Tailandia investiga el rascacielos chino que ha sepultado a un centenar de obreros en Bangkok

Acero de calidad dudosa

Más de dos mil muertos en Birmania según la ultima cifra oficiosa facilitada por la junta militar

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Un monje pasa frente al palacio de Mandalay, en el centro de Birmania, muy dañado por su proximidad al epicentro del terremoto

SEBASTIEN BERGER / AFP

Son ya más de dos mil los fallecidos en el terremoto que el viernes pasado sacudió Birmania y Tailandia. Mientras crece el balance de víctimas, va reduciéndose la posibilidad de rescatar con vida a personas atrapadas bajo los cascotes, después de que este mediodía se cruzara el umbral crítico de 72 horas. Entre los muertos en la aislada Birmania hay un número muy pequeño de extranjeros. De momento,  tres chinos y dos franceses, además de un japonés desaparecido. En Tailandia, en cambio, se teme que la lista final de muertos contenga principalmente nombres extranjeros, trabajadores de la construcción en muchos casos birmanos, de ambos sexos, junto a algunos camboyanos, laosianos y tailandeses

Aunque los boletines de propaganda del régimen militar birmano insistan todavía en “1.700 muertos, 3.400 heridos y 300 desaparecidos”, una fuente oficial citada por The Wall Street Journal habría elevado la cifra a “2.028 fallecidos”. La oposición en el exilio -que vio como los militares le impedían formar gobierno en 2021, pese a haber arrasado en las elecciones de pocos meses antes- creen que el balance real supera las 2.400 víctimas mortales, según sus estimaciones y fuentes en el interior. 

Dentro del exilio, hay quien cree que la junta militar, que se aferra a menos de la mitad del territorio -aunque sea con diferencia la mitad más poblada- no podrá aguantar el golpe asestado por el terremoto. Lo cierto es que soportó una catástrofe mucho peor en 2008, cuando el ciclón Nargis provocó 138.000 muertos. 

Como en aquel entonces, los militares se niegan a aceptar la ayuda de países occidentales. Solo es bienvenida la de China -que ha rescatado con vida a cuatro personas- India, Rusia y varios vecinos del sudeste asiático, como Malasia. En ningún caso Taiwán, cuyo equipo no recibió autorización para aterrizar en Birmania. Esta vez, también los periodistas extranjeros han sido explícitamente vetados. 

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Búsqueda de víctimas en el principal edificio siniestrado en Bangkok

Sakchai Lalit / Ap-LaPresse

Mientras tanto, en Tailandia, el dolor sigue concentrado en el montículo de escombros formado por el desplome de una torre de treinta pisos en Chatuchak, Bangkok. Cerca de un centenar de obreros quedaron sepultados. El sábado, aparatos dotados con sensores infrarrojos detectaron signos de vida en quince puntos. Hoy hablan de un máximo de tres. 

Nunca hubo grandes esperanzas, por la violencia inaudita del desplome. La respuesta humanitaria ha sido magnífica, con cientos -quizás miles- de voluntarios. Pero los resultado prácticos son casi nulos. Solo el primer día pudo salvarse a un persona con vida. Incluso la recuperación de cadáveres avanza de forma exasperantemente lenta. 

Las autoridades dicen haber devuelto a sus allegados el cadáver de tres peones, procedente de la frontera con Laos: una madre, su hijo y su hija. Esta última, universitaria que se había incorporado a la obra dos días antes, aprovechando las vacaciones. El padre se encuentra desaparecido. 

