Todos los días comprobamos que la historia es un campo de batalla. Con el ascenso de la extrema derecha se divulgan versiones del pasado que blanquean la dictadura franquista. ¿Qué deben hacer los historiadores profesionales en estas circunstancias? ¿Permanecer en los círculos académicos o salir de ellos para transmitir sus conocimientos a la sociedad?
Los 34 historiadores e historiadoras que han escrito El franquismo. Anatomía de una dictadura (1936-1977) apuestan por la divulgación, de cara a deshacer muchos de los mitos que aún circulan sobre nuestro pasado reciente. Proceden del mundo universitario, y encontramos a gente tan solvente como François Godicheau, Carme Molinero, Zira Box o Nicolás Sesma.
El libro está organizado a partir de tres bloques cronológicos que analizan la forja del franquismo, su consolidación y su crisis. Un último apartado, dedicado a cuestiones transversales, cuenta con aportaciones sobre la violencia política, las mujeres en el franquismo o los procesos migratorios, entre otros temas.
Se echa en falta, tal vez, un análisis específico sobre el factor católico, más allá de algunas menciones dispersas. Lo que sí encontrará el lector son aspectos poco tratados, como los perpetradores de la represión. Hasta ahora, la investigación había insistido mucho más en las víctimas que en los verdugos. Entramos con ello en ese campo delicado y gris de las complicidades con el régimen.
Desmontando tópicos
Son numerosos los tópicos que los autores combaten. No es cierto, por ejemplo, que la dictadura, en sus últimos años, fuera un sistema paternal e inofensivo. Tampoco puede sostenerse que España, en el contexto de Europa, fuera una excepción. Por supuesto, es igualmente falso que la reconciliación nacional empezara de la mano de las autoridades franquistas. En cuanto a la “pertinaz sequía”, supuestamente culpable de los problemas agrícolas, los datos fríos nos dicen que el único año especialmente seco fue el de 1946.
Franco despide al presidente Eisenhower tras su visita oficial, Torrejón de Ardoz (Madrid), 22-12-1959.
¿Por qué se prolongó la dictadura durante casi cuarenta años? La respuesta es complicada. Debemos tener en cuenta factores como el apoyo internacional, pero, sobre todo, el profundo trauma que provocó la Guerra Civil. Por otra parte, como señala Carme Molinero, el franquismo “desarrolló una potentísima política de la memoria destinada a mantener viva una imagen del pasado acorde a sus referentes ideológicos y a sus intereses políticos”. De esta forma, el régimen trató de convencer a los ciudadanos de que la única alternativa al sistema era el regreso a la contienda fratricida.
Esta “anatomía de una dictadura” aporta un soplo de aire fresco que, sin duda, contribuirá a posteriores debates. ¿Sirvió el turismo para socavar los fundamentos de la dictadura o permitió, por el contrario, su consolidación? Esta pregunta nos muestra que interpretar es siempre una tarea delicada. Pero los historiadores no pueden rehuir este trabajo. De lo contrario, serían simples cronistas.
El franquismo
François Godicheau y Jorge Marco (eds.)
Granada: Comares, 2025
400 pp. 33,25 €
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