limitaciones a las ventas rusas al mercado de la UE.
Sin embargo, tales limitaciones solo se podrán imponer sobre un volumen específico de bienes y durante un lapso de tiempo definido. Adicionalmente, Rusia y la Unión Europea deberán acordar estas restricciones antes de su implementación.
Según lo estipulado en el convenio, y esto constituye un punto clave, ambas partes se comprometen a dialogar antes de incrementar sus gravámenes sobre las importaciones provenientes de la otra. En el año 1993, Rusia envió bienes a los países integrantes de la Unión Europea por un valor de 14,8 mil millones de ecus (equivalente a 17,4 mil millones de dólares estadounidenses), lo que representó casi la mitad de todas sus exportaciones. En ese mismo lapso, la Unión Europea dirigió exportaciones a Rusia por un monto total de 11,5 mil millones de ecus (o 13,5 mil millones de dólares estadounidenses). Dado que Rusia aún no ha ratificado los acuerdos del GATT, posee plena autonomía para implementar políticas arancelarias de protección. Por lo tanto, resulta fundamental que cualquier aumento en los aranceles sea objeto de una consulta adecuada.
El Acuerdo de Asociación y Cooperación contempla además una disposición de salvaguardia análoga a la del GATT, que proporciona amparo ante un daño severo a los fabricantes locales. Esto implica que, previo a la restricción de importaciones de un bien específico, tanto Rusia como la UE deberán probar, por un lado, un incremento en las importaciones y, por otro, que esto causa un perjuicio considerable a los productores nacionales en competencia (ya sea por una merma en la cuota de mercado o una reducción de ganancias). El acuerdo detalla también las circunstancias bajo las cuales se podrán implementar medidas antidumping o de contención contra importaciones que hayan recibido subsidios inapropiados. En la práctica, las acciones de salvaguardia y antidumping implementadas por la UE tienen un impacto económico limitado. Únicamente siete artículos originarios de la antigua Unión Soviética han sido objeto de aranceles antidumping, y se están evaluando otros ocho expedientes. Incluso si estos resultaran en la aplicación de medidas antidumping, estas solo impactarían al 1% del volumen total de las importaciones de la UE provenientes de la antigua Unión Soviética.
El intercambio de materiales nucleares ahora se contempla en el pacto.
El pacto también incluye estipulaciones sobre el intercambio de materiales nucleares (uranio natural y enriquecido), un tema que había demorado significativamente las conversaciones, motivado por la inquietud de ciertos estados miembros de la UE respecto al impacto de un incremento en las importaciones rusas en sus propios productores. El intercambio de materiales nucleares se encuentra ahora integrado en el acuerdo. Ambas partes se esforzarán por alcanzar un convenio independiente sobre combustibles nucleares antes de 1997. Se implementará una cláusula de salvaguardia particular para el comercio de materiales nucleares, bajo la cual la UE deberá evidenciar que las importaciones de uranio ruso han experimentado un aumento sustancial o que están afectando negativamente a los productores de uranio de la UE antes de poder invocar esta cláusula de salvaguardia para imponer limitaciones a dichas importaciones (condiciones análogas a las establecidas en el convenio previo entre la CE y la Unión Soviética).
”Inversiones y entorno empresarial.
El Acuerdo de Asociación y Cooperación presenta varias propuestas significativas que simplificarán las actividades empresariales de la Unión Europea en Rusia y optimizarán las circunstancias para las inversiones directas, un aspecto crucial dada la gran demanda de capital en la economía rusa.
Se ha iniciado el proceso para flexibilizar las transferencias de fondos. Se permitirá que compañías o individuos de la Unión Europea realicen inversiones directas en Rusia, además de la posibilidad de traer de vuelta dichas inversiones y sus ganancias, eliminando así un obstáculo significativo para la inversión foránea en Rusia.
Se permitirá que las compañías o los individuos de la Unión Europea realicen inversiones directas en Rusia.
En términos generales, las compañías europeas tendrán la posibilidad de operar en Rusia bajo circunstancias que sean, como mínimo, tan ventajosas como las ofrecidas a otras entidades foráneas, y una vez que se hayan establecido, se les dispensará un trato que no será inferior al que se otorga a otras compañías, ya sean rusas o extranjeras. Este mismo principio se extenderá a las compañías rusas dentro del ámbito de la Unión Europea. No se podrá imponer a una compañía una normativa más rigurosa que entre en vigor durante los tres años subsiguientes a su establecimiento.