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Las comunicaciones han quedado trastocadas, tanto en carretera como en puestes como este de Sagaing.  El trayecto en coche de Naypyidaw a Mandalay dura ocho horas en lugar de cuatro

Stringer / Reuters

Un botón de muestra de cómo se trabaja en la construcción, precisamente, de la nueva sede de la Auditoria General del  Estado. Para muchos, una prueba de la impunidad que creen disfrutar algunos de los conglomerados familiares que dominan la economía tailandesa. En este caso, el consorcio formado por Italian-Thai Devolopment con una filial de China Railway Construction, que ganó la adjudicación en 2020, con el general Prayut Chan-o-cha en el poder. El mismo tándem estaría detrás de algunos tramos de la línea de alta velocidad en construcción entre Bangkok y la frontera laosiana. El socio tailandés ya sufrió hace pocas semanas la caída de un puente en construcción en Bangkok, que mató a otros seis obreros. 

La primera ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, ha dado siete días para la elaboración de un informe sobre la obra, que llevaba muchos retrasos acumulados. Desde un ministerio se insinúa que la mala calidad del acero empleado podría estar detrás de la tragedia, aunque se esperan informes concluyentes tras haber tomado muestras. En los últimos meses han sido clausuradas varias fundiciones en Tailandia que utilizaban maquinaria anticuada procedente de China para producir acero de baja calidad.

La indignación ha aumentado al saberse que cuatro empleados chinos fueron interceptados cuando intentaban llevarse documentación de la zona acordonada. Según ellos, era para cumplimentar procedimientos del seguro. La embajada de China ha ofrecido su colaboración a las autoridades para esclarecer las causas de la catástrofe. 

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El terremoto no solo ha inutilizado muchos hospitales sino que también ha inmovilizado a camiones del parque de bomberos de Birmania

Reuters

El socio tailandés, por su parte, habría borrado todos los mensajes en redes de los últimos años relacionados con la obra. Esta habría alcanzado las treinta plantas hace doce meses, pero desde entonces la obra había progresado poco, hasta el punto que, a principios de este año, una inspección había amenazado con cancelar la adjudicación por el retraso, la escasez de mano de obra y otras irregularidades. 

El efecto secundario de la tragedia es que se espera una contracción del sector de los condominios residenciales, habitualmente en torres de más de veinticinco pisos. Viven en estos la gran mayoría de los expatriados de empresas occidentales, japonesas, coreanas o chinas, así como la clase media local. Un perfil parecido al de los que copan la mayoría de empleos en las torres de oficinas (como la  que acoge a la Embajada de España, cerrada hasta que se evalúen los daños en el edificio). 

Como los rascacielos se cimbrearon el viernes por encima de la media y presentan más grietas, podría decirse que las clases acomodadas en Tailandia acumulan estos días más preocupaciones que el tailandés medio. Algo no muy habitual en catástrofes naturales. 

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Familiares de las víctimas del terremoto observan las operaciones de rescate cerca de la Sky Villa derrumbada en Mandalay

NYEIN CHAN NAING / EFE

Ni en Birmania ni en Tailandia permanecía en la memoria un temblor de intensidad parecida. Por eso este mismo lunes han proliferado las falsas alarmas en Bangkok, con varios edificios oficiales evacuados sin motivo. 

Volviendo a la torre desplomada, cuya construcción andaba entre el 30% y el 45%, según las fuentes, se acumulan las preguntas, puesto que desde 2007 en Tailandia también se siguen normas antisísmicas. 

D. King, un arquitecto tailandés, con experiencia en rascacielos, dice que no le extraña que el desastre se haya cebado “en obra pública y sujeta a concurso, que prioriza la oferta más económica o el plazo más ajustado, por delante de otras consideraciones”. Efectivamente, el consorcio sino-tailandés se llevó el gato al agua en la adjudicación de 2020 con la oferta más barata, un 13% por debajo de los 70 millones de euros (al cambio) presupuestados. 

Un arquitecto español que da clases en una universidad de Bangkok, Paco García, aventura que la torre “se hundió porque las uniones entre columna y forjados no eran lo bastante fuertes. Cuando hay una fuerza horizontal, como un terremoto, los capiteles tienden a quebrarse y estos eran muy débiles. Les faltaba acero y el hormigón probablemente era de mala calidad”. 

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