El papa Francisco sigue en estado crítico y su vida continúa en riesgo. Sin embargo, su décimo día de hospitalización por neumonía bilateral fue menos alarmante que el sábado, cuando sufrió una grave crisis asmática.
Aunque la gravedad de la situación no permite hablar de alivio, en el Vaticano y en el hospital Gemelli ayer se percibía un ambiente menos sombrío.
El parte médico, seguido con gran expectativa a escala global, confirmó que no hubo nuevas crisis respiratorias tras la del día anterior, aunque “las condiciones siguen siendo críticas”.
El comunicado difundido en la tarde detalló aspectos médicos claves y confirmó que “algunos análisis de sangre muestran una insuficiencia renal leve y en fase inicial, que por el momento está bajo control”.
Francisco, en su texto del ángelus, denuncia la guerra en Ucrania como una “vergüenza para la humanidad”
Tras la grave crisis del sábado, Francisco recibió dos transfusiones de sangre, lo que estabilizó sus niveles de hemoglobina. El sábado, los análisis habían mostrado una “trombocitopenia” (nivel bajo de plaquetas) asociada a anemia.
Otro dato relevante es que “el Santo Padre sigue estando vigilante y bien orientado”, aunque la complejidad del cuadro clínico y el tiempo necesario para que los tratamientos farmacológicos puedan mostrar algún efecto obligan a que “el pronóstico siga siendo reservado”.
Un signo de cierta normalidad es que el Papa pudo asistir, aunque no presidir, la misa celebrada “en el apartamento habilitado en el décimo piso del hospital”, según el comunicado.
El dramático parte médico del sábado por la noche generó tal nivel de preocupación que, en las primeras horas del domingo, un simple mensaje fue suficiente para devolver algo de esperanza: “El Papa ha pasado una noche tranquila”. Las palabras filtradas desde la sala de prensa del Vaticano no eran en absoluto obvias, ya que la crisis respiratoria del día anterior había puesto seriamente en duda la recuperación del Pontífice. Aun así, los médicos consideran que ese episodio ha sido “superado”.
El hospital romano se ha convertido en un lugar de peregrinación, con velas y pequeños regalos en señal de apoyo
En iglesias de todo el mundo se reza por la salud del Papa, y los líderes internacionales han tomado conciencia de la gravedad de la situación. Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lejos de ser un aliado de Francisco, ha informado que sigue con atención lo que ocurre en el hospital Gemelli.
Mientras tanto, el hospital romano se ha convertido en un lugar de peregrinación, con velas y pequeños regalos depositados bajo la estatua de Juan Pablo II, en señal de apoyo y oración.
Por segunda semana consecutiva, el Papa no pudo rezar el ángelus, pero quiso hacer oír su voz a través de las redes sociales. Si bien no hubo novedades médicas significativas, su mensaje tuvo un fuerte contenido político.
“Continúo mi hospitalización en el policlínico Gemelli con confianza, avanzando en los tratamientos necesarios, porque el descanso también forma parte de la terapia”, escribió el Papa. También expresó su gratitud a los médicos y al personal sanitario del hospital romano “por la atención que me están brindando”.
Su pensamiento se dirigió a las crisis internacionales: “Mañana se cumplen tres años del inicio de la guerra a gran escala contra Ucrania, una efeméride dolorosa y vergonzosa para toda la humanidad. Mientras renuevo mi cercanía con el martirizado pueblo ucraniano, los invito a recordar a las víctimas de todos los conflictos armados”. Palabras contundentes que no pretenden ser un testamento.