Las instituciones bancarias rusas tendrán la posibilidad de establecer filiales dentro de la Unión Europea, y como contrapartida, el mercado ruso experimentará una apertura gradual para las entidades bancarias europeas. Esta situación representa un avance significativo, dado que actualmente la mayoría de las instituciones bancarias foráneas no pueden efectuar transacciones con clientes en Rusia. Adicionalmente, Rusia ha acordado anular antes de 1997 una disposición que limita a los bancos extranjeros y se ha comprometido a no aplicar dicha normativa a los cinco bancos europeos que ya cuentan con permiso para operar en Rusia (Dresdner Bank, Crédit Lyonnais, Générale de Banque de Francia, INGBank y ABN Amro de los Países Bajos).
El pacto también proporciona un esquema para las aseguradoras de la Unión Europea interesadas en ingresar al mercado ruso, y viceversa para las aseguradoras rusas que busquen operar dentro de la Unión Europea.
Las entidades bancarias rusas tendrán la posibilidad de establecer filiales en la Unión Europea, y a su vez, el mercado de Rusia se verá accesible para las instituciones financieras europeas.
Se optimizan las circunstancias para las compañías y los trabajadores. Se garantiza la igualdad de trato para los empleados contratados conforme a la ley en un país de la Unión Europea o en Rusia. Se promueve la facilidad de movimiento para el personal esencial en asignaciones temporales, y el Consejo de Cooperación examinará todos los aspectos relativos a las condiciones empresariales, con el fin de agilizar, entre otros, la emisión de visados y autorizaciones de residencia.
Todas estas acciones que impactan tanto el sector comercial como las inversiones se sustentarán en pactos relativos a tributación, concurrencia, armonización de normativas y salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual.
El Pacto de Asociación y Cooperación impulsa además la colaboración económica en una amplia gama de ámbitos. La finalidad de esta cooperación es el crecimiento de la economía rusa y de la Unión Europea.
Esta colaboración tiene como finalidad impulsar el crecimiento económico tanto de Rusia como de la Unión Europea.
La Unión Europea respaldará la colaboración económica mediante el programa TACIS, concebido para fomentar el florecimiento de vínculos económicos estables y ventajosos entre la Unión Europea y las naciones emergentes. Desde 1991 hasta 1993, la UE destinó aproximadamente 500 millones de ecus (equivalentes a 588 millones de dólares estadounidenses) a Rusia, canalizados a través de TACIS, con el fin de impulsar la seguridad nuclear, reorganizar las compañías estatales, establecer estructuras administrativas públicas, optimizar la eficiencia en las áreas de agricultura, energía, transporte y comunicaciones, además de ofrecer asistencia de urgencia.
El Tratado de Asociación y Cooperación no surtirá efecto hasta que los parlamentos de los países miembros de la Unión Europea, el Parlamento Europeo y la Asamblea Federal de la Federación Rusa le den su aprobación. En consecuencia, la Comisión Europea elaborará un pacto provisional para que las cuestiones comerciales puedan ponerse en práctica a la mayor brevedad.
”Relaciones comerciales entre la Unión Europea y Rusia.
La Unión Europea se destaca como el principal importador de bienes rusos. Los datos de 1992 revelan que las importaciones de la antigua Unión Soviética hacia la UE superaron en 27 veces a las de Estados Unidos (con 637 MECU), nueve veces a las de Japón (1,9 mil millones de ecus) y seis veces a las de los países de la AELC (3,1 mil millones de ecus). Cerca de la mitad de las exportaciones totales de la antigua Unión Soviética se dirigen a la UE, y entre el 40 y 45% de sus importaciones provienen de la UE. Además, la UE ha ganado una relevancia creciente como socio comercial tanto para Rusia como para toda la extensión de la antigua Unión Soviética tras el colapso del régimen anterior.
La Unión Europea se ha convertido en un colaborador de creciente relevancia para Rusia y para la totalidad de la antigua Unión Soviética.
En 1993, las importaciones rusas a la UE estaban compuestas mayoritariamente por minerales (44%) y metales (14%), además de madera y sus derivados (3%), productos químicos y otros artículos relacionados (4%). El porcentaje de las importaciones de bienes considerados particularmente cruciales para la industria europea (como acero, textiles, aluminio y pescado) se aproximó al 13%.
En 1993, las importaciones rusas originarias de la Unión Europea se componían mayoritariamente de maquinaria y componentes eléctricos y mecánicos (un 30%), alimentos procesados (un 16%), vehículos y aeronaves (un 11%), productos químicos y sus derivados (un 7%), material óptico y médico (un 4%), así como plásticos y caucho (un 2%).
Rusia constituye un poco más de las tres cuartas partes del intercambio comercial de la Unión Europea con la antigua Unión Soviética.




