Estados Unidos e Irán retoman entre amenazas las negociaciones para un acuerdo nuclear

EE.UU.

Las dos delegaciones se reúnen hoy en Omán ante el temor de una escalada regional si fracasa la diplomacia

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El presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, visita la exposición sobre los logros nucleares de Irán en Teherán, Irán, el pasado 9 de abril. 

Iran's Presidency / Reuters

Donald Trump se retiró en el 2018 del pacto nuclear con Irán negociado por Barack Obama, que calificó como “el peor acuerdo de la historia”. En el 2020, ordenó el asesinato de uno de sus generales de más alto rango, Qasem Soleimani, en un ataque con dron al corazón del régimen y la sociedad iraní. Durante la pasada campaña electoral, el FBI reveló un complot de Teherán para asesinar al candidato republicano y Trump respondió que había dejado instrucciones si eso ocurría: “Si lo hacen, serán aniquilados, reducidos a cenizas”.

En un sorprendente giro de los acontecimientos, hoy su Administración retomará la diplomacia con el país persa en Omán en busca de un nuevo pacto que ponga fin a su programa de enriquecimiento de uranio. Si la diplomacia fracasa, “Irán corre un grave peligro”, advirtió Trump el martes, en su anuncio tras la reunión en el despacho oval con el primer ministro israelí Beniamin Netanyahu, sugiriendo la posibilidad de un ataque a las instalaciones nucleares iraníes, lo que sería una fantasía para Tel Aviv.

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El mundo ha cambiado desde el primer mandato de Trump. La campaña de máxima presión –la retirada del acuerdo nuclear y la reimposición de sanciones– no ha disuadido a Teherán de su programa de uranio, que está cada vez más cerca de lograr capacidades para producir la bomba nuclear. Pero el régimen del ayatolá Ali Jameini es ahora mucho más débil, lo que deja a Washington en una posición de fuerza para negociar.

Además de la creciente oposición interna al líder supremo iraní, y de la crisis económica que enfrenta el país, esta debilidad quedó demostrada el año pasado, cuando Israel atacó con éxito objetivos militares en todo Irán y cuando asesinó en Teherán al líder de Hamas, Ismail Haniyeh, y en Beirut (Líbano) al de Hizbula, Hasan Nasrala, descabezando a dos de sus milicias aliadas. Ambos asesinatos provocaron la represalia iraní, con el lanzamiento de 180 misiles hacia Israel el pasado octubre, que fueron interceptados con la ayuda de EE.UU. Estos hechos pusieron en duda la capacidad de Irán para defenderse de un ataque mayor, así como de responder de manera efectiva.

Este contexto explica que Irán esté dispuesto a iniciar una ronda de contactos a la que da “una oportunidad genuina” para llegar a un entendimiento. “Tendremos una importante reunión, veremos qué ocurre”, dijo Trump el martes, anunciando que la delegación estadounidense y la iraní iban a tener “conversaciones directas”, lo que pondría por primera vez desde el 2015 en una misma sala a los negociadores de ambos países. Poco después, Teherán dio otra versión: el contacto será indirecto, con los representantes hablando desde habitaciones distintas y la mediación de Omán, que pasará los mensajes de una a otra sala.

Se dé como se dé, la voz de Trump en Omán será Steve Witkoff, su amigo personal y enviado especial a todo el mundo, que ayer se reunió con el presidente ruso Vladimir Putin en Moscú. De parte de Irán, liderará la negociación el ministro de exteriores Abbas Araqchi y su homólogo omaní, Badr al-Busaidi, será el principal intermediario.

Washington insiste en que el diálogo será “directo”, pero Teherán habla de la mediación de Omán 

Los iraníes llegan a la reunión con desconfianza, pero conscientes de que rechazar el diálogo podría implicar una escalada que lleve a una guerra regional y a la caída del régimen. “Tenemos la intención de evaluar la intención de la otra parte y resolver esto el sábado”, publicó el portavoz Esmaeil Baghaei en la red social X: “Con seriedad y con franca vigilancia, vamos a dar a la diplomacia una oportunidad genuina”. 

El viceministro de Exteriores, Majid Takht-e Ravanchi, añadió que “sin amenazas e intimidación por parte de EE.UU., hay una buena posibilidad de llegar a un acuerdo”. Pero, a la vez, Teherán ha amenazado con expulsar a los inspectores nucleares del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), agencia de la ONU que lleva años denunciando la falta de acceso real en el país persa, que se cree que ha logrado una pureza del 60% en el enriquecimiento de uranio, mucho mayor al máximo del 3,67 establecido en el pacto del 2015.

Con el objetivo de evitar el desarrollo de una bomba nuclear, no está claro qué tipo de acuerdo puede buscar la Administración Trump. El gobierno israelí y el sector más intervencionista en Washington han estado presionando para lograr un acuerdo “al estilo libio”, como el que Muamar el Gadafi aceptó en el 2003. En virtud de ese pacto, el programa de enriquecimiento nuclear de Libia fue desmantelado al completo, en lugar de mantenerse a un nivel limitado bajo supervisión internacional, como acordó Obama en el 2015 en el plan de acción negociado con Reino Unido, Francia, Rusia, China, Alemania y la Unión Europea. 

Pero los iraníes tienen presente el recuerdo de Gadafi, que ocho años después de entregar el uranio fue derrocado y asesinado en una intervención militar internacional, y los partidarios de la línea dura llevan años advirtiendo para que no se repita su error. Sin embargo, el sector menos radical, representado por el presidente Masud Pezeshkian, cree que un acuerdo es la única manera de levantar las sanciones y restablecer la economía, cada vez más débil.

El diálogo que hoy comienza dará pistas de la intención y voluntad de ambas partes. Trump, que se vende como un negociador pacifista (aunque, a pesar de sus promesas, todavía no ha llegado la paz en Ucrania ni en Gaza), puede optar por buscar un acuerdo como el de Obama, al que se opuso porque consideró que levantar las sanciones daba fuerza a Irán para desarrollar en secreto la bomba nuclear. Puede incluir en las negociaciones el programa de misiles iraní y su apoyo a grupos regionales como los hutíes en Yemen. También podría exigir el desmantelamiento completo del programa nuclear, pero difícilmente Teherán lo aceptará. O esperar a que la negociación fracase y le dé argumentos para que Israel bombardee las instalaciones nucleares de Irán, arriesgándose a una escalada regional que podría forzar la implicación directa del Pentágono.

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