¿Qué opciones tiene Trump para buscar un tercer mandato?

Estados Unidos

El magnate podría buscar que otra persona se presente por él, lo nombre vicepresidente y renuncie al cargo

¿Qué opciones tiene Trump para buscar un tercer mandato?
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Trump afirma que le encantaría competir contra Obama para un posible tercer mandato

La 22ª enmienda de la Constitución de Estados Unidos prohíbe explícitamente que cualquier persona “sea elegida para el cargo de presidente más de dos veces”. Pero eso no parece un impedimento para Donald Trump, quien ya intentó anular el resultado de las elecciones del 2020 y ahora, dos meses y medio después de regresar al poder, fantasea sin pudor sobre la idea de permanecer en el cargo.

En una entrevista en NBC News, Trump dijo el domingo que “todavía es demasiado pronto para pensarlo”, pero está considerando volver a presentarse a los comicios en el 2028. Su argumento es que “mucha gente quiere que lo haga” y que algunas encuestas, “las encuestas reales”, le dan más del 70% del apoyo popular, aunque las últimas publicadas por YouGov, Ipsos y Morning Consult coinciden en que al menos la mitad de la población rechaza sus políticas.

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Donald Trump jura su cargo como 47º presidente de Estados Unidos ante el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, en la Rotonda del Capitolio, el 20 de enero en Washington.

MORRY GASH / AFP
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No es la primera vez que sugiere esta idea: lo hizo durante la campaña y ha insistido en ello repetidamente desde que ganó las elecciones (con el 49,8% de los votos) y tras jurar el cargo. Pero siempre que había lanzado esa posibilidad, lo había hecho en un tono jocoso, como una más de sus tantas ideas disparatadas.

De vuelta a Washington de su retiro golfista en Mar-a-Lago, su residencia en Florida, Trump dijo el domingo a bordo del Air Force One que “no estaba bromeando” en la entrevista y, preguntado por el límite constitucional, aseguró que “hay métodos con los que se podría hacer”, sin especificar cuáles.

La manera legal, la más obvia, es derogar la 22ª enmienda de la Constitución. No es una ruta imposible –ya se revocó en 1933 la 18ª enmienda, que prohibía la venta de alcohol–, aunque sí altamente improbable dada la polarización en la sociedad y la impopularidad de la medida. Para hacerlo, una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso deberían presentar una nueva enmienda, o dos tercios de los estados tendrían que convocar una convención constitucional para proponerla. Después, tres cuartas partes de los estados tendrían que ratificar la enmienda mediante referéndums.

Algunos republicanos ya han comenzado a explorar esa vía. Una semana después de que Trump jurara la Constitución por segunda vez, el congresista por Tennessee Andy Ogles propuso una enmienda para permitirle que lo vuelva a hacer el 20 de enero del 2029. Pero los números no dan: los republicanos controlan ambas cámaras del Congreso por estrechos márgenes y tampoco llegan a la mayoría cualificada de dos tercios de los estados, pues tienen mayoría parlamentaria en 28, seis menos de los necesarios para convocar una convención constitucional.

El congresista republicano Andy Ogles propuso una enmienda para permitir a Trump presentarse de nuevo

Descartado este método, Trump podría explorar otra opción, que en estos momentos parece la más viable: aprovecharse de una laguna legal en el texto de la 22ª enmienda. En él se prohíbe que cualquier persona sea “elegida” para un tercer mandato, pero no que lo asuma. De este modo, podría buscar a otra persona que se presente por él y que lo nombre vicepresidente, con la promesa de renunciar después de alcanzar el poder. En ese escenario, el primero en la línea de sucesión se convertiría de inmediato en presidente sin la necesidad de pasar por las urnas.

Esta imaginativa vía, sin embargo, también presenta desafíos. En primer lugar, porque el éxito de la misión depende de que una tercera persona, por ejemplo, el actual vicepresidente J.D. Vance, esté dispuesto a ser ese presidente de transición. A pesar de que a Trump no le faltan fieles, y que tiene un control absoluto sobre el partido, en última instancia dependería de la voluntad de una tercera persona de renunciar a su cargo inmediatamente después de jurarlo.

Además, otra enmienda de la Constitución, la 12ª, de 1804, establece que nadie “constitucionalmente inelegible para el cargo de presidente” lo será para el de vicepresidente. Sin embargo, la 22ª enmienda no dice que Trump sea “inelegible” para un tercer mandato, solo que no puede ser “elegido” mediante unos comicios presidenciales. En el caso de que Trump intente explorar este método, esta ambigüedad podría generarle desafíos legales.

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Otra opción para lograr este fin sería, simplemente, ignorar el freno constitucional. Trump podría presentarse para un tercer mandato y esperar a que actúen los tribunales. Es la estrategia que lleva siguiendo desde que llegó al poder, con más de un centenar de órdenes ejecutivas firmadas, aunque algunas de ellas sean claramente inconstitucionales, como la eliminación del derecho a la ciudadanía por nacimiento, protegido por la 14ª enmienda.

Si se presenta a las elecciones, es improbable que el Comité Nacional Republicano le bloquee la candidatura. El desafío llegaría posiblemente de los estados demócratas, que se negarían a incluirle en las papeletas, lo que desataría una serie de litigios que podrían terminar en el Tribunal Supremo, donde hay una mayoría conservadora (6-3), con tres jueces elegidos por Trump en su primer mandato.

Algo similar ocurrió en las pasadas elecciones. En diciembre del 2023, el Tribunal Supremo de Colorado determinó que Trump no era elegible para postularse en ese estado, argumentando que había participado en la insurrección del asalto al Capitolio y citando la Sección 3 de la 14ª enmienda. Poco después, la secretaria de Estado de Maine, Shenna Bellows, tomó una decisión similar y lo excluyó de la papeleta. El caso llegó al Tribunal Supremo federal, que dio la razón a Trump y le permitió presentarse.

Trump podría simplemente ignorar la Constitución y presentarse para luego litigar en el Tribunal Supremo

Pero no está claro que el alto tribunal vaya a avalar una violación tan flagrante de la Constitución en caso de que Trump busque un tercer mandato. En ese escenario, el republicano podría buscar una cuarta opción: desobedecer a la justicia y agrandar la crisis constitucional ya existente. La Casa Blanca ya desobedeció el mes pasado una orden de un juez federal que le prohibía invocar la ley de Enemigos Extranjeros, una ancestral ley de 1879 prevista para tiempos de guerra, para llevar a cabo sus deportaciones a El Salvador, y mantiene el desafío al poder judicial con repetidos llamados a destituir al juez, a quien considera un activista.

Como dice el propio Trump, “todavía es demasiado pronto”, pero el hecho de que esté introduciendo en el imaginario colectivo la idea de servir un tercer mandato es en sí mismo desafiante. Si lo hace, asumirá la presidencia con 82 años, agrandando su propio récord como el presidente electo de más edad en la historia del país. Quizás su edad, el límite biológico, sea el principal impedimento.

Pero tiene razones para intentarlo. No solo cumplirá el deseo de todo líder autócrata de mantenerse en el poder, también le ayudará en sus casos judiciales. El fiscal especial que logró su imputación por el intento de golpe de estado y por retener documentos clasificados en Mar-a-Lago retiró el año pasado los cargos tras su victoria en las elecciones, siguiendo la doctrina del departamento de Justicia de no procesar a mandatarios. Con ello, dejó la puerta abierta a reabrir el caso cuando abandone el poder; pero, si Trump se perpetúa, evitará esas y otras posibles condenas.

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